En entrevista con revista2010, Carlos Raimundi, referente del partido Nuevo Encuentro, habló sobre los desafíos que plantea el año electoral y la necesidad de seguir profundizando el modelo; reconoció la necesidad que le implicó al Gobierno la construcción de determinas alianzas estratégicas, criticó la figura del gobernador bonaerense Daniel Scioli y expresó que es el kirchnerismo y no el PJ el que le va a dar continuidad a este modelo.
- Como todo año electivo, el 2011 se avizora políticamente muy movido.
- Este es un año desafiante. Es un año bisagra, porque se pone en juego la continuidad o el retroceso. No hay posibilidad de amesetamiento. O se va para adelante o se va para atrás. Porque los sectores interesados en frenar este proceso siguen conservando mucho poder, tienen herramientas a su disposición y están muy irritados. De tal manera que si ganaran la elección la venganza será terrible.
Y del lado del proyecto del Gobierno me parece que no hay margen para mantener las cosas como están. Para que no se retroceda es inevitable profundizar el modelo.
- ¿De qué manera?
- Primero es necesario describir un aspecto clave de nuestro proceso. Si estuviera en Bolivia te diría que lo más relevante fue que hubo una verdadera redistribución de los ingresos; hubo una apropiación de una masa de recursos que históricamente estuvieron en manos de la oligarquía, y que ahora fueron transferidos directa a los sectores populares, que en este caso son mayoritariamente indígenas. En cambio en Argentina lo más fuerte fue la disputa de sentido y la incorporación de temas al debate. Más aún que las medidas concretas. No porque diga que no han pasado cosas concretas. Lo que digo es esas cosas pasaron a partir de una reapropiación de los símbolos por parte del costado nacional y popular de la Argentina.
- ¿Y qué implicaría la profundización del modelo?
- Profundizar este modelo comienza por reconocer un nuevo sujeto político que no es la estructura tradicional ni del Partido Justicialista, ni de la CGT, sino un movimiento nuevo tanto a nivel político como a nivel sindical.
Creo que también habría que debatir los plazos de recambio de la política. Hay sectores que se creen más republicanos cuanto más cortos sean los mandatos, sin posibilidades de reelección para que eso renueve la política. A mí me parece que eso termina fortaleciendo el poder de las corporaciones. Eso podría funcionar si también hubiera alternancia en la cúpula de la Cámara de la Construcción, en la cúpula de la Sociedad Rural, en la cúpula de la Cámara de la Industria Automotriz, en la empresas periodísticas y básicamente en la cúpula de la Iglesia y que todos esos recambios sean por elección popular. Funcionaria si hiciéramos cada dos años renovación de mandatos integrales, en la política y en las corporaciones. Pero, que haya una consolidación del poder de las corporaciones a costa de una renovación permanente de la conducción política, debilita a la política.
-¿Sobre qué otros puntos habría que trabajar?
-Hay que profundizar la disputa de sentido en Argentina. Hay que crear productoras de contenido para llenar las nuevas señales que van a aparecer a partir de la ley de medios.
Hay que luchar por efectivizar a los trabajadores tercerizados. Resolver el problema de tierras y viviendas que quedó demostrado con el episodio del Parque Indoamericano.
También hay que trabajar en la diversificación del modelo productivo. Tomar un elemento positivo del modelo sojero, que es la apropiación de reta agropecuaria concentrada que ha hecho el gobierno para su redistribución. Pero eso hay que irlo llevando progresivamente a una diversificación de la oferta productiva y de la matriz de inversión. En ese sentido hay que generar un proyecto de alto impacto en materia de desarrollo industrial. Yo creo que la recuperación de la red ferroviaria en el país tiene un sentido incluso trascendente al de la recuperación de los pueblos del interior que se han eclipsado por la ausencia de ferrocarril, pero tiene un sentido aún más poderos que ese – que no es menor –, que es generar millones de puesto de trabajo y rediseñar la integración territorial del país asumiéndonos definitivamente como un país bioceánico que conecte el polo productivo del sur de Brasil con toda la cuenca productiva de la Argentina y el espacio comercial del Pacífico que es el más dinámico en este momento.
Creo que al Gobierno no le va a alcanzar con reafirmar todo lo que hizo, sino que tiene que reenamorar. Y para reenamorar básicamente a los jóvenes y a los sectores más humildes es necesario un proyecto que provoque un gran shock de inversión productiva.
- ¿Cómo se explica que luego de 7 años de Gobierno, tiempo que indefectiblemente producen un desgaste, la intención de voto para continuar con este proceso haya crecido?
- En los últimos tres años de la Argentina demuestran que de una victoria electoral como la del 2007 se puede llegar a una derrota política como la de la 125; y de una derrota electoral como la del 2009 se puede llegar a una victoria política, y eso se consigue si se administra bien la política. Esto quiere decir, asumir riesgos, tener coraje convocar a los sectores populares, asumir causas nobles para convocar a la juventud. Me parece que eso se fue diluyendo después de la victoria de 2007 con un repliegue muy fuerte en la estructura del PJ, con un Kirchner que de denunciar el pejotismo se convirtió en presidente del PJ, que de seducir a la CTA concentró toda su política de alianzas sindicales en la CGT. Pero tres años después, con la ley de medios, con la recuperación de Aerolíneas, con la recuperación de las AFJP, con la Asignación Universal, con todos los estímulos fiscales que le inyecto al mercado interno en medio de la crisis internacional, recuperó la política.
-¿Cuán condicionado se ve el Gobierno por sus alianzas estratégicas?
- Cuando un Gobierno asume una fuerte disputa de hegemonía con factores de poder histórico, necesita un sistema de alianzas que tiene distintos costados y algunos de ellos no tan santos como otros. Si se decide dar una pelea contra Magneto, contra Bergoglio y contra Biolcati, no se puede hacer sostenido exclusivamente con militantes de izquierda. Yo creo que las alianzas que ha tenido con determinados sectores del peronismo territorial han sido necesarias.
Por momentos me da la impresión que se están renovando algunos cuadros. No toda la camada de intendentes justicialistas del conurbano es igual, ni es la misma que teníamos hace 20 años. Hay algunos dirigentes sindicales como Smith, como Piumato, como Plaini, que en el seno de la CGT están dando una batalla por la renovación de cuadros. La formación de nuevas generaciones de dirigentes sindicales también va en ese sentido. Por otro lado, no necesariamente la instituciones nuevas son mejores, sólo basta fijarse el mal ejemplo que en términos de práctica de democracia sindical dio la elección de la CTA.
- ¿Cómo se transforma ese sistema de alianzas?
- Yo creo en la idea de trasvasamiento, ahí también hay una enseñanza del general. No creo en los movimientos sísmicos en una etapa como esta de la política. Creo que hay que hacerlo con mucha convicción por un lado, pero al mismo tiempo con mucho pragmatismo. Es decir sin ingenuidad.
Esta etapa histórica tiene dos soportes muy grandes en un país como la Argentina. Uno es el peronismo. Sin el peronismo no se puede hacer ni lo más bueno ni lo más malo en Argentina. Sin el peronismo no se pueden producir cambios. Ahora me parece que tampoco sólo con el peronismo. Porque me parece que hay otro gran soporte social, cultural y político en Argentina que somos los sectores que adherimos por convicción, porque creemos. No adherimos por pertenencia, adherimos por acercamiento entre lo que se hizo con lo que son nuestras banderas históricas, con lo que es nuestra identidad histórica. Eso hay que construirlo en un actor político también. Esto responde al interrogante sobre si este proceso se va a consolidar o a detener. Y en esto puede ayudar mucho la ciencia política, la teoría política, para ver cómo hacer para que la sociedad argentina construya la categoría kirchnerismo por encima de la categoría justicialismo.
- ¿Cómo sería eso?
- Voy a tratar de explicar lo que quiero decir. Si yo creo que este es un gobierno estrictamente peronista, en el año 2015, cuando Cristina tenga que dejar el gobierno por lo menos por un período por los límites que le pone la Constitución, quien recupera el comando del Partido Justicialista va a ser quien tenga el Gobierno. Ese puede ser un gobernador conservador, un miembro del peronismo federal, puede ser el actual gobernador de la provincia de Buenos Aires, que no me parece que represente la continuidad del modelo nacional. Ahora, si se alimentan sectores que sostengan este proceso por fuera del justicialismo, se puede poner en tensión todo eso. La continuidad del modelo no la va a dar el justicialismo, sino el kirchnerismo.
- ¿Qué papel juega el gobernador Scioli?
- Algunos dirigentes políticos interpretan la decisión de Scioli de quedarse en el kirchnerismo, algo que estaba en duda unos días antes de la muerte de Néstor, la interpretan como un acto de lealtad. Yo humildemente me permito incorporar el ingrediente de la conveniencia, porque él debe decir: “¿para que voy a pagar el costo de la deslealtad si cumpliendo correctamente con mis deberes kirchneristas, con la liturgia kirchnerista, soy el heredero natural de este proceso?”. Bueno, nosotros desde Nuevo Encuentro estamos poniendo en tensión eso. La batalla nuestra en la provincia de Buenos Aires no solamente tiene que ver con la elección de 2011 ni con la instalación de un candidato, tiene que ver con la necesidad de ir creando herramientas que garanticen la continuidad de este proceso después de 2015. Y eso tiene que ver con ponerle límites a Scioli.
Que Scioli no es la replica del modelo nacional se ve en un hecho tan concreto, tan importante y tan delicado como las muertes de José León Suárez. Mientras que el Gobierno nacional plantea casi como una religión la no represión de la pobreza, la Policía bonaerense lo primero que hace es matar pobres.