He estado diez días sin ordenador, así que he tenido muy abandonada ‘la recacha’. Voy a ir poniéndome al día, empezando con la 12ª entrega de La cooperante, la novela corta que ya sabéis que podéis recibir completa en formato digital si os suscribís a mi lista de correo.
Si quieres, aquí puedes leer la undécima entrega de la serie.
A Robredo el corazón se le iba a salir por la boca. Los cadáveres de Michel y sus hombres junto al camino le hacían temer lo peor, pero no, el cuerpo de Laia no estaba allí, aunque ello no significaba que continuara viva. Miró una vez más la pantalla del móvil, y allí seguía la lucecita parpadeante que confirmaba que el localizador instalado en la suela continuaba operativo. Se alejaba montaña arriba. Robredo rezaba por que ello significara que aún huía. “Aguanta, muchacha. Si salimos de ésta te garantizo que lo que nos espera valdrá la pena”.
Las gafas de visión nocturna le permitían avanzar entre los árboles a toda la velocidad que daban sus piernas.
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—¡Aaaayyyy! ¡La muy zorra me ha mordido!
Laia lo había intentado, cerrar los ojos y entregarse a la muerte, pero el…
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