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Los libros sobre Tiffany Dolorido nunca me han parecido tan «mundodisquianos» como el resto de sagas. No porque sea juvenil, sino porque no le encuentro toda la esencia que pulula en el resto de arcos argumentales y que ha hecho tan característica a la serie de Mundodisco. Cuando comenté «A todo vapor» dije que, para mí, era LA despedida y después de leer el último libro, el último de verdad, lo sigo pensando… pero eso no significa que no haya sentido un nudo en la garganta.
Claro que, teniendo en cuenta la dedicatoria del libro, a ver a qué fan de Mundodisco no se le forma un nudo en la garganta. Y no un nudo simple, no, un As de guía que se refuerza cuando se llega al capítulo dos. No voy a hacer ningún spoiler. Todo aquel que haya leído este libro sabe a qué me refiero. Fue una buena patada en el estómago. Y juraría que en aquel momento escuché a Pratchett reírse de mí por haber creído que «La corona del pastor» no me haría llorar.
Los personajes no están mal aunque me hubiese gustado que Geoffrey tuviese más protagonismo o, al menos, un poco más de peso en la historia. Me gustó mucho su personaje. Un niño que quiere ser bruja. Obviamente me recordó a Eskarina en «Ritos Iguales», una niña que quería ser mago. Lo mejor de Geoffrey no es eso. Es su pasión por la lectura y su macho cabrío Mefistófeles. Estoy segura de que si hubiesen más libros, Mefistófeles nos iba a proporcionar muchas carcajadas.
En cuanto a la trama tengo sentimientos encontrados. No se me hizo pesada en ningún momento pero no me ha convencido del todo el hecho de que, una vez más, haya una batalla contra los elfos. Tiffany ya se había enfrentado a ellos en uno de los anteriores y con las ideas que tenía Pratchett – incluso enfermo – podría haber cerrado la saga de otra manera. Pero bueno, en general me ha gustado. Es entretenida, tiene varias escenas entrañables que en una película podrían quedar bonitas visualmente y romperte el corazón a la vez. Mi imaginación así lo formó.
Lo que sigue sin gustarme es una parte en concreto de la traducción: el idioma de los Nac Mac Feegles. En la versión original son una parodia de los escoceses y aquí Manu Viciano le ha dado su propia interpretación haciéndoles hablar una mezcla de gallego y bable, mal inventados. Veo bien y lógico que cuando se traduce un libro se tenga en cuenta el idioma al que se está traduciendo y la cultura de dicho país pero no siempre da buenos resultados. O a mí por lo menos no me ha gustado. De cinco libros que componen la saga, cuatro los ha traducido Manu Viciano y uno Pilar Ramírez y personalmente me ha gustado más la traducción de Pilar. Es más literal porque contrae y se come varias letras como está en la versión original pero es mucho más cómodo para leer. Además la de Manu al darse un aire con idiomas que conozco, me saca bastante de lo que es Mundodisco. Del arco argumental he leído uno en inglés y también me resultó más fácil su lectura. Entiendo que son distintas formas de traducir e interpretar pero qué queréis… soy tiquismiquis.
Quizá, cuando haga una relectura de la saga, la historia de Tiffany me guste más (aunque ella siempre me ha caído bien, que conste) y esos detalles ya no me molesten tanto.
Ahora sí que sí… Mundodisco terminado. Gracias Sir Terry Pratchett por crearlo. Ha sido un gran salvavidas en muchos momentos y da una pena inmensa saber que ya no habrá más viajes nuevos.
Puntuación: 6/10
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Archivado en: opinión Tagged: 2016, La corona del pastor, libros, Mundodisco, terry pratchett