Esta tarde le toca el turno a los toros de Alcurrucén, entremetidos, no se sabe bien porqué, entre los de la Doña y Victorino, en plena semana torista -que de torista sólo tiene el nombre-. Ganadería de garantías, sobre todo cuando no hay figura de por medio, pues todos hemos visto en los últimos tiempos que hay alcurrucen tipo A y tipo B. Los que salen a modestos en Pamplona o Valencia, por ejemplo. Y los que eligen las figuras, en Madrid o la feria de Septiembre sevillana. Viendo cartel y fecha, es de esperar que los hermanos Lozano hayan mandado a las corraletas de orillas del Guadalquivir una corrida de las que destaquen por arriba, en trapío y casta. En esta casa también se ponen fundas.
Segunda y última comparecencia de Oliva Soto en Sevilla. Apetece volver a verlo, con una ganadería quizás más acorde a su concepto del toreo, como puede ser ésta. Se espera, además de que veamos ese toreo poco impostado y gracil, que intente ser más ambicioso y muestre más arrojo y fé en un triunfo que le abriría unas cuántas puertas.
El manchego Rubén Pinar es el mayor exponente del toreo moderno y fácil. Aquel que se hace, y conforme se va haciendo, se va olvidando. Faenas largas, mucho muletazo larguísimo y periférico, circulares y cierta ratonería es lo que se puede esperar de él. Lo contrario sería una sorpresa.
Y cierra la terna otro manchego, Miguel Tendero, que se dirime entre dos aguas, las del toreo poderoso, de mano baja y mandón, que se le ha visto algunas veces, sobre todo de novillero, en Madrid. Y la del otro, el lado oscuro, mucho más populista y verbenero, con mucho lirili y poco lerele. En su mano está elegir hacia donde quiere caminar, y suerte tiene, porque hay otros cuyo limitado toreo no puede permitirse tan lujosa elección.
Preside el señor Fernando Fernández-Figueroa Guerrero asistido por Antonio Ramón Jiménez y Francisco Javier Herrera Gil.