La corrupción del medio y el “homo homini lupus”

Publicado el 06 junio 2018 por Instintobinario

Veía recientemente, en ‘El Intermedio’ de ‘La Sexta’, un reportaje sobre la nueva economía colaborativa, o los ‘gig Jobs’. En el mismo se criticaba duramente a empresas como Uber, Glovo y similares por la precarización del empleo que representan. El problema no es éste, si no la corrupción de los medios que hemos sufrido desde que aparecieron estos servicios.

¿Empleo o economía colaborativa?

En un principio, se trataba de economía colaborativa, tal como he mencionado. Esto es: yo tengo algo que no uso, por lo que puedo prestarlo o alquilarlo a alguien que lo necesite. Así surgieron plataformas como Blablacar, para alquilar plazas de coche para compartir gastos del viaje, AirBnb, alquiler de habitaciones en desuso como si se tratase de amigos, etc.

El problema es que a raíz del enorme éxito se ha corrompido dicha idea de compartir bienes o servicios desaprovechados. Y es que se trata, casi siempre servicios de alta calidad a bajo precio. El prestador del servicio, ya sea conductor, dueño del piso o lo que corresponda, se esfuerza en que el “cliente” se vaya satisfecho para que le de mayores puntuaciones en la app. Las malas puntuaciones en estas plataformas suelen representar que nadie te tome como opción a tener en cuenta. De ahí la preocupación.

¿Cuál es el problema? Pues que muchos prestadores de servicio ya no hacen esto como forma de reducción de gastos. Se parecen más a los servicios profesionales y toman esto como un trabajo, haciendo una competencia desleal a los mismos. Tenemos el ejemplo de AirBnb, con gente que compran pisos exclusivamente para alquilarlos en esta modalidad. Los beneficios económicos conseguidos de ésta forma son sustancialmente mayores que los de un alquiler convencional. Esto genera un efecto de burbuja que encarece el alquiler en el centro de las ciudades, haciendo imposible vivir ahí.

Similar sucede con otros servicios como Uber o Glovo. Se supone que estos servicios eran para aprovechar viajes. En el caso de Uber, aprovechar viajes urbanos para ir al trabajo o al salir. Glovo para aprovechar que vas a la compra y llevar la compra o alguna otra cosa a alguien que viva cerca. Sin embargo, ahora la gente trabaja a tiempo completo haciendo este tipo de servicios, profesionalizando la actividad.

Blablacar, por el momento, se mantiene bastante con la filosofía inicial de aprovechar las plazas libres durante los viajes en coche. Soy usuario de ésta app y no se puede decir que gane dinero con ella. De hecho mi uso es muy eventual: cuando hago un viaje largo lo publico en ella para aprovechar a llevar a alguien. No hago viajes únicamente para llevar a gente, ni la plataforma se presta a ello.

Los medios sociales desvirtuados

Parecido nos pasa con las redes sociales. Facebook se concibió como un medio para estar en contacto con gente conocida: amigos, familia, etc. Pero con el paso del tiempo se ha convertido en un agregador de contenidos que mucha gente utiliza para informarse. Cada día se publican millones de noticias que la red social distribuye de unos contactos a otros.

Este hecho en sí mismo no es negativo. De hecho sería una corrupción positiva, entendido como una distorsión del uso inicial para otras cosas que no se habían considerado. Sin embargo, entra en juego la manipulación política y las noticias falsas (véase lo sucedido en las elecciones estadounidenses). Tenemos un medio para difundir noticias (que cualquiera puede escribir) de forma rápida y con gran capacidad de alcance. Si le añadimos la capacidad de la gente para creer lo que quieren que les cuenten, tenemos el cultivo perfecto para los que necesiten manipular la opinión de millones de personas.

Por no hablar de casos como el de Cambridge Analítica. Ahí ya tenemos una corrupción del medio permitida y fomentada por la propia Facebook. En sus términos de uso especifica que los datos serán compartidos con terceros. Aunque ahora intentan desviar la responsabilidad, y limpiar su nombre actualizando la política de privacidad y eliminando alguna apps. Pero la verdad es que la fortuna amasada en la compañía viene de éste tipo de prácticas, que no son sino una corrupción de un medio que se supone que sirve para poner en contacto unas personas con otras.

El caso de Twitter también es representativo, pero de diferente forma. Esta red no se ha visto envuelta en dichos escándalos. A priori parece que no realiza este tipo de prácticas, pero tiene otros problemas incluso más graves. Al tratarse de una red de perfil más público y asimétrica (no tienes que aceptar a alguien para que te pueda seguir), se convierte en terreno abonado para los trolls. Esas criaturas pestilentes abundan por doquier y lo llenan todo con sus comentarios negativos y tóxicos. Han logrado convertir la red social en un lugar poco agradable de visitar, corrompiendo un medio muy positivo. Y lo peor es la práctica inacción de la compañía contra este tipo de prácticas.

Email, spam y mineros

Lo mismo sucede con los emails. Uno de los mayores inventos del siglo pasado fue el e-mail. Es un sistema muy utilizado en comunicaciones de todo tipo, especialmente corporativas. Sus principales características, ser trazable y archivable; hacen que sea la forma idea de comunicarse en multitud de situaciones.

Sin embargo, tras su extensión de forma masiva, no tardaron en aparecer quienes lo quisieron utilizar de formas menos amigables con los destinatarios. Primero el email marketing, como extensión del marketing telefónico, y después los spamers (correos basura). Muchos vimos inundadas nuestras bandejas de entrada de miles de correos de viagras (incluso teniendo 18 años, ya ves), ofertas de amor y chuminadas varias. Por no hablar de las cadenas de correo electrónico.

El spam vía email se ha reducido mucho, pues las redes sociales ofrecen mayor impacto e inmediatez. Pero seguimos teniendo spam por todos lados, además de las cadenas de mensajes. Solo que ahora se ha trasladado a las redes sociales y la mensajería instantánea. He llegado a ver cadenas que critican a las cadenas, el colmo de la estupidez.

¿Por qué sucede eso? La credulidad de la gente, unida a la falta de formación e inocencia, incluso la estupidez pura y dura, hacen que no podamos evitar dar clic para compartir. Es una acción muy simple, apenas requiere esfuerzo y se hace sin pensar. Además de que da una sensación de creernos muy inteligentes por compartir esas frases filosóficas o esas reflexiones que no hemos desarrollado nosotros.

Por otro lado, una de las cosas que más molestan de unos años para acá es la publicidad en las web. Se puede hacer publicidad de forma responsable, respetuosa y productiva. Sin embargo muchos directivos optan por todo lo contrario: bombardear con miles de anuncios lo más llamativos posibles que impiden que podamos hacer aquello a lo que hemos venido: consumir el contenido de la web. Una práctica irresponsable que ha terminado metiéndonos en una carrera de ad-blockers cuyo fin está lejos de vislumbrarse. Otro ejemplo de corrupción del medio.

Una alternativa a la monetización por publicidad que surgió hace poco fueron los mineros web. Con la aparición de las cryptomonedas, a alguien se le ocurrió incluir scripts de minado en las web. Así mientras el usuario visita la web, se utiliza parte de su CPU para minar a beneficio del dueño. ¿Malo? No necesariamente.

El problema es que rápidamente surgió quien hizo lo que no debía: llenar las web de mineros que toman toda la CPU del usuario sin avisar ni pedir permiso. Esto puede dañar el equipo, por lo que muchos usuarios ya se han instalado extensiones que bloquean los mineros, convirtiendo ésta práctica en inviable.

Todas éstas alternativas se podrían realizar de formas más responsables, manteniéndose viables y permitiendo a los creadores obtener beneficios. Todo ello si impactar al usuario, y sin que éste tenga que abrir la cartera. Simplemente utilizando una reglas de sentido común, podríamos hacer que todo funcionase mejor.

En el caso de los envíos masivos de correo: permite que los usuarios se puedan borrar de la lista, y envíales contenido original que aporte valor. En el caso de la publicidad: no te pases con la cantidad, asegúrate de no provocar epilepsias y, ¡por favor!, ¡no tapes tu contenido! Y los mineros, son una alternativa invisible al usuario y menos molesta, y, por tanto, deberían ser más aceptados. Tan solo tienes que: avisar al usuario de lo que harás y porqué, tomar una parte mínima de la CPU (20% está bien), y ofrecer una alternativa. Dicha alternativa podría ser dar a elegir al usuario entre ver publicidad o minar. Así elegirá la que menos le moleste y nos ganaremos su confianza.

¿La corrupción es intrínseca al ser humano?

Ya en el siglo XVII, el filósofo Thomas Hobbes afirmaba que ’Homo homini lupus’, dejando claro que el ser humano es capaz de lo peor. Por supuesto que no todos, y hay mucha gente buena en el mundo. Pero ante la posibilidad de hacer algo malo sin ser castigados, pocos son capaces de resistir dicha tentación.

Internet, con las posibilidades de anonimato que ofrece, es el lugar perfecto para que todo esto salga a relucir. Escondido detrás de un nick, cualquiera puede decir lo que le venga en gana sin temer represalias directas. Ya antes de la era social propiamente dicha, vimos los efectos de estos trolls que inundaron los foros de comentarios, discusiones y mierdas varias.

También las tecnologías avanzan y aparecen nuevas como las cryptomonedas, y nuevas formas de publicidad. Todo ello se puede llevar a terreno del mal con facilidad por seres irresponsables. Esas personas solo piensan en maximizar el beneficio a corto plazo, sin pensar en la sostenibilidad de sus actos y del medio.

En la era social, con la democratización extrema del acceso a la web, el efecto y los daños se multiplican.

Pero también, en el mismo siglo, John Locke, decía que el hombre es bueno por naturaleza, pero la sociedad le corrompe. Discutir cuál de los dos argumentos tiene razón, entra en el terreno filosófico y no tiene respuesta exacta. Lo que sí sabemos es que al final necesitamos unas normas básicas de comportamiento para poder vivir en armonía.

En el momento actual tenemos más medios técnicos que nunca para controlar comportamientos como los trolls. Por desgracia, también estos son más numerosos, y cuentan con medios para bypasear los controles. Se puede decir que estamos en una carrera de medios por ver quien consigue sobreponerse al otro. Tal vez, y solo tal vez, la Inteligencia Artificial nos ofrezca un remedio más factible a no muy largo plazo. La capacidad de procesar el lenguaje natural de las máquinas permitirá moderar comentarios de forma mucho más efectiva. Esperemos que tarden mucho en encontrar un medio de evitar ese tipo de moderación y acabemos con estas prácticas.

Reflexionando sobre todo lo que he expuesto en esta pieza, he llegado a dos grandes conclusiones. La primera es que siempre tendremos grandes personas que sacarán lo mejor de sí mismas inventando cosas maravillosas. La segunda es que también habrá personas que sacarán lo peor de sí mismas y los demás corrompiendo esos inventos. A cuales pertenezcas solo depende de la forma en que actúes y de qué forma prefieras desarrollar tu vida.

Cuéntame tus opiniones al respecto: ¿alguna vez has actuado de troll? ¿Detestas las cadenas pero has mandado alguna en ocasiones? ¿Crees que podríamos hacer algo cada uno para hacer los medios más usables y saludables?

El artículo La corrupción del medio y el “homo homini lupus” apareció por primera vez en Instinto Binario.