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“La desnutrición es el resultado final del subdesarrollo”. Dr. Abel Albino
Hechos. La monstruosidad de la desnutrición infantil se repite en Jujuy, Tucumán, Chaco, Formosa, Misiones y Corrientes. De acuerdo a datos oficiales son 750.000 los argentinos menores de 18 años afectados por la desnutrición: el 6% de la población. Según mediciones privadas son 1.500.000 de niños/jóvenes, o sea al 12% de la población.
Hechos. En 2010, 12 bancos de alimentos, entregaron 5.800.000 kilos de comida a 1.145 organizaciones sociales. Esto benefició a 176.000 personas (La Nación 11/2/11). Algo no cierra.
Hechos. Argentina, a pesar de Guillermo Moreno, produce alimentos para 300 millones de personas. Somos sólo 40 millones. Algo no cierra. Argentina ha crecido (no confundir crecimiento con desarrollo) desde el 2003 hasta ahora a tasas chinas, gracias a los alimentos. Algo no cierra.
Hechos. En la deformada (leyó bien, no es un error de tipeo, es con D, no con R) Constitución Nacional de 1994, declaramos enfáticamente en el artículo 75, inciso 17: “Reconocer la preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas argentinos”.
Sigue, “Garantizar el respeto a su identidad […], reconocer la personería jurídica de sus comunidades, y la posesión comunitaria de las tierras que tradicionalmente ocupan […] Asegurar su participación en la gestión referida a los recursos naturales y a los demás intereses que los afecten”. Algo no cierra.
Tiene razón Urtubey, los pueblos originarios tienen pautas culturales muy arraigadas y es difícil que acepten conceptos que les son ajenos. Lo que plantea un problema con dos posibles soluciones. La 1ª, si cumplimos con la CN, no se puede destruir el hábitat de los indígenas.
Pero el buen precio internacional de la soja, el hecho de que el “yuyito” de Cristina, puede crecer con facilidad en casi cualquier terreno, hace que la frontera agropecuaria se extienda y destruya los bosques nativos, hábitat natural de los indígenas. Lo que sucede con la bendición y el lucro de los políticos de turno.
Los pueblos originarios del NOA estaban acostumbrados a vivir de la caza y de la pesca. Ya no tienen donde hacerlo. No saben cultivar la tierra y nadie se los ha enseñado. O les devolvemos sus tierras y permitimos que vivan dentro de sus arraigadas creencias, como mejor les parezca, o 2ª posibilidad, aceptamos en serio que son ciudadanos argentinos con los mismos derechos y obligaciones que el resto.
Porque curiosamente, estos indígenas a los que les cuesta ir a un hospital, aunque finalmente van y no se los trata como se debe, probablemente porque son indígenas, pasan a ser automáticamente ciudadanos, el día de las elecciones. Algo no cierra.
Hechos. En el puntual caso salteño, el gobernador Urtubey aumentó la asignación destinada a estos pueblos de $20 millones a $ 200. No es falta de recursos, es exceso de desidia, negligencia y/o corrupción. ¿Esa plata, ¿dónde está, quien la tiene, por qué no llegó a la boca de los chiquitos?
Los argentinos vivimos hablando de la corrupción que está enquistada en todos los niveles de la sociedad, aceptando siempre que el ejemplo nos llega desde arriba. Comentamos los cables de Wikileaks sobre nuestro país y sabemos con certeza, que lo que dicen es cierto. Acá el gobierno no combate la corrupción.
Y pensamos en “fútbol para todos”, en los subsidios, en SKANSKA, en la droga, las valijas voladoras, las embajadas paralelas, las millonarias pérdidas de AA, los aportes de campaña de la mafia de los remedios, los obscenos aumentos patrimoniales de los funcionarios, pero nunca lo asociamos con la muerte por desnutrición de chiquitos argentinos.
Porque, sean de la etnia que sean, wichis, tobas. pilagás o guaraníes, son argentinos. Declamamos que lo son, no sentimos que lo sean. Y aquí estamos, a medio camino entre reconocer todos los derechos que les hemos prometido a través de la CN, que no cumplimos, y hacer el esfuerzo de incluirlos realmente en la sociedad, aceptarlos en serio y de verdad, como lo que son: ARGENTINOS.
Está mal. Por un lado permitimos que los pueblos originarios tengan razones para sentirse excluidos y abandonados por nuestra civilización, lo que los lleva a estar cada vez más dispuestos a rechazarla y constituirse en nación autónoma, que es lo que buscan. Apoyados por gobiernos extranjeros, de izquierda.
Ningún argentino bien nacido quiere que le descuarticen su patria. A través de sistemas corruptos que aceptamos como un mal endémico, estamos permitiendo que entidades como la Tupac Amaru, a la que mantenemos con muchos millones de pesos, esta pesadilla se haga realidad. Y que Milagro Sala sea una heroína para estos pueblos olvidados por todos los gobiernos.
¿Cómo no le prestamos atención al hecho de que en las multitudinarias reuniones lideradas por Milagro Sala en el NOA, sólo ondean banderas que nos son ajenas? Nunca hay una celeste y blanca. No se consideran argentinos y la corrupción de los funcionarios y sus intermediarios, lo hace posible.
Todo parte del inverosímil hecho que sucede en demasiadas provincias argentinas, donde niñitos y bebés, mueren de hambre y si no lo hacen, llegan a ser adultos con atrasos físicos y mentales, por no haber sido debidamente alimentados. Porque la corrupción, mata.
La corrupción no es sólo una cartera Louis Vuitton, o un avión, o un campo, o una abultada cuenta en Suiza; la corrupción son niños desnutridos y muertos de hambre, escuelas que no enseñan a cultivar, son funcionarios que no respetan la ley de bosques que prohíbe la tala de árboles nativos. La corrupción es responsable del resentimiento acumulado por los pueblos originarios hacia quienes los destratan. La corrupción está en la base del proyecto separatista que la bronca indígena prepara.
Si no entendemos la magnitud real de la corrupción, probablemente ninguno de “nuestros niños” muera o crezca desnutrido, pero veremos a nuestra Argentina geográfica y políticamente dividida, entre lo que fuera el *Tawantinsuyo y los restos de las Provincias ¡Unidas! del Sur. Chávez, Correa, Ollanta Humala y Evo Morales, felices.
La corrupción mata y puede desmembrar a la patria. Cuando vaya a votar, recuérdelo.
*Tawantinsuyo: “cuatro regiones”, nombre del antiguo imperio Inca.
Fuente: miradornacional.com