La costa bárbara, de Ross McDonald

Publicado el 16 abril 2013 por Aramys

¨Cuanto más rica se hace la gente, más les irrita oír a un negro que se expresa con palabras bien elegidas. Supongo que creen que no tiene ningún sentido ser rico a menos que no puedas sentirte superior a alguien.¨

Que delicia leer a McDonald, siempre, pase el tiempo que pase en volver a coger una de sus novelas, siempre, me lo paso increíblemente bien. Archer me fascina, su serenidad, su reflexión, su sangre fría, ya lo he dicho un par de veces aquí, es una grandísimo detective clásico, uno de los imprescindibles.

En La costa bárbara, McDonald  vuelve a retratar, aunque esta vez de una manera más cruel y triste, si cabe, el alma humana. Una muestra de nuestro yo más intenso, de nuestros deseos más ocultos, más secretos; una muestra de la ferocidad de la que es capaz el ser humano a diferentes niveles, en diferentes estatus sociales, emocionales y psíquicos; un abanico de mentiras, deseos ocultos, chantajes, engaños, promesas y traiciones.

Archer es requerido por Basset, el gerente del Channel Club, uno de los clubs más exclusivos de Malibú. Basset teme por su integridad física, un joven agresivo lo ha estado rondando y amenazando y teme que al final, el joven cumpla sus amenazas. Archer debe protegerlo.

¨-Tengo entendido, señor Archer, que es usted un guardaespaldas cualificado.

-Supongo que estoy cualificado, aunque no suelo aceptar este tipo de trabajos.

-Pero, me pareció entender que… ¿Por qué no?

-Eso significa tener que vivir demasiado cerca de algunos de los peores gilipollas. Suelen tener un guardaespaldas porque nadie  más quiere hablar con ellos. O bien tienen delirios de grandeza.¨

Archer siempre tan claro, siempre enseñando sus cartas, sin trampas, con esa franqueza absoluta que lo hace tan enorme. Archer no aceptara ser el guardaespaldas de Basset, por si teníais alguna duda, pero algo lo retendrá en ese club de lujo, algo que poco a poco se apoderara de él, algo que, como buen sabueso, le ara meter las narices en todos los rincones de ese club y en todos los rincones de las vidas de sus socios.

Que mejor escenario que un club de lujo para que McDonald ahonde en las diferencias de clases, para que retrate, normalmente de manera frívola, engreída, distante y prepotente, a esa clase adinerada, millonaria y pudiente que puebla estos clubs, que los disfruta y los hace suyos, exclusivos, inalcanzables para el resto de mortales. Es en este escenario donde McDonald hace que Archer sea más insolente, más sarcástico, más claro y contundente, sobre todo con los que más tienen.

Pero también donde hace de Archer ese detective superlativo, metomentodo, un detective que siempre va más allá, un detective que nunca se queda en la primera capa. Ese detective que lejos de ser superficial, escucha, escruta, observa y lee en el alma de las personas, que sufre los golpes, que cree por encima de todo en sus clientes, que se implica y que llega hasta el final.

El contrapunto a tanta opulencia, no podía ser de otra manera, son los empleados de ese club; un exboxeador cincuentón retirado y algo violento sin un céntimo, un joven negro que hace de socorrista para pagarse los estudios, un gerente mayor, servil y con ciertos gustos algo inconfesables…todos ellos con sus cargas, sus desgracias propias y sus lamentos, todos ellos rodeados de gente rica que los utiliza, los somete, los ignora y les exige, a veces todo al mismo tiempo, todos ellos con un pasado y apenas un cierto futuro.

McDonald sabe cómo jugar a mezclar  clases, sabe cómo humillar a los ricos, y también a los pobres, sabe cómo sufren las personas, sea de la clase que sean, sabe cómo odian las personas, cómo destruyen, cómo matan. Cómo se vengan. Hay en La costa bárbara una imagen clara de aquella época, un pequeño cliché (no sé si novelístico o real) de cómo se veía la sociedad, de cómo se imaginaba, si mas no de como la veía McDonald, con las diferencias tan marcadas, tan insuperables.

Y una vez más, McDonald nos narra una historia de una manera casi poética, con esa manera de escribir tan fluida y tan precisa, con esa elegancia y ese casi imperceptible tono poético, lírico.

La costa bárbara es una gran novela negra; clásica, dolorosa, humana, sincera y triste.

La costa bárbara

Ross McDonald

RBA Serie Negra 2012

285 páginas.