La costilla de Adán, Antonio Manzini

Publicado el 28 noviembre 2015 por Aramys

Schiavone ha vuelto. Este magnífico e irreverente subjefe de la policía de Aosta vuelve con un nuevo caso. Vuelve con su mal humor, su melancolía, su acido humor negro y sus inseparables zapatos Clarcks.

Schiavone continua estando harto de Aosta. Del frío, la lluvia, la nieve, de la gente, de todo. Sigue con su escala de tocadas de cojones: odiando a niños gritones, a los edredones que se salen de su sitio y te dejan los pies fríos, odiando recibir regalos, asistir a bodas y sobre todo odiando encontrar un cadáver.

Así que cuando aparece una mujer colgada en su piso, el día de Schiavone se tuerce un poco. Y cuando descubre que hay cosas que no encajan con el escenario que tiene delante y que parece, parece, que es un asesinato, el día se le tuerce del todo. Y además tiene que hacerle un regalo a Nora. Mierda. Y para rematarlo todo, un antiguo colega de la comisaría de Roma lo llama para hablar de un asunto del pasado. Vamos, que todo mal.

La costilla de Adán, segunda entrega de la serie después de Pista negra, ya no le debe tanto a Montalbano, ya empieza a agrandar las bases que se plantaron en Pista negra y empieza a crecer por sí sola, con más personalidad, más recorrido, más profundidad.

Manzini perfila más a Schiavone, nos amplía su mundo, su vida, su pasado, nos da un personaje totalmente reconocible ya, un subjefe que ha venido para quedarse, para hacerse un hueco entre los demás comisarios, inspectores, sheriffs y detectives que pueblan nuestras estanterías. Y Schiavone no viene solo, trae un elenco igualmente bueno de secundarios, empezando por su mano derecha y joven promesa Italo Pierron, seguido de la guapa y eficaz Caterina Rispoli y no olvidemos al dúo de policías más torpe, incompetente y tronchante (con el permiso de Catarella) que ha dado la novela policíaca, Deruta y D’Intino.

Apetece volver una y otra vez a Aosta a ver qué demonios perturba la paz de nuestro querido subjefe, a ver de qué manera interpretara las leyes para su beneficio, a ver como se fuma ese porro mañanero que hace que las cosas funcionen. Apetece, apetece y apetece. Hasta he empezado a beber una copa de vino blanco cada vez que leo a Schiavone

Si Manzini no se tuerce y mantiene el ritmo ascendente que llevan sus novelas, está claro que disfrutaremos mucho de las aventuras de Rocco Schiavone que están por llegar. Manzini es una muestra clara de que se puede escribir sobre algo que parece agotado y manido y darle un nuevo y jugoso enfoque. Bien por el italiano.

La costilla de Adán
Antonio Manzini
Slamandra Black 2015
252 páginas.