WENCESLAO CALVO
Falacias sobre el aborto (XIV) El encuentro de María y Elisabet es el de dos mujeres embarazadas, cuyas concepciones han sido posibles por la intervención divina. Es decir, que estamos ante dos sucesos en los que lo sobrenatural ha tenido un papal primordial, si bien no en el mismo grado, porque aunque el embarazo de Elisabet fue milagroso, no obstante contó con el concurso de su marido para que se produjera; pero en el de María no hubo intervención de varón.
Por lo tanto, si tuviéramos que hacer un cálculo humano de probabilidades para que se produjeran ambos embarazos, llegaríamos a la conclusión de que en el de Elisabet había alguna remota posibilidad de que ocurriera, pero en el de María no había ninguna. Sin embargo, para Dios no fue más difícil el segundo, donde no tuvo la ayuda de nadie, que el primero, donde tuvo la ‘colaboración’ de Zacarías. Pero aún en este caso el suceso ocurrió cuando el ángel Gabriel lo anunció, no cuando Zacarías determinó, cosa que durante muchos años intentó y nada sucedió.
En el anuncio del nacimiento de Juan hay un dato revelador, cuando el ángel Gabriel le dice a Zacarías que el niño ‘será lleno del Espíritu Santo, aun desde el vientre de su madre’(1). Ahora bien, ¿cómo algo que no es todavía un ser humano, si fuera verdad lo que algunos sostienen, puede ser lleno del Espíritu Santo? ¿Puede una cosa ser llena de ese Espíritu? ¿Qué sentido tendría esa plenitud? ¿Qué comunión puede haber entre una cosa y una persona?
Puede leer aquí el artículo completo de este conferenciante, predicador y pastor en una iglesia de Madrid de fe protestante titulado La criatura saltó en su vientre