Solo hace dos días que el Silicon Valley Bank norteamericano entró en crisis, bloqueando los depósitos de sus clientes, y hoy mismo he recibido un mensaje de un fondo de inversión en startups tecnológicas informándome de que solo un 10% de sus participadas (2 de 21) han sido afectadas. No pueden recuperar sus depósitos (por ahora) y se les cierra una vía de financiación.
Ellos dicen que son pocas, pero a mi me parece que son muchas, y que las consecuencias sobre el universo del capital riesgo pueden ser muy negativas.
No me preocupan esas dos empresas, sino el impacto que puede tener en muchas otras y el efecto contagio que ese virus puede producir.
El año 2022 fue un mal año para el capital riesgo y sus participadas, y no iría nada bien que este 2023 también lo fuera.
Es quizás prematuro hacer un vaticinio, y confío en que las autoridades bancarias norteamericanas sean capaces de tapar la hemorragia, pero, desde luego, es un nuevo tema por el preocuparse, y mucho.