La crisis explicada por Charles Handy
Recojo la definición que puse de la curva en un artículo que publiqué en 2008:
La curva sigmoidea es una línea en forma de S tumbada que representa el ciclo vital, ¿de qué? de todo: del ser humano, de una relación, de un destino turístico, de una empresa… Así, por ejemplo, el ser humano nace y comienza muy tímidamente su existencia, poco a poco va mejorando tanto física como intelectualmente y llega lentamente a su nivel máximo, a partir del cual va decayendo por la vejez hasta su muerte.
La genialidad de Handy está en enlazar dos curvas como se muestra en el gráfico, de modo que introduce un factor de gestión estratégica en la gráfica. Así, si nos dejamos deslizar por la curva simple, por esa S tumbada, nuestro futuro está escrito y nuestra decadencia social o empresarial es un hecho. Pero al enlazar la nueva curva el mensaje cambia y ahora cabe la posibilidad de iniciar una nueva fase de desarrollo y evitar la decadencia de la vieja curva.
Evidentemente Handy no sabía que el mundo, o Europa como opinan algunos, iba a soportar la crisis que tenemos ahora. Y yo creo que la curva sigmoidea es una magnífica herramienta de reflexión sobre ella.
Hemos estado disfrutando de una sociedad alojada en unos parámetros y unos códigos que han explotado pero que durante mucho tiempo nos han permitido vivir en un entorno de constante crecimiento, con una concepción de crecimiento muy concreta en la que lo material tenía mucho peso. Eso nos ha llevado por una curva de constantes subidas que nos ha permitido mejorar considerablemente nuestros niveles de vida y donde el componente ético era en muchos casos soslayado. Incluso hubo un punto en el que se habló del fin de la historia y del triunfo del capitalismo y la sociedad occidental como un mundo ideal en el que el ser humano podía vivir eternamente.
La realidad es que se ha demostrado que el factor ético es fundamental, que sin él caemos en prácticas que destruyen el propio sistema y que hemos de cambiar no ya de prácticas, sino de mentalidad.
Nos hemos estado deslizando por la primera curva en dirección ascendente hasta que hemos empezado a bajar, hasta que hemos empezado a sufrir una crisis que estaba larvada en el propio sistema y que nos obliga a saltar a la nueva curva para sobrevivir y seguir creciendo.
Pero claro, esta nueva curva no se rige por los mismos principios que la anterior, esta nueva curva requiere de nuevas formas y claves para entender la realidad. Y esto es lo difícil de asumir, puesto que hemos crecido en y gracias a unos modelos que obviaban el factor ético, que sustentaban el crecimiento en torno a la economía de ficción y donde la creación de valor era un concepto muy etéreo e interpretable. En realidad no era/es una economía de mejora de calidad de vida, sino de mejora de calidad económica, que no es lo mismo.
No es, por tanto, sólo la ética lo que hemos de cambiar, que también, sino todo el entramado de valores y enfoques sociales, económicos y humanos sobre los que se sustenta la sociedad. Los mercados (esa entelequia que viene muy bien para evaporar la culpa) tendrán sus propias reglas, pero esas reglas no han de ser las mismas que las de la sociedad civil.
Charles Handy nos mostró una buena herramienta sobre la que reflexionar los cambios profundos que se producen en el ser humano, las empresas o la sociedad. Pero esa reflexión no es una reflexión inocente, hemos de dotarla de argumentos y darle una dirección. Y no estoy abogando por una visión socialdemócrata o liberal, no es eso. Creo que la reflexión ha de ser mucho más profunda, una reflexión humana. Hemos de subirnos a una nueva curva, por voluntad propia o por obligación. Ya veremos si acertamos en la curva elegida.
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