La crisis (gracias, Amalia)

Publicado el 25 septiembre 2012 por Alejandropumarino

Imagínese que usted es (Alemania) y que un amigo (España) le pide dinero.
Lógicamente usted le pregunta para qué lo necesita, y él le dice que
para pagar los gastos básicos, -agua, luz, hipoteca del piso, comida,
colegio de los niños, etc.,- sin los cuales no puede subsistir.

Usted decide que se lo presta.
Su amigo, al cabo de tres meses le vuelve a pedir dinero. A usted esta
petición ya no le gusta tanto porque considera que debería haber
conseguido cubrir esos gastos básicos. Pero decide dejárselo a un bajo
interés, para que de alguna manera tenga conciencia de que lo prestado
tiene un coste.
Tres meses más tarde vuelve a pedirle dinero. Entonces usted decide que
antes de prestárselo quiere revisar sus cuentas. Y ¡sorpresa! Descubre
que su amigo tiene dos personas que le hacen las tareas del hogar, más
días festivos que usted, un coche de alta gama, veranea en un resort de
lujo, alquila pistas de tenis para jugar con los amigos, pero además
tiene a su cargo a dos de sus primos, a un tío de Albacete y dos
apartamentos vacíos que usa dos veces al año, uno en invierno y el otro
en verano. Su amigo lleva una vida cómoda aunque, evidentemente, no
llega a final de mes, por lo cual necesita pedirle un préstamo.
¿Usted qué haría? ¿Le seguiría dejando dinero? ¿O bien le exigiría que
redujese todos los gastos superfluos, que serían un ochenta por ciento,
para poder volver a hablar de préstamos?
Unos cuantos meses después —y sigo con la historia— su amigo se presenta
en su casa y le dice que vuelve a necesitar dinero. Usted le pide
explicaciones y él alega que ya ha reducido gastos. ¿Cuáles? Pues les ha
bajado el sueldo a las asistentas.
Pues bien, eso es lo que le pasa a Merkel, a los mercados y al Banco
Central Europeo: razonablemente no van a permitir que este país de
pandereta siga funcionando de la manera en que lo hace.
Y es que no puede ser que tengamos más aeropuertos que Alemania, que
seamos el segundo país del mundo con más líneas de alta velocidad
después de China, que “disfrutemos” de más festivos y puentes que ningún
otro, que tengamos la tira de administraciones públicas todas para
sacarle la pasta al pobre ciudadano: parlamento nacional, senado,
parlamentos autonómicos, gobiernos autonómicos, diputaciones,
ayuntamientos, consejos comarcales, cabildos, mancomunidades, etc., que
medio país esté permanentemente inmerso en festejos y folklores varios,
que el nivel educativo sea tan bajo, con un nivel de exigencia que roza
la subnormalidad, que los técnicos y científicos (el futuro de un país
avanzado) en todas las áreas sean pocos, mal pagados y sin
reconocimiento alguno, que cuando alguien se dedica a delinquir, robar o
asesinar, casi no se le castiga y sale de la cárcel enseguida, mientras
que al ciudadano honrado se le multa, detiene y juzga por apretar el
acelerador, fumar, pescar sin licencia, etc…por no decir el caso de los
hombres a los que se les detiene por una simple denuncia sin derecho a
la presunción de inocencia (Ley de violencia de género) o de los
policías que se les condena a la mínima denuncia de los delincuentes,
que cualquiera que no sabe hacer la O con un canuto puede ser alcalde,
ministro, alto cargo, o Presidente,  que estemos en permanentes
tensiones internas con toda clase de separatistas y regionalistas
jugando a ser Estados dentro del Estado, que los políticos se
autoprotejan a ellos y a sus camarillas, que los jueces puedan dictar
las sentencias más absurdas sin que les pase nada, que haya cerca de
300.000 sindicalistas que cobren del estado por tocarse las narices, que
cualquier persona pueda mofarse, burlarse o agredir a los símbolos del
Estado (bandera, himno, Jefe de Estado) sin que le pase nada, que
cualquier inmigrante ilegal que llega tenga inmediatamente derecho a
toda clase de subsidios, atención sanitaria, escolarización, etc… etc…
La señora Merkel quiere que nos pongamos serios y nos dejemos de
cachondeo. A ella, una teutona licenciada en ciencias físicas, le da lo
mismo por dónde empecemos, la cuestión es que reduzcamos todos los
gastos superfluos, y hagamos las reformas necesarias para convertirnos
en un país serio y que lo hagamos ya.
Mientras, el grifo lo tendrá cerrado, y bien que hará.