La crítica y el abrelatas

Publicado el 16 octubre 2016 por Elena Rius @riusele

Una de las cosas que decididamente resultan más irritantes para un lector es perder algunas horas de su tiempo leyendo libros que resultan ser un fiasco. Los malos libros -entendiendo por ello aquellos que no cumplen con nuestras expectativas, tanto da el género al que pertenezcan- son una verdadera maldición. Por eso los lectores andamos siempre tras esa elusiva fórmula que nos permitiría -idealmente- acercarnos sólo a los libros que valen la pena, esos que son afines a nuestros gustos o que, sin serlo a priori, se revelan como maravillosas sorpresas, abriendo nuevos caminos lectores para nosotros. Pero, ¿cómo descubrirlos entre los miles, millones, de volúmenes que se ofrecen a nuestro afán lector? La recomendación, por supuesto, es una de las vías más fiables y más utilizadas, ya sea de un lector que merece nuestra confianza, o de un profesional de la recomendación: un crítico. Mas, ¡ay!, no es oro todo lo que reluce, y creo que a todos nos ha sucedido terminar una crítica sin saber a qué atenernos acerca del libro que en teoría pretende diseccionar. Críticas que recuerdan a los malos abrelatas, esos que te obligan a forcejear durante un buen rato, para acabar con la lata medio abierta y el instrumento en cuestión roto o descartado. Entonces,¿cuáles son las características de una crítica bien hecha? He leído recientemente la entrevista que Jordi Nopca le hace a un finísimo crítico catalán, Ponç Puigdevall, y creo que sus palabras iluminan muy bien algunas de las reglas que los malos críticos suelen incumplir.

Ponç Puigdevall (Foto Joan Puig, El Periódico)


-No hablar de uno mismo. Al lector le interesa el libro, no la vida del crítico en cuestión. Como dice Puigdevall:
"No necesito decir que he conocido a no sé quién o que he leído una versión previa de la novela en cuestión. ¿A quién le importa eso?"

-Una crítica no consiste en explicar el argumento de una obra, ni la vida personal del autor.
"En las críticas tampoco soy partidario de trazar la trayectoria del autor, y me sería mas fácil hacerlo, porque tendría quince o treinta líneas ganadas y tal vez la bofetada no sería tan fuerte. Tampoco explico muchas cosas del argumento en mis críticas. Lo importante es saber cómo funciona el juguete que tengo en las manos. La crítica son instrucciones de uso para hacer funcionar el juguete que el lector ha ido a buscar a la librería."
Eso es: explicarle al lector cómo funciona el libro. Si funciona, analizar por qué.Y si no funciona, por qué no. Así de sencillo, pero de ninguna manera así de fácil (quizás por eso hay tantas críticas que, a su vez, tampoco funcionan).
Volviendo al símil del abrelatas: una crítica bien hecha nos permite acceder a la esencia del libro, lo abre limpiamente para nosotros. Una crítica mal hecha nos deja con la lata cerrada, algo magullada como mucho, y sin saber cómo es realmente la novela que pretende analizar.
Además, al leer las palabras de Puigdevall, me he dado cuenta de que el proceso que describe, su proceso de trabajo como crítico, tiene muchas similitudes con el que requiere escribir una entrada de blog:
"Ahora tengo más práctica y experiencia [lleva 25 años ejerciendo la crítica literaria], pero de todos modos cada reseña significa comenzar de nuevo. Pasa lo mismo que con las novelas: tanto da que hayas escrito veinte; la siguiente siempre es como si fuese la primera. Una reseña es como un microcuento: a veces lo empiezas bien y lo acabas mal, otras veces te enredas cuando vas por la mitad."

Es exactamente así, al menos en mi caso. No importa que lleve años redactando con regularidad estas  entradas, cada una de ellas cuesta como si fuese la primera, y muchas veces, lo que pensaba decir al comenzar se ha convertido en algo muy distinto cuando llego al final. Si es que llego, claro.

No cabe duda tampoco de que diseccionar las obras de otros es muy útil para aprender a escribir. Esto lo sabe bien Puigdevall, que aparte de crítico es también novelista:
"El hecho de tener la obligación de inspeccionar de qué manera están hechas las novelas de los demás es una ayuda importante, porque te permite entrar en la maquinaria de la novela de otro. Por eso, cualquier libro leído, por cafre que sea, es bueno. Al menos para un escritor. Por otra parte, la única manera de poder escribir tu obra es habiendo leído mucho. Es una obviedad, pero es así."

Y, en esta entrevista tan llena de consejos útiles, un último consejo para el que aspire a hacer carrera literaria:
"A toda esa gente que pasa por la calle le es completamente indiferente que publiques una novela buenísima o no. Has de plantearte porqué quieres escribirla, y la respuesta es: para ti mismo. Escribir te sirve a ti."

Lo mismo ocurre con el blog: te equivocas si lo haces por tener seguidores, ser famoso, ganar dinero o por cualquier otro motivo. Un blog no sirve de nada si no te sirve ante todo a ti mismo.