Entre los países en conflicto, ni Japón ni la Unión Soviética habían firmado la Convención de Ginebra, así que el CICR no pudo acceder a sus campos de prisioneros. Los alemanes no autorizaron al CICR el acceso a los campos de concentración hasta 1943, pero finalmente decidió desistir de las presiones a los nazis por temor a que no se les permitiera el trabajo con los prisioneros de guerra, aunque si recibió información fiable de diversas fuentes sobre los campos de exterminio, pero poco pudieron hacer para evitarlo. El CICR ha expresado públicamente su remordimiento por su impotencia y los errores cometidos en relación a la persecución y el genocidio perpetrado por los nazis.
Los campos a los que llegaron más paquetes fueron a Ravensbrück, Dachau, Buchenwald y Sachsenhausen.
A mediados de marzo de 1945 el CICR recibió el permiso para visitar los campos de concentración alemanes, pero con la condición de que los delegados que los visitaran permanecieran en ellos hasta finalizada la guerra. Se ofrecieron voluntarios diez delegados. El delegado de Mauthausen, Louis Haefliger, logró evitar que los prisioneros de guerra fueran deportados y que el campo fuera destruido, al lograr avisar a las tropas estadounidenses que avanzaban hacia el campo, lo que salvó a cerca de 60.000 prisioneros.
En el campo de Mauthausen había un importante número de españoles republicanos, por lo que tambien se le conocía como el campo de los españoles. Las imágenes guardadas por el español Francesc Boix, fotógrafo del campo, fueron de gran importancia en los juicios de Núremberg.
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