24/03/2012 19:23:39
En 1998 los cubanos recibimos durante cinco días la visita de Juan Pablo II. Comenzó entonces una etapa de mejoramiento de las tensas relaciones con Iglesia-Gobierno Revolucionario.
Mucho se ha avanzado por ambas partes hasta hoy: la Constitución de la República de Cuba cambió en sus referencias al ateísmo; se aceptó el ingreso al Partido Comunista de Cuba de revolucionarios que tuvieran fe alguna aparte del marxismo-leninismo; la Navidad fue declarada de nuevo día feriado nacional; se brindó ayuda oficial para erigir un nuevo seminario y en su inauguración estuvo presente el presidente Raúl Castro Ruz; el cardenal Jaime Ortega participó en las negociaciones para la liberación de presos políticos en 2010; se efectuó una procesión por todo el país de la Virgen de la Caridad del Cobre, que duró año y medio, en conmemoración del 400 aniversario de a aparición de su efigie.
Es justo considerar el papel conciliador —entiéndanse en el mejor de los sentidos— jugado por el Cardenal Jaime Ortega Alamino, apoyado en un grupo notable de eclesiásticos. Miembros de la disidencia cubana le responsabilizan de «legitimar» con el parlamento la política del «régimen». Al mismo tiempo, la jerarquía rechaza arrogarse la función de «catalizador de cambios radicales» pretendidos por otros miembros de la oposición sufragada por el Departamento de Estado de los Estados Unidos de América. En general su actitud le ha ganado el odio por parte de de la mayoría de la contrarrevolución y la disidencia anticubanas, y el respeto de no poco cubanos.
La Cuba que recibirá a Benedicto XVI es un país envuelto en profundos cambios, tanto en lo económico como en lo político y lo social, en busca de un modelo moderno de socialismo. Tras las celebraciones de par de importantes eventos del Partido Comunista de Cuba (el 6to Congreso y la I Conferencia Nacional) así como relevantes sesiones de nuestra Asamblea Nacional del Poder Popular, se reagrupan, reaniman y reorganizan nuestras fuerzas y capacidades. Sería un crimen olvidar en este escenario, el cruento bloqueo al que estamos sometidos, que por estos días, tal cual en 50 años, se ha venido recrudece cada vez más.
Hoy el archipiélago lucha por retomar el camino hacia recuperar valores morales, intrínsecos del Socialismo. Su constitución es laica. Se calcula que sólo el 10% de su población es católica, otras iglesias y los cultos sincréticos han avanzado tanto que la superan en cuanto a feligresía. Es un país donde no hay asesinatos sumarios ni desaparecidos, no hay torturados y nadie es sancionado por ideas políticas contrarias al socialismo: otros casos son los mediáticamente denominados «disidentes», en sus diversas modalidades, pagados en mano propia o por trasmano con injustificadas asignaciones del presupuesto estadounidense, en el persistente intento de desestabilizarnos.
Aquí el aborto y el divorcio son legales. En el año 2012 hubo una tasa de nupcialidad de 5,2 por cada mil habitantes (de 58 mil 490 matrimonios, 17mil 636 correspondieron a la legalización de una unión consensual anterior) y de divorcios de 2,9 por cada mil habitantes. Las uniones consensuales no formalizadas quedan fuera de las estadísticas y son las de mayor cantidad. Las parroquias católicas no muestran los devotos de hace cinco décadas. Las relaciones Iglesia-Gobierno se encuentran hoy en un nivel cualitativamente superior.
Nuestro visitante, Benedicto XVI será recibido por el pueblo cubano con cariño, respeto y afecto. Nacido en Alemania, brilló en su carrera eclesiástica. Eminente teólogo dirigió, en su época de Cardenal Joseph Ratzinger, la congregación para la Doctrina de la Fe. Muchos no le perdonan sus ataques de entonces a la Doctrina de la Liberación.
Esta visita forma parte de su cruzada por la reevangelización y secularización de Occidente para fortalecer la fe. Enemigos en el exterior opinan que es una acción dirigida a facilitar el incremento de la presencia de la Iglesia en la sociedad cubana, en espera de cambios de nuestro régimen social. En otra vertiente de esta campaña de descrédito, promovida por libelos de la prensa, se pronostica que a partir de esta visita «la Iglesia se puede convertir en un aliado natural del Gobierno».
Su acción diplomática será muy compleja puesto que deberá discursar con extremo cuidado. No concedió entrevista a los agentes nacionales de los enemigos del pueblo cubano. El portavoz del Vaticano, el padre Federico Lombarda opinó sobre el bloqueo económico político y comercial de los Estados Unidos contra Cuba como que: «La Santa Sede considera que el embargo es algo que hace que las personas sufran las consecuencias. No logra el objetivo de un bien mayor», para a continuación remarcar: «La Santa Sede no cree que es una medida positiva y útil”. Una declaración del Papa, en tal sentido —y también por la libertad de los Cinco— le ganaría un nada despreciable reconocimiento por parte del pueblo cubano, tan sensibilizado con tales temas. Pero también estoy convencido de que el Gobierno cubano no se lo pedirá.
Mientras se dan los toques finales a los preparativos. Se terminan los estrados para las misas, levantados por empresas nacionales concertadas con las autoridades de la Iglesia, se afinan los sistemas de amplificación, bachean calles, aseguran líneas de transmisión de electricidad y comunicaciones. Hasta comenzará a ser comercializado en breve un disco dedicado a la Virgen de la Caridad del Cobre.
Lo único que puede enturbiar toda esta celebración diplomática y de fe puede ser la actuación de los grupos disidente internos y las organizaciones contrarrevolucionarias asentadas en los Estados Unidos. Este último país será responsable en grado sumo de lo que pueda ocurrir.
Como botones de muestra están las recientes declaraciones de Marco Rubio, senador republicano por Florida, que mostró ante periodistas su «profunda» preocupación por el «espacio político» que se ha abierto la Iglesia católica en Cuba a cambio de “hacer la vista gorda” ante la situación en la isla, en vísperas de la visita del papa Benedicto XV, e hizo duras críticas a quienes defienden el levantamiento del embargo unilateral de EE.UU. Del Cardenal Jaime Ortega expresó que «invitó a matones de Castro a entrar a la iglesia y sacar a la gente». Por otra parte Roger Noriega declaró a la prensa que sería «vergonzoso» que el máximo líder de los católicos no se reúna con los grupos disidentes. Otro show provocativo publicitario será el acercamiento de una flotilla de barcos, el día 28, dicen que hasta los límites jurisdiccionales de las aguas nacionales, para hacer una demostración contra Cuba, sin olvidar el ridículo y fracasado intento de tomar parroquias por impresentables personeros de un flamante y sedicente Partido Republicano de Cuba, a todas luces financiado y ordenado desde ya se sabe donde.
Es posible que Benedicto XVI proclame «venerable» al sacerdote e intelectual Félix Francisco de la Concepción Varela y Morales (1788-1853), llamado Padre Varela quien escribió un proyecto de ley para la abolición de la esclavitud, y fue defensor de la independencia de las naciones americanas. Condenado a la pena de muerte por España, vivió desterrado 30 años en Estados Unidos y llegó a ser obispo de Nueva York.
El Papa recibirá devoción de creyentes y el respeto y simpatía en general de los cubanos, unidos y hospitalarios, durante los tres días que durará su visita. Brindará misa en Santiago de Cuba, el 26 de marzo, en un enorme altar de estructuras metálicas con un diseño similar al de la mitra papal, respaldado por la efigie del mayor general Antonio Maceo, caído en combate contra el dominio español; ese propio día visitará el santuario de la Caridad del Cobre, la Virgen mambisa, en cuyo honor se dice que el guerrero llevaba siempre consigo un escapulario.
El día 28 realizará los oficios en la Plaza de la Revolución de La Habana, en un altar algo menor en tamaño al de Santiago, donde resalta el color amarillo, enmarcado a su espalda por la estatua del anticlerical José Martí, Apóstol de Cuba, a su derecha por una enorme imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre que colgará sobre la fachada de la Biblioteca Nacional, y al fondo las efigies de los comandantes Ernesto Che Guevara, caído en las montañas bolivianas peleando por la libertad de América, y el comandante Camilo Cienfuegos, «el más brillante de todos los guerrilleros» según el propio Che.
(Tomado de Café Mezclado / Pedro Hernández Soto)