La cuestión nacional después de la sentencia

Publicado el 13 julio 2010 por Manuhermon @manuhermon
Ultramedios, como El Mundo, que no entienden de matices, se dedican a atizar el fuego, titulaban en portada ‘la manifestación contra España’, yo no sentí que fuera contra mí, ni contra otros cuantos cientos de miles de españoles. A los dos días titulaba que solo habían sido unos poquitos catalanes los que se manifestaron, no se por qué entonces tanta preocupación, por solo por unos poquitos.
A mí me parece que fueron muchos catalanes los que se manifestaron, al margen de las cifras gigantescas y mentirosas que se han manejado siempre en todas las manifestaciones en todos los lugares, (1 millón de personas no caben en un paseo o una plaza madrileña). Sí, fueron muchos para expresar un cabreo por este proceso mal comenzado y peor terminado, pero respecto a si eran independentistas ya lo veremos cuando llegue el momento en votaciones.
Un asunto extremadamente complejo no será posible resolverlo con ideas simples, ni de broma pretendo hacerlo yo, ni siquiera en este terreno de las ideas o comentarios, solo quiero destacar que este asunto, igual que muchos otros, tienen demasiados puntos de vista, demasiadas aristas, muchas luces y sombras, que nos harán ser contradictorios en más de una ocasión.
Durante años he veraneado en Cataluña, a donde además he viajado repetidas veces a Barcelona, Tarragona. Gerona y Lerida, tanto capitales como pueblos de las provincias, nunca me he sentido mal, ni rechazado, ni perseguido, ni nada por el estilo, me gustan sus vinos, (buen tinto Raymat, buen cava Juvé Camps) comidas, paisajes y gentes, su arte (Tapies,Miró) y su cultura. Bien. Allí he visto gentes de apellidos catalanes y gentes con otros apellidos ni mejores ni peores unos que otros, pero la realidad es que los 7 millones de habitantes son ampliamente diversos. Muchos apellidos no catalanes fueron atraídos, y/o empujados, para ser explotados, junto con otros trabajadores catalanes, por la burguesía catalana que luchó junto a Franco y algo tiene este territorio de estas gentes, como lo tiene de otros trabajadores que compraron sus productos industriales durante años, cuando la industria solo estaba allí y en Euskadi, Madrid y dos o tres puntos más.
De lo anterior quiero decir que hubo una burguesía catalana franquista y otra que se enfrentó a él, catalanista. Al igual que mucha gente trabajadora sería franquista y otra mucha antifranquista, republicana, catalanista, etc. Esta diversidad de gentes y muchas otras están representadas por partidos políticos, que para empezar como en otros lados se suelen arrogar representaciones sentimentales e indentitarias, diluidas, combinadas y camufladas en otras representaciones concretas. Para ser claro, no creo que podamos afirmar que la totalidad de los votos de partidos nacionalistas correspondan a idependentistas catalanes, ni siquiera creo que sean nacionalistas en su totalidad.
Que existen nacionalistas me parece constatar una realidad, que los pueda apoyar políticamente en determinadas ocasiones, es posible, habrá que determinar cuando y como, pero ello debe ser compatible con la existencia de otras opciones políticas de izquierdas, digamos el PSOE por ejemplo, que pueda defender los intereses de parte de la población catalana. Aquellas frase de CIU de ‘nosotros los catalanes’, como si los votos de CIU, o ERC, representaran a los catalanes y los del PSOE a los españolistas, deben ser explicadas desde la izquierda. No todos los catalanes son nacionalistas, no todos los catalanes tienen opciones políticas diferentes a los españolistas y es un error monumental dar la titularidad de catalán solo a los representados por el nacionalismo.
Aquí no se está hablando (hoy) de una Nación Catalana que quiere separarse de España, no existe una ciudadanía catalana ampliamente representada por partidos independentistas. Podría hablarse entre la mitad de la ciudadanía de un sentimiento nacionalista, sin que esto quiera decir que todo nacionalista sea independentista, ni mucho menos que esas cifras sirvan para establecer qué resultado real se obtendría en un hipotético referendum sobre la separación de la Nación Catalana.
Yo no doy por supuesto que la mayoría de la población catalana sea independentista, y mucho menos que esté dominada por los españoles explotadores, como parecen asumir de facto muchos izquierdistas, (al igual que hicieron con Euskadi, que parecen tener verguenza de desarrollar políticas de izquierdas sin contenido nacionalista. Apoyar a los independentistas supone enfrentarse a otros catalanes que no lo son y si los unos tienen derecho a explicar su política los otros también deben hacerlo y si no hay desde la izquierda un partido político que lo haga, PSUC, no pasará mucho tiempo sin que la necesidad se cubra y se forme cualquier otra formación.
Esa me parece que es una de las claves de la política de la izquierda española, nadie es más progresista por apoyar a los nacionalistas, ni mucho menos. La actual configuración federalista del Estado puede ser tan progresista como la confederación que se pretende por algunos y puestos a defender posturas, la izquierda tiene que empezar a hablar dejando de hacerlo bajo los sobacos nacionalistas. Vale ya de mitos y de considerar mas progres que nadie a todos los vecinos, cuando muchos no han demostrado nada en esa dirección. Muchos izquierdistas han apoyado símbolos y políticas nacionalistas ante la desafección experimentada por los símbolos españoles, apropiados por la derechona españolista, pretendían con ello atacar, al menos sentimentalmente, el estado españolista apoyándose en alguien que lo hacía y no ponía pegas para sumar, pero desde luego no con una política de izquierdas. Esto, hoy es un error.
No tengo problemas en aceptar la nacionalidad catalana, pero desde luego ello no equivale a rechazar la nacionalidad española, o la posibilidad de convivencia conjunta como la historia ha demostrado. La Nación Española ha existido desde hace demasiado tiempo y rastros de ello están por todo el mundo, aunque bien es verdad que no siempre sola y de la misma manera, coexistiendo en variados momentos históricos con otras realidades nacionales dentro de la Península Ibérica cuyos rastros también se encuentran por Europa. Que históricamente se haya producido de una u otra forma, para mi no significa aceptar una mayor legitimidad histórica que la expresada por la Constitución actual y no acepto que por un falso sentimiento de culpa española se acepte como bueno todo lo nacionalista por el mero hecho de no ser españolista.
Por cierto, en relación a los palos que le están dando, no descarto que el Sr. Montilla se sumara a la manifestación para no quedar marginado, y además no dejar todo el terreno libre de la protesta al independentismo, intentando situar la manifestación en su proclama contra el TC y su sentencia. Difícil papel para el PSUC (y PSOE) que en mi opinión se pasó un pelo en la redacción del Estatuto (y un huevo duro), donde otras opciones del partido debieron frenar la deriva de Maragall y del individualismo presidencialista, problema del cual tiene que aprender rápidamente el PSOE, porque nadie puede tener tanto poder como para hacer cosas no aprobadas por el colectivo, a veces ni discutidas, y muchas dando giros para hacer las contrarias de las aceptadas, y si esto se aceptara dándolo como valido, los militantes, simpatizantes y electores tomarán debida nota de la poca consideración en que se los tiene.