La cueva de los cristales gigantes.

Por Ireneu @ireneuc

Ficción.... pero no tanto.

Quien haya tenido la oportunidad de ver el clásico del cine "Viaje al Centro de la Tierra" de 1959, protagonizada por James Mason y basada en el clásico de Julio Verne, se acordará de una de las imágenes en que los protagonistas recorren una cueva en la que existen unos cristales de cuarzo gigantescos impensables en la superficie, y que eran el paradigma de una tierra desconocida y remota. Efectivamente, tales cristales de tamaños descomunales, y que dejaban pequeños a cualquier hombre, simplemente fueron fruto de la desbordante imaginación de Verne... o al menos eso parecía ser hasta el año 2000, en que en una mina de México se efectuó un descubrimiento que dejó perplejos a los científicos de todo el mundo: La Cueva de los Cristales.

Auténtico bosque de cristales

La Cueva de los Cristales, ubicada a 290 metros de profundidad en la mina de plata de Naica, en el estado de Chihuahua y fruto casual de un par de mineros mexicanos, se caracteriza por tener en su interior de 35 x 20 m. un auténtico bosque de cristales de yeso puro (selenita) de tamaños épicos que oscilan entre los 6 y los 11 metros de longitud, produciendo el espectáculo mineral más impactante del planeta por su belleza y extrema rareza. Este descubrimiento movilizó rápidamente a toda la comunidad científica, los cuales desde entonces la están estudiando con avidez ansiosa. Y no es para menos.

Un cristalito para un anillo

La cueva es de difícil acceso y de más difícil estudio, debido a las condiciones de temperatura y humedad que en ella se producen. La temperatura ambiental oscila entre los 45 y 50 ºC y entre el 90 y 100% de humedad, produciendo un ambiente sofocante que limita la vida humana en su interior a un máximo de dos horas, aún a pesar de ir preparados con trajes especiales refrigerados con hielo, lo que les permite trabajar en el interior de ella.
Según los científicos, la formación de semejantes descomunales cristales, se produjo en una cavidad llena de agua en la que se encontraban el agua proveniente de la escorrentía de la superficie (más fría y rica en oxígeno) y el agua termal, más profunda y cargada de minerales de sulfuros. Estos minerales en reaccionar con el oxígeno proveniente del exterior, se transformaron en sulfatos, depositando a lo largo de los años los cristales de yeso que podemos ver en la actualidad. Se estima que se necesitaron entre 500.000 y 200.000 años de situación estable para depositarse y alcanzar el tamaño ciclópeo de estos portentos cristalinos.

¡Cristales como columnas!

El descubrimiento pudo efectuarse por la actividad de la mina de plata y zinc de Naica, ya que para poder extraer el mineral, necesitan extraer el agua freática termal mediante unos potentes sistemas de bombeo. Ello produjo la bajada del nivel del agua y fue lo que permitió a los dos mineros mexicanos (los hermanos Eloy y Francisco Javier Delgado) encontrar la gruta mientras que trabajaban.
El espectáculo natural que ofrecen es de los que hacen época, pero la prisa de los científicos por estudiarlo está totalmente justificada. Por un lado, el hecho de estar en contacto con el aire cuando se formaron bajo el agua, provoca que los cristales y la cavidad se deterioren con rapidez, a pesar de tener un acceso limitado exclusivamente a los científicos. Por otro, al estar en una explotación minera, el acceso a dicha gruta estará condicionado al funcionamiento de la misma, ya que en el momento que no sea rentable se dejará de bombear el agua a la superficie y el nivel freático volverá a su origen, inundando todas las galerías y grutas que hubiesen bajo él. La Cueva de los Cristales, por tanto, tiene fecha de caducidad, ya sea por una causa o por otra y, por tanto, hay que trabajar rápido.
Nuestro mundo es tan grande, frágil y bello como desconocido y maltratado, y a cada nuevo paso que damos nos da una nueva sorpresa. Vale la pena hacer el esfuerzo de estudiarlo y preservarlo.

Aquello es un científico sentado encima de un cristal.