Revista Viajes

La cueva de valporquero: maravilla subterránea

Por Pinceladasdeunamicroviajera @microviajera
alvaro foco

La sala de la gran rotonda. Foto: Sara Gordón

Muchas veces olvidamos que la Tierra tiene una historia individual que nada tiene que ver con el Homo Sapiens Sapiens, esta visita es un recordatorio de la vida de la Tierra, de su belleza y de su largo pasado. La historia de la cueva empieza hace más de un millón de años, en el Pleistoceno de la era Cuaternaria cuando el ser humano comenzaba a poblar el planeta. Como todas las grandes cosas la cueva de Valporquero comenzó con un pequeño gesto que parecía insignificante, el arroyo de Valporquero abandonó la superficie para filtrarse por la piedra caliza.

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La cueva de Valporquero está situada al norte de la provincia de León (España), junto al pueblo de Valporquero de Torío, municipio de Vegacervera. Foto: Sara Gordón

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La sala de la Hadas. Foto: Sara Gordón

El agua siempre se abre paso y en este caso el camino que iba abriendo lo adornaba de maravillas. La erosión y el tiempo fueron moldeando el interior de la montaña, vaciando y creando espacios insólitos. En la sala de las hadas cientos de estalactitas descansan en el silencio absoluto de la inmensa cueva, en la Gran Rotonda se abre un vacio de 100.000 m3 en el que entre otras cosas podemos observar la forma de un fantasma que vigila la estancia, también podremos ver el cementerio estalactítico, las pequeñas maravillas o la columna solitaria.

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La sala pequeñas maravillas. Foto: Sara Gordón

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El fantasma. Foto: Sara Gordón

En la cueva de Valporquero todo parece formado por pequeños gestos y la eternidad del tiempo. Las galerías interminables de estalactitas son miles de años de repeticiones, de gotas que caen en el mismo lugar, del lento depositar de minerales inapreciables y de la fragilidad de todo el tiempo sostenida en el presente para que podamos verla.

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El itinerario visitable es de 1.300 metro de longitud. Foto: Sara Gordón

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Está situada a 1.309 metros de altitud. Foto: Sara Gordón

Como decía Julio Verne en “En el viaje al centro de la tierra”; “No hay nada que embriague tanto como la atracción del abismo.” Cuando termina el recorrido marcado en la visita y las luces dejan de iluminar el entorno la oscuridad completa se apodera de la cueva y tú te preguntas ¿hasta dónde llegarán las maravillas?

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La cueva está abierta al público desde 1966. Foto: Sara Gordón

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El techo de maravillas. Foto: Sara Gordón

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