El autobús a Dambulla, nuestra siguiente parada después de Anuradhapura, salía de la estación vieja e iba directo a nuestro destino. Como siempre los costes del
Templo dorado. Museo del budismo
transporte local fueron ridículos, unos 2 euros y medio al cambio, para cuatro horas de viaje. Si bien el coste es a precio local las condiciones son también locales, es decir no te sorprendas si tienes que ir de pie en un largo recorrido o si el autobús está totalmente lleno y la gente sigue entrando y empujándote, o si tu equipaje acaba en la otra esquina del autobús porque no hay sitio para guardarlo, o si tienes que saltar del autobús cuando este no ha parado del todo. Ya sabéis el dicho donde fueres haz lo que vieres.
Por suerte el autobús pasaba enfrente de nuestro alojamiento, el cual estaba a tres kilómetros del centro del pueblo, así que hablamos con el conductor y nos dejó enfrente del alojamiento ahorrándonos de caminar con las mochilas.
En Dambulla habíamos conseguido reservar un sitio muy barato por 10 euros en total alojamiento para dos personas y dos noches en una casa de huéspedes 8-) Eso si, nada de lujos, una habitación básica, con ducha compartida y ventilador. Lo mejor es que estaba enfrente de las cuevas templo y nos servía de base para ir a visitar Sigiriya, la famosa roca del león de Sri Lanka, al día siguiente. Otros puntos a favor fueron los otros huéspedes que nos encontramos y los dueños de la casa, uno de ellos era un Alemana que se había casado allí y vivía con su marido Cingalés en una de las casas aledañas. Ya sabéis si queréis algo barato y ambiente familiar: Oasis tourist Welfare Center.
El pueblo de Dambulla en sí no tiene nada que ver, si de nuevo como en Anuradhapura…, es pequeñita y muy polvorienta, aunque es un importante nudo de comunicaciones ya que se unen las carreteras que van de Anuradhapura a Kandy y de Colombo a Trincomalee. Así que seguramente pasarás por ella en tu viaje por esta singular isla.
Pagoda en el templo
Una vez hecho el “check-in” nos fuimos a comer algo a uno de los restaurantes que estaban a pie de calle. Como el estómago aún andaba resentido del día anterior un plato de pollo asado con patatas me vino de perlas, así como un plato de frutas tropicales. Nos fuimos de vuelta a nuestra casita temporal para prepararnos para subir a ver las cuevas budistas. En la base de la montaña, las cuevas están en lo alto, puedes encontrar un particular museo del budismo, particular por la decoración, que podéis ver aquí en la foto. No llegamos a entrar en el mismo, sólo para comprar la entrada a las cuevas, porque si subes arriba sin entrada, te vas a llevar la sorpresa de que tienes que volver a bajar para comprarla, ya que no se venden arriba y volver a subir. El precio de la entrada para extranjeros es de 1500 rupias, menos de 10 euros. Como ya estaba atardeciendo la temperatura era más agradable y el ascenso a la misma no fue tan difícil como era de esperar. A lo largo de la subida nos encontramos con varios grupos familiares de monos, algunos esperando que algún turista les diera algo. También seguíamos asombrando la pasión de la gente de Sri Lanka por las comidas picantes, había vendedores que nos ofrecían mango con chili espolvoreado por encima… uhm, no gracias.
Como en mucho de los edificios religiosos de Sri Lanka te tienes que descalzar para entrar en los mismos, si el sol ha estado calentando durante el día lo mejor es que lleves calcetines si no te quieres quemar las plantas de los pies, casi me pasó eso en Anuradhapura. Dejamos nuestros zapatos a la entrada del templo, donde había personal cuidándolo, si queréis también podéis ponerlas en una mochila y evitar pagar a esas personas o simplemente dejarlas en otro sitio, pero no creo que los cuidadores profesionales de calzado estén muy contentos así que mejor no correr riesgos y si no queréis pagar (obviamente al precio turista, no al local, si no se van a ofender…) poner el calzado en una mochila.
Cuevas de Dambulla
La estructura se compone de cinco cuevas. El origen de las mismas data del año primero antes de Cristo, cuando el regente de Anuradhapura, Vattagamini, perdió su trono ante una invasión Tamil y se acabó refugiando en estas cuevas. Al conseguir reconquistar su trono de nuevo, mandó erigir estas cuevas monasterios. El conjunto de las cuevas es muy básico cada una de ellas posee imágenes de Buda y pinturas murales a lo largo de la cueva, sin poseer más parafernalias u otro tipo de decoraciones. Todas están cubiertas por un muro exterior en el cual se ha construido un deambulatorio, con una pequeña fuente llena de nenúfares. Las vistas desde lo alto de la montaña son impresionantes, se puede llegar a ver hasta Sigiriya y todas las montañas y planicies alrededor de la misma. Desde luego un lugar sin igual para pensar y admirar la naturaleza.
A la bajada estuvimos paseando por los alrededores viendo las nuevas construcciones para adecuar el lugar a la creciente industria turística, un nuevo aparcamiento, un lago artificial, con árboles plantados alrededor, un sitio que dentro de poco cambiará su forma ancestral por algo más moderno.
Como aún estábamos llenos de la comida y con el calor y la humedad no había muchas ganas de comer algo consistente para cenar fuimos a coger algunas frutas para comerlas como cena. Para así seguir hidratándonos y tener más vitaminas. Por la noche estuvimos sentados en el porche con nuestros “compañeros” de hostal charlando y disfrutando de una agradable noche. También descubrimos que a la mañana siguiente dos de ellos un chico de Francia y otro de Nepal iban a ir a Sigiriya así pues decidimos ir los cuatro juntos.
Buda en Dambulla
Para ir a Sigiriya (la roca del león) desde Dambulla es bastante fácil, tienes que ir al centro de la ciudad a la estación de autobuses donde puedes coger el autobús local directo para Sigiriya o también según pasas la estación, en dirección contraria a los templos, pasados unos 100 metros y enfrente de una pastelería podrás observar un gran grupo de gente esperando por autobuses y algunos autobuses parados. Desde allí tienes autobuses más frecuentes aunque están también más llenos, ya que no es la estación de origen. El precio del autobús es de 50 céntimos de euro, para unos 45 minutos una hora de recorrido, y te deja en la entrada del recinto, cerca de las taquillas.
El precio de la entrada es bastante elevado en comparación con los precios que se pagan en el país, pero asequibles para precios occidentales, unos 35 dólares.
Esta fortaleza/palacio se sitúa a 200 metros de altitud con respecto a los alrededores y fue por un breve periodo de tiempo capital durante la edad media. Aunque su ocupación data desde el siglo III antes de Cristo y fue abandonado en el siglo XII, para volver a ser descubierta por los británicos en el siglo XVIII, descubierta por los británicos significa que la gente local conocía el sitio, pero el resto del mundo no lo sabía, es decir que los primeros turistas llegaron en el siglo XVIII y continúan hasta nuestros días.
Lo mejor es ir por la mañana a primera hora, ya que no hay mucha gente y dirigirse directo al palacio/fortaleza, para así evitar el calor del día y poder dedicar después el tiempo a recorrer los jardines y el museo, ya en la sombra de los árboles.
Jardines, Sigiriya
La “escalada” a la roca no es muy recomendada para aquellos que sufren de vértigo, pero si puedes soportarlo vas a contemplar una vista impresionante desde lo alto y disfrutar de las construcciones del complejo. La primera parada de la escalada son los murales con las damiselas de Sigiriya, además de que se han conservado desde el siglo V, tienen también la peculiaridad de ser las únicas pinturas no religiosas que se conservan en Sri Lanka de la antigüedad. Para acceder a estas pinturas tienes que subir unas escaleras de espiral, las cuales se mueven mucho y tienen pinta de ser bastante viejas. Siempre con el consuelo de que nunca ha habido un accidente en las mismas pues nos pusimos en camino. La siguiente parada, tienes que volver a bajar las escaleras, te lleva al muro del espejo. Un muro que en la antigüedad estaba cubierto por una cobertura que hacía que el sol se reflejara. No, no había espejos, a pesar del nombre. La mezcla de la capa contenía miel, claras de huevo, cera de abeja y limo. Grandes partes del mismo han sido destruida, pero aún se conservan algunas zonas donde puedes ver como se refleja el sol. Pasado el muro de espejo te encuentras con la plataforma del león, la última parada antes de subir a la roca del león. Lo más impresionante de esta plataforma son las dos garras de león que flanquean las escaleras que dan acceso al palacio/fortaleza. Desde las garras puedes apreciar dos cosas, la primera son las escaleras metálicas que tienes que subir para alcanzar la cumbre, la segunda son los nidos de abejas que están en un lateral de la roca… la segunda no desmotivó a nadie a subir, la primera vimos a varias gentes volver a mitad de camino porque estaban paralizados por las alturas. Si has conseguido llegar a la cumbre felicidades! Ahora puedes disfrutar de unas vistas de lujo de la zona, ver los jardines que has cruzado subiendo a la roca, disfrutar de las terrazas de la cumbre, ver el trono del rey, de los restos del palacio real y disfrutar de una brisa que no viene mal después de todo el esfuerzo de subir hasta allí. Si bien cuando subes no es tan “dramático” ya que subes del lado de la roca y miras hacia arriba, cuando bajas, lo haces por el lado exterior y mirando hacia abajo. Más de uno estaba sudando, y no por el calor bajando por allí. No apto para gente con vértigo.
Una vez bajado estuvimos paseando por los jardines, parte del jardín botánico descubriendo el museo, donde si no has ido con guías, puedes descubrir la historia de Sigiriya. La entrada al museo está incluida en la entrada principal.
Las garras del leon
A la vuelta recorrimos el camino de tierra hasta la carretera principal, donde nos sentamos a esperar al primer autobús con dirección a Dambulla. A nuestra llegada nos paramos a comer en un restaurante que nuestro colega de aventuras había visto en la guía. Como nuestro amigo nepalí físicamente se parecía a las gentes de Sri Lanka, al principio le ofrecieron un menú local donde pudimos comprobar que los precios eran diferentes a nuestros menús. Algo que por desgracia pasa en muchos sitios turísticos del mundo, cuando un restaurante aparece en una guía de viaje sus precios comienzan a subir como la espuma para los visitantes.
Por la tarde la pasamos haciendo planes para el resto del viaje. Como estábamos en Agosto y habíamos oído hablar de la peregrinación de Kandy y teníamos planeado ir allí, pero no coincidía con las fechas que teníamos en mente decidimos aplazar nuestra visita a Kandy, para más tarde, pero como no teníamos conexión directa para ir a Ella nuestro próximo destino, al final tuvimos que pasar una noche en Kandy.
Trono real Sigiriya
Aljibe Sigiriya
Después de subir a descansar mirando el paisaje en Sigiriya
Subida para no cardiacos
Monos por todos lados
El muro del espejo
Frescos en Sigiriya
Una local…
Vistas desde lo alto Dambulla
Estatua de Vattagamini, Dambulla
Interior cuevas Dambulla