Pasaje destacado"Durante muchos años, muchos, ella se esforzó en hacerme sentir culpable, instigadora y parte de todo. Era su manera de retenerme a su lado. A veces lo hacía sutilmente, con un mínimo comentario dicho de pasada, pero siempre oportuno y certero, calando la culpa en mí despacio como las olas erosionan la piedra y consiguen destruirla, lenta pero eficazmente. Otras veces vomitándome la culpa a la cara, como ácido que quema, destroza, retuerce y deja para siempre cicatriz. Lo negué y lo acepté al mismo tiempo.
Nunca quise reconocer que era tan monstruo como ella. Yo no. Yo tenía las manos limpias. Yo era víctima. Mártir sufridora. Carne de mala suerte y de miseria. Yo no era monstruo. Negaba, pero también aceptaba que todo sucedía por mí. Yo era la fuerza maligna por la que pasaban las cosas. Sin mí nada de eso habría sucedido. Y así pasaron los años, ocultando la realidad hasta casi creer que nunca había ocurrido."
La trama a grandes rasgos sin spoiler
Amanda tiene veintiocho años y trabaja en una sucursal bancaria. Allí, cada seis meses, se presenta la señora Gondar, una anciana ricachona que viste descuidada, desaliñadamente y que desprende un hedor corporal inaguantable. Un día, Amanda atiende a la mujer y tiempo después se entera de que ha fallecido y la ha nombrado su única heredera, de que ha heredado sus bienes y riquezas, que no son pocas, a pesar de tener varias sobrinas ávidas de quedarse con todo.No te hablo de estar sucia, te hablo de miseria, de vestir ropa rota y llena de mierda. Esa mujer desprendía un hedor insoportable, pero insoportable de verdad, daba náuseas tenerla delante. Orina, sudor… ¡Buff! A saber qué mezcla era. ¡Y estaba forrada de dinero, tenía un dineral! Así que muy bien no estaba.
Totalmente desconcertada y sin entender nada, Amanda comienza a averiguar junto a su amigo y vecino Enric, al que solo parece moverle un interés periodístico y con el que recientemente mantiene un "affaire vecinal con limitaciones geográficas y emocionales" Ambos visitan las casas de Mirtha Gondar, una en Madrid en el suntuoso Barrio de Salamanca y la otra en Argentina, y en ellas se darán de bruces con una historia increíble, la historia de dos mujeres que mantuvieron una amistad muy tóxica, y que cargaron con unos cuantos secretos inconfesables a la espalda y con culpas, unas cuantas culpas. Poco a poco, Amanda va siendo consciente de que no se va a poder librar de heredar también todas esas culpas que vienen en el lote.
Por otro lado, se alternan capítulos retroactivos en los que Mirtha se decide a escribir un diario y nos va contando su vida desde pequeña en una aldea gallega, con sus padres y hermanos, nos habla de su infancia sin besos, de la muerte prematura de su madre y de como tuvo ella que hacerse cargo del hogar porque era la única chica.
Hasta que fui madre no me di cuenta de que yo nunca tuve madre. Nunca recibí un beso de ella. Ni yo ni mis hermanos. No era cariñosa, ni habladora, ni nada. No era. No tenía madre mucho antes de que ella muriese cuando cumplí los once años. Tampoco la extrañé. Ni un solo día. No creo que eso sea nada patológico, no se extraña lo que no se tiene.
Nos explica como comenzó su amistad con Marcela y de qué manera se gestó ese lazo para siempre indisoluble que las unió en el futuro. Ahora, en la vejez, vive medio encerrada en una casa presintiendo su muerte cerca y deseando poder contarlo todo antes de que llegue su final.
Por fin me acomodo en esta butaca para escribir todo. Todo lo que me dé tiempo, pero necesito dejar escrito tanto pasado que me tortura y me desgarra seguir callando. Me abrasa el silencio dentro. Por eso escribo, para purgarme. Escribo por culpa y por liberación. Y también escribo porque soy cómplice. Siento tanta distancia con todo al mirar atrás que a mí misma me sorprende, pero eso me permite ver con más claridad que nunca. Será porque ya no me queda nada que perder. Ya solo tengo recuerdos y cierto miedo. Un miedo natural y a la vez tranquilo por desaparecer. Miedo a no estar, a dormir eternamente. Sé que llegó la hora de pagar mi deuda.
Y hasta ahí puedo contar. . .
Los puntos fuertes de la novela
✔ Son palabras de María Solar en una entrevista: "el libro podría estar escrito por dos autoras diferentes, es una novela dentro de una novela". Contada a dos voces, una en tercera y otra en primera persona, nos ofrece dos hilos de trama muy interesantes que te atrapan, ambos, desde el comienzo. La autora además narra de una forma muy fluida y eso se detecta nada más empezar a leer y le imprime un ritmo que va creciendo según se avanza en la lectura. Es, definitivamente, uno de esos libros que empiezas y no puedes soltar.
El primer capítulo lleva como título “La vieja puta maloliente”, y el párrafo que pongo a continuación, es uno de los que aparecen en la primera página del libro. No me digáis que con ese comienzo, no es como para leer y leer totalmente intrigada, sin pausa y sin tregua.
Un golpe de viento del exterior aproximó a las narices de la primera línea de empleados bancarios el fétido olor que aquella anciana emanaba. Un olor tan rancio, viejo y fuerte que a Amanda le trajo inmediatamente a la mente el recuerdo de la planta de tratamiento de residuos que había visitado hacía ya varios años. Allí descubrió una nueva dimensión del hedor, tan intenso que olía a ácido y se adhería a la ropa y a las vellosidades nasales de manera que permanecía allí durante horas, sin que nada pudiera hacerlo desaparecer.
✔ Todo lo dicho en "el punto fuerte" anterior es muy importante para coger un libro ya con ganas, pero es que no es solo eso. Desde el principio, la prosa de esta mujer se te mete dentro, te das cuenta de que su pluma va a ser de las que consiguen cautivarte, emocionarte. Vamos, que escribe de maravilla, y percibes, sospechas, que va a resultar una lectura redonda, y sí, tras acabarla, lo confirmo, totalmente redonda. Porque estamos ante una novela en la que se suman de forma destacable una gran calidad literaria, con una trama de thriller psicológico a la altura, algo nada fácil de encontrar, ambas cosas unidas.
El mundo se volvió sordo una vez más, otra vez más, para oír mis gritos. Pronto ni yo misma los oía, solo había un zumbido en los oídos que lo ocupaba todo. Más tarde la hinchazón, la deformidad, la sangre que me nubló la vista. Dejé de sentir, superados los límites del dolor, y pensé en las bombas y en los amputados. Y sí, tenía razón Marcela, cuando dejas de sentir dolor sientes calor. Pronto desaparecí. Y no volví hasta horas después, en la oscuridad, cuando percibí la mano de Marcela apretando la mía, firme.
María Solar asegura haber tardado cinco años en escribir esta novela, y no me extraña, porque la he sentido como muy elaborada, bien rematada y cuidada hasta el mas insignificante de los detalles.
✔ Curiosa la relación entre Mirtha y Marcela, una supuesta amistad entre dos personas en la que una domina y la otra es la sumisa, la que se deja dominar. Dos personas inseparables, pero que en realidad no se separan porque les conviene estar juntas, porque una le debe algo muy gordo e impagable a la otra. También los personajes secundarios tienen aquí una gran importancia, ya que sirven para aderezar y complementar, para dotar de profundidad y realidad a la trama.
✔ La escritura como forma de escupir a través de un diario, esos atroces secretos que le impiden a Mirtha soltar la culpa, librarse de ella.
¡Qué cabrona la culpa! Me río de pensarlo. Una auténtica hija de puta.
Escribir como penitencia y purga para intentar vomitarla, para echarla afuera. Una culpa que, como el interés que va adquiriendo la trama, va de menos a mas, aumenta, se suma a otras culpas y todas juntas, consiguen atenazar el alma, asfixiar con los remordimientos.
Por eso escribo, para purgarme, para exorcizarme, para arrancarme tanto mal, tanta culpa y poder irme en paz. Será mi descanso. Este mundo ya no me necesita. Después de todo lo que pasó solamente espero. No lucho contra mi destino, pero debo buscar la paz antes de morir, y quiero hallarla en estos folios que no sé ni para quién escribo. Puede que para mí. O para ella. Sí, para ella. Aunque a veces creo que ya las dos conformamos un solo ser.
Además de la culpa como base de fondo, hay otros temas, otras reflexiones que surgen, ¿realmente son iguales de culpables el dueño de la mano ejecutora del mal, y el cómplice que sabe y calla? Daría para un debate, o para tres. . .
Yo no era monstruo. Negaba, pero también aceptaba que todo sucedía por mí. Yo era la fuerza maligna por la que pasaban las cosas. Sin mí nada de eso habría sucedido. Y así pasaron los años, ocultando la realidad hasta casi creer que nunca había ocurrido.
✔ La lectura no está exenta de crudeza, en ocasiones es desgarradora, fuerte, muy fuerte. Y el final. . ., pues impactante, esperado en ciertos aspectos, totalmente inesperado en otros, o al menos a mí sí consiguió sorprenderme. Me gustó, me convenció.
Resumiendo: "La culpa" es una novela negra vertiginosa, que narra la peculiar unión entre dos mujeres que alcanzaron la gloria y la fama, dos mujeres atadas casi de forma inseparable con un lazo de muchos nudos, nudos atados a lo largo de toda una vida por determinados actos que marcan a fuego, hasta haber tantos y tan importantes, que llega un momento que resulta inaceptable la huida. Inevitable seguir juntas, callar, protegerse con el silencio, acatando las consecuencias y las cicatrices ocasionadas por la fuerza impresa en esos nudos y las culpas, acatar las culpas.
El duelo por los vivos siempre es más duro que por los muertos. Será porque sabes que los muertos no dan la esperanza de volver.
¿Os recomiendo leer esta novela?por supuesto, porque lo tiene todo. Porque tiene todo lo necesario para conseguir pegarte a sus páginas, saboreando, paladeando esa maravillosa forma de escribir y porque me ha dejado con ganas de mas, de mucho mas. Leeré pronto “Las horas robadas”, lo tengo claro aunque no sea un thriller y mientras espero a una nueva novela suya para adultos. Ya que por lo que parece, la próxima estará dirigida a un público juvenil y eso me tira bastante para atrás.
"La culpa" también ha sido una lectura compartida, leída conjuntamente con Mariana del blog Los libros de Mava. Esta es ya la tercera de nuestro Club de Lectura particular.
Mi nota esta vez es la máxima, para variar, dicho sea irónicamente: