Por ejemplo, por culpa de la película ‘Coneheads’ no puedo escuchar la canción ‘Tainted Love’ sin reírme. Si suena ‘Ooka chaka’ imagino bebés danzantes, y si escucho a Barry White se me antoja bailar en el baño, todo gracias a ‘Ally McBeal’. Contra toda lógica, la canción ‘Blue Moon’ me asusta, aunque seguro soy predecible si les cuento que suspiro deseando ser Kelly McGillis al son de ‘What a wonderful world’...
Este tipo de asociaciones musicales me complican bastante a la hora de hacer gimnasia. Estoy segura de que mi profesora de aquagym pensó que estaba loca cuando me empecé a reír como descosida sin motivo aparente. Es que sonaba ‘The Final Countdown’ y todos mis compañeros, afanados en hacer sus ejercicios, me parecían igualitos a Gob Bluth...
La culpa es de la música.
EriSada