Esa misma respuesta parece ser la que se aplica a los casos de los osos muertos en la última temporada en el núcleo duro de la conservación en Asturies.Se mueren porque están ahí. En realidad es un éxito: como hay muchos, es normal que se les cace aunque sea a balazos furtivos, es normal que mueran en lazos, es normal que se busquen múltiples excusas para no averiguar las causas de que en Muniellos o alrededores (no quiero pronunciar nombres de pueblos porque luego me insultan por ecologista) todo el mundo ve osos desde sus casas, pero nadie ve quien mata a esos mismos osos.En realidad, que haya doscientos osos es una muy mala noticia (excepto para los osos hasta ahora).Ya llevamos un par de años en los que se habla de exceso de osos, de que se acercan a los pueblos, del miedo de los vecinos, de los daños, de que hay que devolverlos al monte, de que si ya hay, pues habrá que cazarlos.....No sé de donde se saca que hay exceso de osos. Doscientos puede parecer un número elevado, pero sin conexión con otras poblaciones y partiendo de un mínimo cuello de botella genético, es un número ridículo. Además las amenazas para el oso han ido en aumento de la mano del sensacionalismo, de noticias que hablan de pelotas de goma para espantarlos, de pirotecnia...Que haya más osos puede ser muy mala noticia.
Es muy mala noticia para los que viven del oso en extinción. Se puede acabar el chollo.Es muy mala noticia para quienes hacen de la explotación de los recursos de todos, un negocio privado, porque muchos osos dan muchos problemas (más estudios de impacto ambiental, más restricciones, más incomodidades para hacer de mi capa un sayo)
Aunque la verdadera mala noticia es la indiferencia. O el silencio cómplice de los pueblos. O las sentencias vergonzantes que liberan furtivos. O la pasividad.
Si pones un lazo y te pillan, pero no pasa nada, si te libras, el mensaje es bastante nítido para quienes le tienen pillada la medida a destruir al límite de la legalidad. Si matas un oso de un tiro en pleno día, en la Reserva Integral, joya de la corona de los espacios protegidos, y tampoco pasa nada. Si cabe la sospecha de que no es solo uno... si además se mantiene la tensión permanente de la persecución implacable al lobo, con el que acaba equiparándose.
Pues al final todo vale. Da igual que sea un oso o una población de Centaurea somedana arrasada. Da igual ampliar superficie de eucaliptos que dejar sin explicar incendios forestales (provocados en un 90%, cifras oficiales)
Porque al final deja de tener importancia o acaba justificado. Y lo que hasta hace pocos años era el ejemplo de la recuperación y emblema de la educación ambiental que coloreaban los escolares, pasa a ser un ejemplo de la desgana de la sociedad por mantener, respetar e invertir en el único bien tangible que realmente puede legarse a nuestros hijos: la naturaleza que nos queda.
Y la culpa será de los osos. Por acercarse demasiado, por dejarse ver, por recuperarse en el mínimo margen que les damos siempre pendiente su existencia de que sean rentables.
Oso muerto de un disparo por un furtivo en Moal. Foto de LNE.