Hemos creado una sociedad en la que la culpa de todo la tienen siempre los demás.
No sólo ocurre a nivel político, aunque en estos tiempos puede ser el ámbito en el que más se pone de manifiesto, sino que impregna a toda la población en lo más hondo.
Vayamos haciendo una descripción de grande a pequeño:
- Política: “Es que nos hemos encontrado un pufo enorme de la Administración anterior, nosotros no tenemos culpa de la situación actual”, “La culpa de todo esto es de la Administración Central” (casualmente de otro partido político).
- Instituciones: Y por centrarnos un poco más en nuestro ámbito. ¿Os habéis dado cuenta de que tenemos 17 historias clínicas electrónicas “perfectas”? Parece que da miedo hablar de los fallos de nuestros sistemas y mucho más reconocer las virtudes de los sistemas de otros.
- Personas: “Yo conduzco muy bien, la culpa es del otro que se ha metido a lo loco”, “Yo tengo razón en este asunto, la culpa es del vecino que me tiene manía/envidia”.
Como veis, no hace falta irse muy lejos para encontrar ejemplos de lo que digo… podemos tenerlos incluso en nuestra propia comunidad de vecinos.
Un inicio de solución podría ser ponerse un poco más en el lugar del otro antes de culpar sin más… a lo mejor nos sorprendemos a nosotros mismos viendo que hubiéramos hecho lo mismo en su situación.
¿Veremos algún día a una institución reconocer un error de forma genuina? ¿Lo hará un político? Sin echar balones fuera, quiero decir. Últimamente hemos podido ver como algunas empresas han reconocido errores de manera pública, sin excusas… ¿es esto el inicio del cambio? Creo que el cambio está más cerca de lo que creemos. De hecho, está en nosotros mismos. Quizás, para que llegue, deberíamos empezar por nosotros mismos, ¿no creéis? Es cuestión de intentarlo un poquito cada día, son los pequeños gestos los que cambian el mundo.