La Cultura de la Inmediatez y la Era de la Impaciencia

Por Carlos Carlos L, Marco Ortega @carlosmarco22

El progreso tecnológico ha producido una amplia gama de consecuencias tanto positivas como negativas. Por un lado, tenemos computadores más rápidos, vehículos más eficiente en el uso de combustible, cirugías menos invasivas, antibióticos más potentes, etc. Por otro lado, tenemos el cambio climático producido por la emisión de gases de efecto invernadero, riesgos de salud derivados de alimentos modificados genéticamente, medicamentos aprobados legalmente con efectos secundarios fatales, etc. Como miembros de la sociedad moderna, debemos tener mucho cuidado con la verdadera relación costo-beneficio de los productos y servicios que compramos.

La tecnología moderna y su eficiencia:

Antes de la década de los setenta, el trabajo manual todavía formaba parte importante de casi todas las profesiones y oficios. Desde la operación de fábricas hasta la clasificación y archivo de documentos administrativos, todos los procesos eran intensivos en mano de obra, es decir, consumían una cantidad considerable de tiempo. Los contadores públicos, por ejemplo, tenían que utilizar calculadoras con muy poca memoria temporal, lo que les obligaba a imprimir los resultados de cálculos muy pequeños para utilizarlos como insumos para posteriores cálculos igualmente pequeños, y así sucesivamente, hasta totalizar las cifras finales. El tiempo físico requerido para completar la mayoría de las tareas era claro para todos y aceptado por todos. Definitivamente, había un alto margen de mejora.

Por fortuna, de acuerdo con la Ley de Moore, la capacidad de cómputo se ha duplicado cada dos años desde 1970. Esta capacidad de cómputo se ha puesto a disposición de casi todos los habitantes del mundo industrializado en forma de computadores personales, laptops, teléfonos móviles y tabletas. Como resultado, casi todo lo que hacemos hoy en día parece suceder de inmediato. Podemos encontrar cualquier información en Internet en cuestión de segundos, chatear en tiempo real con un amigo situado en otro continente y pagar nuestras tarjetas de crédito en un dispositivo móvil. Incluso, podemos hacer todo eso prácticamente al mismo tiempo. Hace cuarenta y cinco años, sin embargo, lo anterior habría tomado días de investigación bibliográfica, semanas de correspondencia transcontinental y una espera de media hora en una agencia bancaria. El progreso ha sido simplemente increíble.

La cultura de la inmediatez:

Pero no todo ha sido bombos y platillos. Los avances tecnológicos han distorsionado nuestra percepción de la realidad. Esperamos, inconscientemente, conseguir todo lo que queremos en cuestión de segundos, minutos, o, en el peor caso, horas. Hemos desarrollado una cultura de la inmediatez que nos hace impacientes y podría, en el largo plazo, hacernos incompetentes.

Así como somos capaces de encontrar la ubicación de un restaurante en menos de cinco segundos en un aplicativo móvil, esperamos también que los procesos humanos complejos ocurran en un abrir y cerrar de ojos. Esperamos que la gente cambie aspectos fundamentales de su personalidad de la noche a la mañana. Del mismo modo, esperamos lograr lo extraordinario sin experimentar el crecimiento personal, los estudios académicos y el desarrollo profesional necesarios para tal fin. Del mismo modo, esperamos resolver problemas complejos con una sola instrucción.

En los negocios, muchas grandes empresas tienen la expectativa de lograr objetivos estratégicos desafiantes rápidamente mediante la asignación de presupuestos insuficientes y la ejecución de tácticas impracticables que ignoran la misma realidad que tratan de conquistar y transformar. En este sentido, muchas de las empresas más renombradas del mundo todavía permanecen en funcionamiento debido a la grandeza heredada de sus fundadores hace décadas, pero no por su genialidad actual. Además, muchas de estas empresas, según revelan sus propios estados financieros publicados, ganan más dinero en el mercado de valores que mediante la venta de sus productos y servicios. La impaciencia y su tenebroso aliado, la codicia, se han convertido, hoy más que nunca, en una fuerza muy poderosa en nuestra sociedad; precisamente a causa de las herramientas que la tecnología moderna ofrece al mundo de los negocios.

Esfuerzo, paciencia, compromiso, servicio al cliente, investigación, al igual que muchas otras labores que consumen tiempo, ya no son bien vistas. Cada vez más, la gente quiere salir del paso con sus obligaciones sin involucrarse en lo absoluto en lo que hacen. Un motor de búsqueda rápida, una simple hoja de cálculo, un resumen ejecutivo y una aplicación móvil parecen ser todo lo que las personas están dispuestas a usar. En otras palabras, la gente está empezando a rechazar las virtudes que le dieron origen a la tecnología moderna. Estamos en una encrucijada muy crítica como sociedad y debemos actuar con rapidez para evitar dar un giro definitivo en la dirección equivocada.

La solución:

Debemos recordar que la eficiencia tecnológica de hoy es el resultado de siglos de exigente investigación y desafiante experimentación. El Renacimiento, la Revolución Científica, la Revolución Industrial y la Revolución Tecnológica están detrás de cada automóvil que conducimos, cada avión que abordamos, cada aplicativo informático que utilizamos, cada selfie que tomamos y cada like que le damos a un post en las redes sociales.

Cada vez que enviamos un correo electrónico, por ejemplo, el mensaje llegará a su destinatario en menos de un segundo. Sin embargo, a la humanidad le tomó al menos cinco mil años de historia documentada en la búsqueda del conocimiento, la ciencia y la tecnología para que podamos enviar dicho correo electrónico. Los beneficios de la tecnología moderna son el resultado de la determinación incansable, la reflexión sincera y la capacidad de observación detallada de nuestros predecesores. Tomar conciencia de ello puede ayudarnos a ser más agradecidos por vivir en esta época y motivarnos a utilizar la tecnología de hoy de forma más inteligente y responsable.

Sería inaceptable dejar que la impaciencia, la codicia y la vanidad dominen nuestra cultura de hoy. No sólo sería esto una falta de respeto a nuestros antepasados, también podría ser el camino para perder todo lo que hemos logrado como especie con tanto esfuerzo.

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Fuente: Luis Romero. http://leromero-esp.com/

C. Marco