Revista Infancia

La cultura de la innovación de los jóvenes españoles en el marco europeo

Por Jmburson @jmburson
La cultura de la innovación de los jóvenes españoles en el marco europeoLa cultura de la innovación de los jóvenes españolesen el marco europeoMuy interesante informe de la Fundación COTEC que pone en evidencia el bajo nivel de predisposición a la innovación que presenta nuestra juventud con respecto a los jóvenes europeos. Os aparto un resumen del mismo y os recomiendo su lectura.     El estudio efectúa un recorrido detallado por una amplia colección de indicadores de las bases culturales subyacentes a la capacidad de innovación en distintos países europeos, y España en particular. Se ha hecho mediante el análisis de la asociación entre la cultura de los jóvenes y un indicador del desarrollo tecnológico, la tasa de patentes triádicas de los países en cuestión.   Para concluir, se resume la información, y de lo aprendido se extraen algunas sugerencias relativas a las posibilidades de evolución futura de la capacidad de innovación española.   Lo que la investigación muestra puede desplegarse en una narrativa articulada en cuatro partes: Primero, se observa una asociación positiva entre innovación y el cultivo de la inteligencia ligado a buenos resultados en tests de Matemáticas, esfuerzo en el estudio, más lectura de libros y menos consumo de televisión, más actividades artísticas amén de otros temas. Segundo, también la hay entre innovación y una emancipación más temprana del hogar familiar, menos aversión al riesgo, y un síndrome de actitudes que sugieren mayor confianza de los jóvenes en sí mismos y ecuanimidad en el trato con los demás. Tercero, algo similar observamos en la asociación positiva de la innovación con una actitud de confianza generalizada, que a su vez parece ligada con el mayor nivel de asociacionismo y mayor confianza en el sistema judicial, y con la menor alienación política o distancia del poder político, lo cual a su vez se refleja en una mayor confianza en los políticos. Finalmente, se observa una correlación positiva de la innovación con la mayor amplitud del horizonte vital, lo que se refleja en indicadores diversos tales como la menor fuerza de la identidad local y el mayor contacto con el exterior (por ejemplo, conocimiento de idiomas, viajes o estancias) a escala individual, y como el mayor interés por la política (ergo, conciencia cívica) a escala colectiva.    Las cuatro partes sugieren un entramado de disposiciones conectadas entre sí.El grupo de los jóvenes españoles se sitúa sistemáticamente en posiciones más bien inferiores en relación con todo o casi todo el espectro de indicadores. No están solos en ese lugar, puesto que suelen ir acompañados de los jóvenes de otros países euromediterráneos; y todos ellos se distancian claramente de los jóvenes de los países nórdicos, que suelen ocupar posiciones superiores, con los países centro-continentales (Alemania y Austria, Francia y Bélgica) y con Reino Unido e Irlanda (en este último caso, algo más cerca de los euromediterráneos) en posiciones intermedias. Ello se corresponde nítidamente con las posiciones de unos y otros en lo relativo al indicador de innovación tecnológica.   La trabazón está clara: menor cultivo de la inteligencia, menor confianza en sí mismo, menos confianza generalizada en la sociedad, un horizonte vital más reducido y menor interés en la cosa pública, todo ello va junto y se asocia con un menor desarrollo de capacidad de innovación. El entramado indica ya la dirección que pueden tomar tanto un programa de investigación como las actuaciones prácticas encaminadas a mejorar las condiciones culturales de la innovación y, por tanto, su desarrollo.   Que se trate de un síndrome de rasgos culturales bastante trabado sería coherente con la expectativa de que sus ritmos de cambio serán relativamente lentos, y con la evidencia de que en el pasado la convergencia en materia de innovación de España con los países punteros en este campo ha sido muy lenta   Por lo pronto, tanto para lo uno como para lo otro, se necesita un enfoque holístico. El entramado permite identificar algunos nudos que, si se desanudan más o menos simultáneamente, podrían modificar el conjunto de la situación en un lapso de tiempo no demasiado largo si se considera la magnitud de la empresa; es decir, quizá en una generación o dos. Esto puede ocurrir si se actúa al tiempo sobre el cultivo de la inteligencia (se cuidan las Matemáticas, la lectura de libros, las actividades artísticas, por ejemplo), y se refuerza la confianza de los individuos en sí mismos (se facilita la emancipación temprana de los jóvenes, porque se incentive su movilidad para estudiar o para trabajar, por ejemplo), y se incentiva el desarrollo del espíritu cívico (porque se reduce la distancia con un poder político partidista en el que la ciudadanía tiene escasa influencia, o un sistema judicial percibido como remoto, por ejemplo), y se amplía el horizonte vital de los jóvenes (porque se mejora su conocimiento de idiomas y de otros países, por ejemplo).   La liberalización económica y la liberalización política en España nohan actuado como potentes palancas de cambio cultural en aspectos que parecen relevantes para la capacidad de innovación de los españoles. Sin duda, porque deben ser vistas en tanto que ligadas con la cultura ambiente, y dependientes de ella. Es decir, la calidad de la economía y de la política dependen de la calidad de las narrativas que ponen de manifiesto el imaginario social sobre estas cuestiones,  así como, y sobre todo, de las virtudes morales e intelectuales de la sociedad. Estas virtudes, o la ausencia de ellas, resultan de unos procesos de socialización. Estos procesos de socialización incluyen los efectos del sistema educativo, de tal forma que, en cierto modo, cabe considerar el cuadro de rasgos culturales de los jóvenes como el test de la calidad del sistema educativo grosso modo vigente durante los últimos treinta años. Pero, sin duda, los efectos del sistema educativo se combinan con los de los medios de comunicación y de otras instancias culturales, así como con los efectos miméticos que se desprenden de la observación de la conducta de las elites políticas o económicas, por ejemplo.   El estudio ha comprobado, sin embargo, cómo los jóvenes españoles se comparaban desfavorablemente con los de muchos otros países de nuestro grupo de referencia, la Unión Europea de los 15. Es decir, que incluso en las generaciones más jóvenes es muy apreciable la distancia cultural con países como los nórdicos o los situados en la zona intermedia (Francia, Reino Unido, Bélgica, Alemania, etc.).   Si lo fundamental procede del carácter de los sujetos mismos y, en definitiva, de las comunidades de innovación en las que se integran, y estas comunidades son, como deben ser, unidades tácticas con gran iniciativa, ágiles mentalmente, seguras de sí mismas, capaces de moverse con cierta confianza en sociedades muy amplias, lo fundamental de lo que hay que hacer se debe centrar en ellas mismas.    Harían falta decisiones estratégicas y narrativas compartidas que motivaran a unos y a otros para dar lo mejor de sí mismos. Se sugiere una senda. La de centrar la atención en los nudos del entramado de virtudes y disposiciones que hemos ido analizando. Apostar por reforzar, a la vez, el cimiento del cultivo de la inteligencia, el de la confianza en uno mismo y la ecuanimidad, el de la confianza generalizada y el sentido de lo común, el de la ampliación del horizonte.  No son tareas pequeñas, sino arduas y se plantean a medio y largo plazo, por lo que requieren de gran perseverancia. Pero al menos, cabe entender que las unas tienen que ver con las otras, y todas juntas apuntan, de manera coherente, a una cultura diferente de los jóvenes, cultura que les acompañará los largos años de la vida adulta, y, con ello, quizás, a un desarrollo sustancial de la capacidad de innovación de España, y, en definitiva, acerque a ésta al objetivo de llegar a ser una sociedad mejor de la que es.

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