No es ninguna novedad la utilización de este departamento, generalmente agregado a otros en una especie de cajón de sastre donde se amontona lo inservible –como deportes, educación, etc.- para simplemente premiar a “amigos” incómodos y afianzar valores dominantes en sociedad o ideológicos de la política en el Poder. Claro ejemplo de todo ello es José Ignacio Wert Ortega, ínclito ministro del ramo, con seguridad el peor considerado de los que ha habido en democracia en España y el más abiertamente entregado a la causa de la manipulación y el adoctrinamiento de cuántos se han sentado en el edificio de la calle de Alcalá. Ni siquiera los premiados por su departamento le quieren. Prefieren rechazar las dádivas a tener que agradecérselas a quien hasta los estudiantes niegan el saludo de manera notoria. Y no es para menos, pues se ha ganado el repudio a pulso de los que no se venden por un plato de lentejas.
Nunca se había producido en nuestro país un enfrentamiento de tal calibre, en el que toda la comunidad educativa muestra su rechazo, como describió el profesor Díez Gutiérrez de la Universidad de León, a “una ley mercantilista, segregadora, privatizadora, clasista, sexista, antidemocrática y profundamente regresiva” como la LOMCE impulsada por Wert. No es de extrañar, por tanto, que los estudiantes galardonados por el ministerio a los mejores expedientes académicos afearan al ministro su actuación negándoles el saludo tras recibir el diploma en un acto público.
Es este tipo de política cultural, que se aproxima a la desarrollada durante el franquismo de desdén y hostilidad hacia la propia cultura y los intelectuales”, lo que causa sorpresa al escritor Javier Marías por no provocar más rechazo y renuncias, sobre todo entre quienes “presumen de tener conciencia social y ser de izquierdas”. Una política que por un lado asfixia a sectores culturales tan vulnerables como el teatro, la industria editorial, la música o entidades de la talla de la Real Academia Española de la Lengua, mientras que, por otro, dispone de recursos para iniciativas tan cuestionadas como el Diccionario Bibliográfico Español de la Real Academia de Historia, que incluía una entrada hagiográfica sobre Francisco Franco que generó una enorme controversia. Sin embargo, a pesar de lo recomendado por el Congreso, el ministro Wert sigue incluyendo financiación para esta obra, que suma ya más de seis millones de euros invertidos en unos tomos que deberán ser revisados en aras de la exactitud y objetividad históricas.