Jorge Garacotche, abriendo el Festival
realizado en la marcha 1F.
Por Santiago Alonso
Por otro lado, fueron dos grandes actrices de la cultura nacional, Cristina Banegas y Luisa Kuliok, quienes leyeron el documento que fuera redactado con el consenso de todas las organizaciones sindicales, sociales y judiciales. En el mismo, se comenzó recordando la acordada que llevó adelante la Corte Suprema de Justicia en 1930, por unanimidad, avalando el golpe militar que derrocó a Yrigoyen. Luego, expresó que, a casi 100 años de dicho hecho nefasto, la sociedad se moviliza para luchar por la democratización de la justicia y “terminar con la corporación judicial inamovible y colmada de privilegios”. También, exigen que “esta Corte se vaya, para exigir la democratización de la justicia y el fin del lawfare”. Y, a continuación, se desarrolla una larga lista de motivos por los cuales dicha Corte debería renunciar.
Jorge Garacotche: Y llegó el 1F. Ya desde la mañana, Plaza Lavalle y la zona de Tribunales, tuvieron otros vientos, otras personas, nuevos reclamos que suenan desde hace muchos años. Los carteles exigían “Democratizar la Justicia” y la gente fue llegando para gritarlo con voz en cuello. Desde las 16hs., hubo un Festival artístico que le puso fondo musical a la marcha. Se dieron cita artistas populares, trabajadores de las culturas que fueron arrimándose al escenario. Compañeras y compañeros que llevaron sus canciones. Distintas columnas de militantes llegaron poniendo color a calles que la pandemia tiñó de gris oscuro en dos años demasiado largos.
En mi caso, fue realmente un privilegio participar de este Festival artístico, estar sobre ese camión que hizo las veces de escenario, palpando el calor popular que, rápidamente, se fue congregando. Uno es un trabajador de la cultura, un artista popular y, al participar de un evento semejante, piensa que tendrá en sus manos un simbólico carnet que nos da el pueblo, sobre todo, cuando se reúne a expresarse junto a nosotros. Realmente, era emocionante estar allí, frente a banderas que gritaban justicia de muchos modos. Miraba ese cuadro y pensaba en víctimas de persecuciones, falsas denuncias, causas inventadas, abusos no castigados, femicidios que pudieron evitarse, pibes que se nos fueron por el gatillo fácil y toda una gama de injusticias con las que convivimos mientras hacemos nuestro trabajo, mientras damos la Batalla Cultural. Y estábamos ahí, cantando sobre esos dolores y esperanzas, llamando a un eco que nos acompañe con sus cuerdas y sus bombos.
Santiago Alonso