Revista Ciencia

La cuna de Skinner, el invento que lo persiguió por el resto de su vida

Por Davidsaparicio @Psyciencia

B.F. Skinner (1904-1990), psicólogo, filósofo, investigador y escritor, fue sin duda uno de los psicólogos más influyentes y controversiales de nuestra era. Sus minuciosas investigaciones sobre el condicionamiento operante transformaron nuestro entendimiento sobre el poderoso efecto que tiene el contexto y mostraron que compartimos los mismos principios de aprendizaje que los animales. Este último punto fue muy difícil de digerir e inició acalorados debates y confrontaciones entre los principales referentes de la psicología de la época. Especialmente porque la evidencia que presentó contradecía contundentemente la teoría más aceptada del momento.

Lamentablemente los debates no se centraron únicamente en su teoría y conceptos, sino que se dirigieron numerosos epítetos y rumores contra Skinner y su familia, donde se lo catalogaba de fascista, controlador y retrógrado.

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La cuna de Skinner, el invento que lo persiguió por el resto de su vida

Pero hubo un rumor que lo persiguió durante el resto de su vida. Una leyenda que se sembró en los pasillos de la universidad1 en donde trabajaba y que se propagó hasta nuestros días en clases de psicología, libros y biografías mal documentadas.

Esta es la verdadera historia de la cuna de Skinner.

La cuna de Skinner o la cuna de aire

Todo comenzó en 1944 cuando Skinner decidió construir para su segunda hija, Deborah, una cuna especial que no sólo fuera cómoda y segura, sino que también redujera la carga de trabajo que tenía su esposa, Yvonne, en el hogar. Así que, fiel a su estilo, Skinner evaluó minuciosamente todos los elementos ineficientes de las cunas de la época y, junto con su esposa, decidieron que sólo incluirían los elementos más importantes para el cuidado de su hija y todo lo demás lo descartarían.

Skinner se sentía confiado y entusiasmado con este proyecto.

Hacía unos años había diseñado y construido con sus propias manos la cámara de condicionamiento operante o caja de Skinner, un experimento que le permitió demostrar el principio del reforzamiento operante y obtener el reconocimiento mundial de la comunidad científica.

Skinner puso manos a la obra y como resultado logró una cuna poco convencional. Más parecida a una cabina enorme con un panel de vidrio en su frente que se podía subir y bajar para ingresar a su hija en la cuna. La cabina también incorporaba un filtro de aire para protegerla de las alergias y un regulador de temperatura que permitía mantener a su bebé en un ambiente agradable sin necesidad de vestirla con capas y capas de ropa para protegerla del inclemente frío de Minnessota. Esto a su vez reducía la carga de ropa, pañales y sábanas que lavar2. Disminuir la cantidad la ropa también le ofrecía a su bebé mayor libertad para moverse y jugar libremente dentro de la cuna, sin riesgos de enredarse y ahogarse con las sábanas. Skinner también pensó en un procedimiento fácil y cómodo que no requería agacharse para extraer la sabanas mojadas y que consistía en una lona en el piso unida a unos rodillos que podía deslizarse y cambiarse fácilmente con una polea.

La cuna de Skinner, el invento que lo persiguió por el resto de su vida
Deborah Skinner dentro de la Cuna de Aire de Skinner.

Como cualquier padre, Skinner y su esposa Yvonne, sacaban a su hija regularmente de la cuna para jugar, cambiarla y pasar tiempo con ella. Deborah usó su cuna durante los primeros dos años de vida y todo indica que vivió una infancia feliz.

Skinner estaba satisfecho con la cuna que había inventado y en 1945 escribió un artículo para la revista Ladies Home Journal en el que describe las bondades de la cuna a la que se refería como “aparato”. La editorial de la revista decidió cambiar el titulo de Baby Care Can be Modernized (El cuidado de los bebés se puede modernizar) por el titulo Baby in a Box (Bebé en una caja) y lo presentó con una imagen de Deborah estando dentro de la cuna con sus manos presionados contra el vidrio, como si estuviera atrapada. Una imagen para nada beneficiosa. Como era de esperarse, otros medios de comunicación re-publicaron la noticia cortando y seleccionado algunos de los fragmentos del artículo de Skinner, sin presentar la idea completa de su invención ni cuál era su objetivo.

La cuna de Skinner, el invento que lo persiguió por el resto de su vida
Imagen del artículo publicado en el Ladies Home Journal.

Aun así la cuna de Skinner llegó a comercializarse y se estima que más de 300 niños fueron criados con ella. Según los reportes, muchos padres consideraron que esta cuna era superior a los estándares de la época (Epstein, 1995).

Pero la mayoría de las personas no lo entendió así. Algunos creyeron que Skinner estaba obsesionado con la eficiencia e intentaba utilizar la ciencia para reemplazar el amor y cuidado que los bebés deben recibir. Mientras que muchos otros, motivados por los rumores, creyeron que esta cuna era la continuación de la caja de Skinner y que él se disponía a experimentar con sus hijas de la misma manera en que lo hacía con sus palomas y ratas.

Fue tal la magnitud del mito, que se llegó a decir que Deborah desarrolló un trastorno psicótico por el cual fue institucionalizada y, al llegar a la adultez, demandó a su padre por los atroces experimentos a los que la sometió. Pero aun así no pudo con el dolor psicológico que le provocó su padre y finalmente se suicidó.

Deborah  Skinner Buzan

Contrario a toda la maraña de mentiras que se creó alrededor de la imagen de Skinner y su familia, Deborah creció con todo el amor y cuidado de sus padres. Al llegar a la universidad estudió historia del arte, se graduó en 1967 y luego se mudó a Londres para perfeccionar su arte. Durante esos años conoció a Barry Buzan, con quien se casaría el 12 de marzo de 1973.

La cuna de Skinner, el invento que lo persiguió por el resto de su vida
Skinner junto a sus hijas Julie (izquierda) y Deborah (derecha).

Debora ha tenido una exitosa vida como pintora. Pero aun así la leyenda de los experimentos de su padre la ha perseguido durante toda su vida. El peor episodio ocurrió en el año 2004 cuando una mala reseña del libro Opening Skinner’s Box: Great Psychological Experiments of the Twentieth Century, de la galardonada escritora Lauren Slater, continuó perpetuando el mito de que ella fue utilizada para probar las teorías de su padre (Miller, 2004). Slater misma insinuó que Deborah era difícil de encontrar y que probablemente estuviera inestable dándole un final misterioso.

Deborah, ya cansada de tantas mentiras, decidió escribir una enérgica respuesta que fue publicada en el reconocido diario inglés The Guardian(Buzan, 2004) en donde aclaró que Skinner fue un padre devoto y amoroso y que en ningún momento la utilizó como su conejillo de indias.

Pero esta no es la primera vez que los Skinners se defienden. Hace ya muchos años atrás el propio Skinner intentó ponerle freno a este rumor y confrontó personalmente al psiquiatra que lo inició para que le pusiera fin de una vez por todas. Incluso aprovechó una de sus conferencias para aclarar todo este malentendido. Gracias a Youtube hoy podemos ver de primera mano cuál fue su respuesta:

Skinner era un hombre de ciencia, un inventor, pero ante todo fue un padre y marido que quiso darle a su hija y esposa las mejores condiciones posibles. Su invento estaba adelantado a su tiempo. La mejor muestra de ello es que muchas de las características de su cuna son hoy avaladas por las recomendaciones de los pediatras: calidad óptima de aire, temperatura y disminución de la cantidad de objetos y ropa dentro de la cuna para evitar que se ahoguen. Pero fue mal recibido y utilizado como pólvora para iniciar un mito que todavía sigue vivo. Quizás todo esto se hubiera podido evitar si Skinner hubiera recibido ayuda de un equipo de marketing que le aconsejara reemplazar las palabras demasiado científicas como “aparato” o “experimento” para describir su invento a los padres de la época.

Referencias bibliográficas:

Babies in Boxes. (n.d.). Retrieved from https://www.psychologytoday.com/us/articles/199511/babies-in-boxes

Buzan, D. S. (2004, March 12). I was not a lab rat. Retrieved from https://www.theguardian.com/education/2004/mar/12/highereducation.uk

Jorge, M. (2017, January 08). El bebé que vivía en una caja (o cómo una noticia falsa de los medios acabó con un proyecto científico). Retrieved from https://es.gizmodo.com/el-bebe-que-vivia-en-una-caja-o-como-una-noticia-falsa-1790840085

Joyce, N., & Faye, C. (n.d.). Skinner Air Crib. Retrieved from https://www.psychologicalscience.org/observer/skinner-air-crib

Joyce, N., & Faye, C. (n.d.). Skinner Air Crib. Retrieved from https://www.psychologicalscience.org/observer/skinner-air-crib

Miller, L. (2004, May 02). THE LAST WORD; Unpacking Skinner’s Box. Retrieved from https://www.nytimes.com/2004/05/02/books/the-last-word-unpacking-skinner-s-box.html

Skinner, B. F. (n.d.). Baby in a Box. Cumulative Record (enlarged Ed.)., 419-426. doi:10.1037/11324-032


Notas al pie de página:

  1. Skinner trabajaba en esa época en la Universidad de Minnesota (1945). ↩
  2. Los pañales desechables no fueron inventados hasta 1949 por Marion Donovan. ↩

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