LA CURACIÓN (Miguel Córdoba - Ediciones El Transbordador)

Publicado el 05 octubre 2018 por Dentro Del Monolito @dentromonolito
"Magie cerró los ojos con fuerza, buscando el presagio de algún accidente. Vio varios, con cuerpos cubiertos por mantas térmicas, pero ninguno de los coches siniestrados que vislumbraba en su mente era su deshidratado Ford. Resopló tranquila y se llevó otro nugget a la boca".
En determinadas disciplinas, un tulpa es una creación física materializada por el pensamiento de un individuo que actúa a modo de fuente generadora. Es posible que en occidente no tengamos asimilada la creencia en los tulpas, pero La Curación es la plena demostración de su existencia. Gracias a Ediciones El Transbordador, podemos conocer a la mente originadora de esta entidad, y su nombre no es otro que Miguel Córdoba.
«La Curación» es un viaje durante el que asistimos a dos líneas narrativas diferenciadas. Una, la principal y sobre la que se asienta la novela, cuenta el recorrido vital de Magie Anderson, una persona muy especial que aglutina una serie de peculiaridades. Magie nació con un hilo negro atado a su dedo anular izquierdo, hilo que, en apariencia, solo ella puede ver. Además, es capaz de presagiar escenas del futuro, casi siempre relacionadas con la muerte de alguna persona cercana. En la trama secundaria (pero no menos importante), un profesor de física cuántica es trasladado a una base ultrasecreta en la que se encuentra recluido el mismísimo Dios corporeizado en una niña de nueve años. Esta niña amenaza con suicidarse, poniendo en peligro con ello toda la existencia.
Sugerente, ¿verdad? Miguel Córdoba ha edificado una historia original, que destila una magia extraña amplificada por un toque surrealista en algunas situaciones. Pese a lo chocante de diversas imágenes que el autor pone en liza, la narración posee la virtud de reflejarlas de manera absolutamente natural, haciendo que las aceptemos de buen grado y contribuyendo a generar un universo único. En este sentido, se deja notar la influencia del mejor Neil Gaiman, tanto en la parte imaginativa que construye una mitología particular como en los pasajes más escabrosos. El resultado es redondo como un disco de vinilo.
Bien puedo decir que a la novela no le falta ni le sobra nada. El tempo narrativo se me antoja perfectamente medido, consiguiendo engancharte a la lectura desde su perturbador inicio hasta su místico desenlace.
Dijo Miguel Córdoba en la presentación del libro en Madrid que «La Curación» trata fundamentalmente del olvido. Es clara la intención del autor de hablar de la pérdida de la memoria y la poca atención que prestamos a los hechos que nos moldean. Queda patente de manera literal el típico enfrentamiento entre luz y oscuridad, que aquí es también una escaramuza vital entre memoria y olvido, quizás los verdaderos dioses que nos gobiernan.
Además de ello, la novela es un tratado sobre los mecanismos de la imaginación que edifican nuestra realidad y le otorgan su naturaleza mágica. Un oscuro retorno a la sencillez de las cosas que hemos relegado a un rincón lejano de nuestro ser. Pero también es una reivindicación de una época cargada de buena cultura popular. Para los que ya tenemos una edad, la gran cantidad de referencias a discos, canciones, películas y series antiguas es un plus que hace mejorar el texto, o al menos nos ofrece un punto de ancla al que aferrarnos y en el que reconocernos.
También hay muchas máscaras en la novela. Y es que la identidad, ya sea a través su búsqueda o por medio de su ausencia, forma una parte muy importante de «La Curación». Todos los tramos que involucran la aparición de estas máscaras son los que hacen aflorar el terror en esta historia. Y no solo porque, como el cine ha demostrado en miles de ocasiones, el individuo enmascarado suela personificar la amenaza máxima, sino porque es todavía peor cuando el que oculta su rostro es alguien que, en el fondo, conocemos muy bien. Dicho lo cual, no creo que «La Curación» sea una novela de terror, al menos no un terror al uso, sino más bien una historia de fantasía oscura que puede llegar a calar hondo en el lector por algunas de sus implicaciones.
Ediciones El Transbordador sigue añadiendo títulos remarcables a un catálogo repleto de gemas a descubrir. No quiero concluir sin mencionar el extraordinario prólogo del escritor Darío Vilas, un auténtico cuento en sí mismo que captura la esencia de la novela y nos pone en guardia para lo que vendrá después.
Dice Miguel Córdoba que "todos tenemos hilos que nos atan a algo" y, cuando uno lee «La Curación», la sensación que queda es que el libro es un hilo irrompible que nos une de forma perentoria a la buena literatura de género. Magnífica.