Tras el éxito en taquilla de un musical sin pretensiones con la música de ABBA de fondo, esta vez, Phyllida Lloyd, se embarca en la aventura de retratar a una de las mujeres más influyentes del siglo pasado. Margaret Tacther.
Y digo aventura porque en los retratos históricos nunca se sabe en que puerto se va a acabar tomando tierra, y hasta que punto la sombra del maniqueísmo ensombrecerá el relato, y lo cierto es que el personaje de la dama de hierro se pierde dentro de un entramado de claroscuros que difícilmente quedará patente en un discurso donde premie el énfasis de la Margaret actual.
“…Siembra un acto; y cosecharás un hábito; Siembra un hábito y cosecharás un carácter; Siembra un carácter y cosecharas un destino…“
Nos encontramos ante un retrato desde el cristal de lo sensible, desde nuestro futuro inmediato, una historia enmarcada dentro de los recuerdos de una anciana que aún posee fuerzas para intentar ser lo que un día fue, y quizá sea este uno de los puntos que más fuerza le quita a la narración; El entendimiento del presente de la Baronesa Tatcher difumina e incluso en la mayoría de las veces entorpece la verdadera historia.
Se ha echado en falta más Meryl Streep, me explico, entiendo que la caracterización es encomiable, y estamos ante una de las mejores actrices de la historia, y su interpretación, con especial incapié en el acento británico y en esa forma de gesticular al hablar, son un auténtica muestra de preparación para el papel, pero aún así no he visto a Meryl Streep detrás de todo esa caracterización; Si a esto le unimos que durante la primera medía hora vemos a Alexandra Roach interpretar a la Margaret Tatcher más joven, nos encontramos con un inicio, quizá el tramo más peligroso de una cinta, donde no he se ha podido disfrutar en todo su esplendor de esta gran actriz.
Creo que el ensamblaje entre los recuerdos de la dama de hierro anciana en ocasiones resultan inconexos y faltos de algún que otro mecanismo para una unión algo más fluida, toda la historia de su presentación a la candidatura como diputada no se explica, así como el hecho de como la hija de un tendero, graduada en Oxford eso si, puede empezar en el mundo político, el detonante sin embargo lo veo bien resuelto en el discurso de su padre pero sin embargo he echado en falta los mecanismos y entresijos de como consigue entrar en un mundo masculino por excelencia.
Phyllida Lloyd se queda en la superficie de un retrato que podía haber dado mucho más de si, incluso noto a Meryl Streep en algunos casos maniatada por las restricciones y carencias del guion y de la historia, aun así no es una mala película, entrañable, con dos o tres puntos en la narración impactantes, pero se queda en un mero intento de intentar hacer que Meryl Streep solucione una cinta por ella misma; Desgraciadamente no es el caso.