En el ajedrez medieval, introducido en la península por los musulmanes, la figura de la reina no existía, siendo el acompañante del rey, la alferza, un peón dopado que podía mover una casilla en diagonal en cualquier dirección. Las partidas eran lentas y tediosas y, en lugar de jaque mate, solían acabar con rey robado. Es decir, comer todas las piezas del rival menos su monarca. La aparición de la dama cambia totalmente el juego, haciendo que el rey corra peligro desde los primeros lances y agilizando terriblemente la partida…
Los orígenes del ajedrez se remontan al siglo VI antes de Cristo en la India, durante el dominio del Imperio Gupta, en lo que se conoce como la Era Dorada de la India en la que reinó la prosperidad y se permitió el avance de las ciencias y las artes. Aunque algunos historiadores remontan el origen del ajedrez a la China.
Chaturanga es el nombre del antiguo juego de estrategia hindú que se considera el ancestro primordial del ajedrez. La palabra “chaturanga” se traduce como “cuatro divisiones militares”, este nombre viene de una formación de batalla mencionada en una de las grandes obras de la literatura sánscrita, el texto épico-mitológico de la India: Mahabharata. Sus reglas exactas son desconocidas, pero lo más probable es que fuesen similares a las de su sucesor: shatranj, nombre que los persas dieran a su variante del juego. La pieza más poderosa en el ajedrez actual: la dama, no existía en el Chaturanga y de hecho, no existía ninguna pieza con sus mismas habilidades, muchos siglos pasarían para que la dama adquiriese todo su poder.
La dama poderosa
El ajedrez es un juego monárquico, pero es también un matriarcado. La dama, la reina, es la pieza más poderosa del juego. La dama puede atacarlo todo y a todos, y allá donde vaya, allá donde se sitúe, su sola presencia cambia instantáneamente la naturaleza de la batalla en curso. Resulta muy difícil defenderse de ella; también resulta complicado bloquearla en algún rincón y casi imposible inutilizarla por completo. No es menos difícil intentar quitarle la vida, lo que siempre requiere un complicadísimo plan… o un fallo muy garrafal del contrario. Hay pocos rincones a donde la dama no pueda llegar y pocos fragmentos de muralla que sean completamente inmunes a su poder.
El ajedrez es un juego con historia y en su tablero se evidencian las marcas de todos los cambios que ha adquirido con el pasar de los años. Los contextos sociales, políticos, religiosos y económicos han sido, claramente, influencias determinantes al momento de concebir el juego ciencia y todo lo que este implica: organización de la competencia, perfiles de los jugadores, técnica y táctica, reglas y el trasfondo del cambio del rol y el poder de las piezas.
En el mundo ajedrezado es bien sabido que los hombres son quienes ocupan la mayoría de los tableros y, pese a que el número de mujeres que participan incrementa cada vez más, aún constituyen un grupo muy selecto. Es curioso entonces pensar que, justamente, es una figura femenina la que representa el poder en un tablero de ocho cuadros dominado por el sexo masculino y que es ella a quien más se teme perder. La dama ha tenido que enfrentar una metamorfosis desde que el ajedrez tuvo sus inicios hasta la época actual, hecho que le ha permitido tener reconocimiento y soberanía.
El consejero, como anteriormente era conocida esta pieza, solamente tenía permitido mover una casilla de forma diagonal. Aproximadamente en el siglo XIV se le comenzó a posibilitar un repertorio de movimientos más amplio y, dada su posición junto al Rey, empezó a ser llamada “Reina”, en Europa principalmente, aunque muchos años atrás ya se le nombraba así en países como Suiza, la primera mención de esta pieza como “regina” “reina” o similar se remonta al año 997.
No obstante, la denominación no fue lo único que se modificó: hay otro aspecto de su funcionamiento que es asignado a una situación específica de un momento histórico en el viejo continente.
La Dama y la Reina
Los Reyes Católicos, título concedido al matrimonio entre Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón y V de Castilla, fueron quienes tuvieron a su cargo la Monarquía Hispana entre los siglos XV Y XVI.
Cuenta una historia, probablemente una fabula esparcida por trovadores, que cuando a la reina Isabel I de Castilla le presentaron el juego del ajedrez, esta se molestó al parecerle insultante el poco poder que tenía la pieza de la reina y exigió que esto se cambiara de inmediato. Cuando le presentaron el juego de nuevo, la figura de la reina había cambiado para convertirse en la pieza más poderosa del tablero con movimientos ilimitados en todas las direcciones. Después de todo, en 1495 Isabel era la mujer más poderosa de toda Europa. Y, casualmente en esa época se establecieron las nuevas reglas del ajedrez.
Una historia con más sentido y hasta valor romántico tiene que ver con los hechos de la rendición de Baza. La ciudad llevaba cercada mucho tiempo pero la población no quería rendirse y los soldados cristianos empezaban a perder la moral por el largo asedio. El rey Fernando pidió a Isabel que se presentara en el campo de batalla para levantar la moral de las tropas. Isabel acompañada de varias damas y de su hija primogénita Isabel, causó con su presencia un impacto inmediato, no sólo para las tropas cristianas, sino para la población asediada de Baza que inició su rendición, pero no ante el rey Fernando, sino ante la valerosa reina.
Luego de los hechos de Gaza la reina del ajedrez se convirtió en la pieza más poderosa y alrededor de esa época empezaron a aparecer los primeros libros de ajedrez.
Mucho se habla de la analogía entre Fernando e Isabel y el rey y la reina del ajedrez. Durante el reinado de los reyes católicos, Isabel era más poderosa que Fernando, pero este seguía siendo el Rey y por ende la pieza más importante del juego, aún cuando no fuese el más poderoso.
¿Cuál impacto pudo tener el hecho de que, en un juego que imita una guerra, una figura femenina tuviera más poder que el mismo rey, en la forma en la que se comenzó a concebir el ajedrez? Pudo haber sido un acto de rebeldía el hecho de que la reina Isabel pidiera ceder parte del poder a la única figura en representación de la mujer, en un período marcado por la religión, y que eso, extrapolado al campo de la realidad, haya representado un acto de protagonismo en un contexto mayormente masculino.
La Dama europea
En el norte de Europa el ajedrez se hizo popular cuando las piezas en forma de figuras comenzaron a aparecer. Entre el siglo XII y XV la popularidad del ajedrez en Europa alcanzó su mejor momento, y el juego era considerado el pasatiempo de la gente de la nobleza y de la alta sociedad. El ajedrez fue incluso incorporado al estilo de vida de todos los caballeros del ejercito y era considerado una de las siete habilidades que debían adquirir estos en su vida.
El juego se hizo tan popular que cuando en Londres en el siglo XII se corrió la voz de incidentes que implicaban a hombres que habían terminando matándose por un juego de ajedrez, la iglesia encendió las alarmas. Se había hecho costumbre jugar ajedrez por dinero, y el rey Luis IX de Francia prohibió las apuestas. Por supuesto el juego prohibido siguió jugándose de forma ilegal en torneos clandestinos.
El nuevo estilo del ajedrez iniciado en España causó mucha polémica y en diferentes círculos de jugadores, hombres enfurecidos empezaron a quejarse y a llamarlo el “ajedrez de la dama loca”. Gracias a la llegada de la imprenta y de la popularidad de los libros de ajedrez en el momento, el “Ajedrez de la Reina” se esparció por toda Europa rápidamente. La ansiedad que generó el hecho de una figura femenina poderosa representada por un guerrero en el tablero predilecto del estrategistas de guerra de Europa se apoderara del ajedrez, causó incluso una ola de abusos contra las mujeres en general.
Ahora, en una época de tantos avances respecto a los derechos y los roles de los seres humanos, la dama simboliza en el ajedrez moderno una figura de autoridad y respeto, incluso más poderosa que otras piezas juntas. Perderla en apertura o medio juego para muchos representa una desventaja, a otros quizás no los afecta tanto y prefieren intercambiarla rápidamente, aunque ello pueda marcar el inicio del final del juego.
La dama es, tal vez, el símil de la mujer en el tablero ajedrezado, los roles de una y otra han ido cambiando con el paso del tiempo y han sido afectados por las transformaciones históricas de cada época. Una oleada de liberación femenina llegó al juego ciencia para quedarse, se instauró con gran fuerza y logró traspasar las barreras de género, política y economía.
Cuando se intercambian reinas es frecuente que se marque el comienzo del final del juego, y debido al gran valor de la pieza, en muchos casos se usa como carnada para hacer caer al oponente en una trampa en lo que se conoce como el “sacrificio de la dama”.
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