“Los artistas son personas tan extrañas… Son capaces de lo mejor y de lo peor”
La Décima Sinfonía es una obra que vale la pena ver. Se requieren agallas para intentar mostrar la vida de un genio colosal como Beethoven e imaginar sus pensamientos, sus conversaciones con la poca gente que lo conoció de manera íntima, sus últimas reflexiones mientras dejaba este plano, su miseria, su soledad, su arrogancia… El dramaturgo Jorge Ducca asume este reto detrás del que se percibe un arduo trabajo de investigación y estudio de la vida, el carácter y la obra de Ludwig Van Beethoven, uno de los monstruos de la música, uno de esos hombres brillantes, que nos recuerda, hasta hoy, que los seres humanos podemos alcanzar la grandeza. La obra se desenvuelve a través del diálogo entre un rematador (Fernando García Cormick) y Ludwig Van Beethoven (Manuel Mazza), quien, al final de su existencia, hace un balance de todo lo vivido, lo perdido, mientras se subastan sus piezas, sus pertenencias, sus cartas, como si fueran chucherías sin valor.
En la actuación de Mazza se siente que hay compromiso y entrega. La caracterización del personaje es bastante fiel a esa idea que tenemos todos de Beethoven: el ceño fruncido, rostro severo, gestos rígidos… El vestuario, el peinado y maquillaje han sido muy bien logrados. En general, se recrea la apariencia del genio con bastante precisión. No puedo decir que la obra me estremeció; pero la disfruté en su momento y quedaron resonando en mi cabeza muchos de sus diálogos e instantes. Creo que ese es el principal valor de La Décima Sinfonía: el tratar de acercarnos al inconmensurable e incomprensible fuego creativo de Beethoven y en ese intento iluminarnos también, aunque sea brevemente. La obra trae a la luz ese debate acerca de cuánto deberíamos entregarnos al arte para traducirlo fielmente: “¿Cómo puede un hombre consagrarse a su trabajo si tiene que atender menudencias domésticas?”.
Durante todo el montaje hubo mucha fluidez, a pesar de que la obra lleva pocos meses en cartelera. Me gustó el hecho de que se incluyeran breves intervenciones de danza que refrescaban la trama y enriquecían el ritmo. Repito: es una obra que vale la pena, que aporta mucho y cuyo discurso muestra al arte como una necesidad vital: “No tengo amigos, mi vida debe transcurrir solitaria. Pero sé que Dios está más cerca de mí en mi arte, que de los demás”.
Ficha ArtísticaAutoría: Jorge DuccaActúan: Fernando García Cormick, Manuel MazzaBailarines: Franco Marcoccia, Rosana María RuizVestuario: Pablo GrazianoEscenografía: Pablo GrazianoMaquillaje: Poly García Deparci, Florencia MoyanoMusicalización: Carlos GutiérrezOperación de luces: Damián GiangrassoOperación de sonido: Damián GiangrassoFotografía: Jésica MaldonadoPrensa: Daniel Franco, Paula SimkinCoreografía: Franco Marcoccia, Rosana María RuizPuesta en escena: Jorge DuccaDirección: Jorge DuccaDuración: 65 minutos
TEATRO LA MUECA Av. Córdoba 5300 C.A.B.A.Funciones: Jueves 20:30 hs.