Seguía sentado en la barra mirando el botellín que agarraba con la mano derecha mientras la izquierda le sujetaba la cara. Hizo un leve movimiento de cabeza, como medio incorporándose. Le quitó la eqtiqueta a la cerveza, la puso encima de la barra, le dio un pqueño buche al botelléin y volvió a adoptar la misma postura que antes.
De repente, se levantó del taburete y alzando la voz dijo"¡decidido, lo voy a hacer!". Al dueño se le iluminó la cara y fue a preguntarle -Después de tantas noches aquí sentado ¿ya te has decidido? -Sí -contestó -Pero, ¿a qué? si puede saberse -Pues por fin lo tengo claro, ¡VOY A COMPRARME UNA TORTUGA!
Le partió el vaso que llevaba en la mano en la cabeza; apagó las luces, cerró el bar y se fue a dormir.