La deflación y la vuelta a la recesión

Publicado el 23 septiembre 2014 por Albilores @Otracorriente

La tercera recesión provocada por el estancamiento económico de la eurozona ya es un hecho que nadie niega y nos empuja irremediablemente a una devastadora deflación , incluso el ministro de Guindos ha tenido que reconocer que la deceleración de los países fuertes de Europa afectará a España. Lo cierto es que la mayoría de los ciudadanos no lo va a notar, puesto que tampoco han notado nada cuando hace tan sólo unos meses, precisamente los mismos que ahora reconocen el frenazo económico, sacaban pecho porque sus medidas estaban provocando un crecimiento económico, algo que sólo ellos se creían.

Controversias estúpidas aparte, lo que estas políticas austeras –austeras para los ciudadanos, claro- llevan tiempo intentando tapar, es que la deflación, una de las mayores que se recuerdan, es la consecuencia de una depresión de caballo que no se va a acabar hasta que desaparezcan dichas políticas de una vez y sus torturadoras medidas cuyo único fin es beneficiar sistemáticamente a las grandes empresas, que son las que dictan lo que hay que hacer, motivo por el cual nos encontramos en esta situación límite.

La deflación es consecuencia directa de la prolongación de un estancamiento económico que se prolonga durante un tiempo determinado y que si no se soluciona lleva irremediablemente al colapso de todo un sistema económico, pero también social, ya que las consecuencias inciden duramente sobre los ciudadanos de a pie.

Una deflación comienza con una bajada de precios porque no hay suficiente circulación de dinero y la oferta supera con creces a la demanda. Para dar salida al producto se opta por bajar el precio. En principio se podría pensar que así aumentaría el consumo, lo que ocurre es que el motivo de la caída del consumo no es el coste del producto sino la pérdida de poder adquisitivo de los ciudadanos. ¿Cuál es la razón? Normalmente la falta de empleo o la precariedad de éste hace que la economía de las familias se vea muy mermada con lo que se suprime lo no necesario: es decir, el ocio –en casos más extremos se prescinde de cosas necesarias valorando qué es más prescindible, por ejemplo, si hay poco dinero para comprar comida se puede optar por no comprar fruta o pescado ya que no da para todo-. Como a pesar de la bajada de precios las ventas no remontan, se hacen dos cosas, reducir el género que se tiene y volver a bajar el precio, además, si el pequeño comerciante se ve muy apurado, comienza a despedir a sus empleados, si es que tiene alguno. Pero como el problema sigue siendo el poder adquisitivo de las familias sigue sin subir el consumo, a lo que se unen los nuevos despidos. Y de este modo, la deflación desemboca en un círculo vicioso que no tiene otro fin que un desempleo masivo, el cierre de muchas pequeñas y medianas empresas y el colapso del sistema económico, algo que estamos a punto de vivir en España.

¿Cuál sería la solución? En primer lugar echar a todos estos políticos que nos están matando y luego dar un giro de 180 grados con la derogación de la reforma laboral y la creación de planes de empleo que garanticen más empleo y de mejor calidad para que el poder adquisitivo de las familias se recupere y se vuelva a consumir, lo que alejaría poco a poco la deflación y habría una recuperación económica de verdad. Es decir, exactamente lo contrario de lo que se está haciendo.