La democracia es un fracaso y no sirve

Publicado el 11 marzo 2016 por Franky
Muchas personas de mi entorno y no pocos de mis lectores no entienden mi lucha continua a favor de la democracia. Decenas de amigos y cientos de lectores me dicen una y otra vez que mi obsesión por defender la democracia es absurda y que ese sistema no sirve para nada porque está basado en la mediocridad y en la explotación de las masas por parte de unos políticos listillos que se sirven del sistema sin servir jamás al pueblo. Yo siempre me he negado a admitirlo, pero hoy, ante lo que está ocurriendo en España, no tengo mas remedio que admitir que la falsa democracia o la democracia degradada, como la que está vigente en España y en otros países corruptos y deteriorados, es un pésimo e injusto sistema, probablemente peor que la misma tiranía. --- Sin embargo, la democracia, cuando es auténtica, sigue siendo el mejor de los sistemas posibles, no porque sea un gobierno de todos, por todos y para todos, sino porque es el único capaz de controlar el poder del Estado, de los políticos y de sus partidos mediante una inteligente y eficaz red de cautelas, frenos, contrapesos y contrapoderes.

El problema es que esa democracia verdadera ya no existe, ni siquiera en los Estados Unidos, que es el país que la instauró por vez primera, ni en ningún otro país del mundo. Y no existe porque los políticos la han asesinado y porque los ciudadanos no han sabido defenderla.

Algunos de mis amigos aseguran que no existe porque no puede existir nunca en un mundo donde la gente no es educada para que sea inteligente y virtuosa, sino para que sea imbécil y esclava. Cuando la democracia carece de ciudadanos educados, responsables, cumplidores y exigentes, entonces, inevitablemente, se convierte en un lodazal donde florecen el abuso de poder, la desigualdad, la corrupción y la injusticia en todas sus facetas.

Los mismos políticos en el poder se han encargado de corromper y degradar el sistema democrático. Les da miedo gobernar sobre seres inteligentes y por eso han educado, desde el poder, a esclavos torpes que lo soportan todo, que desconocen sus derechos y que viven ajenos a la política, la responsabilidad y la grandeza de pertenecer al género humano.

La democracia tiene dos patas que la sostienen: una son sus reglas y leyes, que deben ser respetadas y cumplidas; la otra son los ciudadanos, que tienen que vigilar y hacer que el sistema se mantenga activo y no se desvirtúe y se pudra.

En la mayoría de los países del mundo, ni existen verdaderos ciudadanos, ni se respetan y cumplen las reglas democráticas. Esos países, sin ciudadanos y sin respeto al sistema, no son democracias sino dictaduras camufladas de poderes visibles e invisibles: líderes, partidos, grandes corporaciones y un poder establecido, en parte visible y en parte oculto, que es el que controla el destino del mundo.

España es uno de los ejemplos más elocuentes y tristes de los estragos y deterioros que causa la degradación de la democracia. El poder político, controlado férreamente por partidos políticos de derecha y de izquierda, ha conseguido que el pueblo se someta a las mentiras, los abusos y las corrupciones y los políticos, sin un pueblo que los vigile y los controle, se han convertido en déspotas que gobiernan sin democracia y sin justicia. La democracia ha sido asesinada por los políticos, la sociedad civil ha sido ocupada por los partidos y la corrupción, el abuso de poder y el mal gobierno se han adueñado de la situación y han condenado a la nación española a la decadencia, la pérdida de valores fundamentales, el irrespeto a los derechos humanos y la postración. Como consecuencia, el país se empobrece, se endeuda de manera suicida, se hace cada día más injusto y menos habitable, al mismo tiempo que pierde cohesión y deteriora peligrosamente su convivencia.

Francisco Rubiales