Algunas de esas voces discrepantes, curiosamente, hablan en medios de comunicación pero no lo hacen en los órganos de los partidos. Curiosas paradojas de reclamar una visibilidad y un derecho a la discrepancia que luego no ejercen en el (pequeño o grande) espacio que les proporciona la organización política.
Aunque discrepo de estos dirigentes y ex-dirigentes que ahora se erigen en adalides de la participación y la democracia interna, sí que hay algo de cierto en el fondo: los partidos son grandes centrifugadoras de talento y generan unas espirales de silencio bastante intratables.
Y es que el debate de la democracia y la participación dentro de los partidos es banal tal y como se plantea. Los votantes les es igual que el partido al que votan sea una máquina de generar consensos en debates profundos y participativos o un ejército que obedece una consigna de su grupo dirigente. Lo que quieren los votantes son partidos más o menos serios, que les generen espectativas razonables sobre lo que van a hacer, que hagan propuestas y las escenifiquen alrededor de su identidad política y sus problemas.
Tampoco cabe esperar que por hacer listas abiertas, primarias, convenciones, asambleas de barrio o demás herramientas de participación para elaborar listas esto vaya a reflejarse en mayor o menor apoyo electoral.
El problema de la participación y la democracia dentro de los partidos se produce, no cuando las cosas van bien, sino cuando estas van mal. Como los partidos políticos son organizaciones que compiten para conseguir esferas de gestión de poder, las estructuras de dirección teoricamente priorizarán los equipos y los entornos que les ayuden a ello. A corto plazo, funcionan mejor las estructuras mediócratas. La tranquilidad de un entorno en el partido que no cuestione las decisiones, que no ponga en solfa las acciones que se toman cuando uno está en el gobierno, etc.. refuerza las posibilidades de ganar las elecciones. Ya sabemos que los electores castigarán a las ollas de grillos.
El problema radica en que cuando las cosas van mal, cuando la dirección política se equivoca, y no solo eso, porqué los errores no son absolutos, sino que son la suma de muchos pequeños errores a largo plazo, las voces discrepantes no hablan por dos motivos basicamente: o son mediócratas cuyo propósito es perpetuarse y perpetuar la estructura existente o están en una espiral de silencio que hace que no se atrevan a hablar por el mero hecho que nadie se atreve a hablar (y por tanto uno cree que seguramente su opinión es marginal).
Por tanto el tema de la democracia interna y los canales de participación no son importantes para los partidos como mecanismos para ganar votos, sino que son importantes para poder tener una cierta dosis de análisis y dialéctica interna que les permita ser competitivos y adaptarse y sobretodo evitar la terrible sangría de centrifugado de talento.
Aunque entre las direcciones de los partidos y el entorno mediócrata pueda parecer que todo ya va bien y no hay que modificarlo cuando los resultados electorales van de cara, se vive casi como si eso fuera eterno… y el mero hecho de que se establezcan mecanismos sociales, como la espiral de silencio, para acallar visiones alternativas son los fundamentos de los futuros descalabros electorales, y no solo eso, se desarma de talento y capacidad intelectual y de análisis para cuando vengan las vacas flacas.
Solo así se explica como después de unos descalabros monumentales en la izquierda catalana, las reacciones de esta sean tan lentas o el porqué hay algunos que deciden actuar por libre sin utilizar las herramientas y espacios de participación de los partidos. Porqué los respectivos consells nacionals del PSC y ERC no estuvieron a la altura de lo que se esperaba de ellos, y porqué gente con capacidad de liderazgo de estos partidos opta por la vía cobarde de hablar de tapadillo en los medios y no se atreven a arriesgarse y hacerlo en público. Se explica porqué nacen determinadas iniciativas de debate en la red de personas que con responsabilidades en estas organizaciones luego no dicen ni pío en el interior de ellas.
Y es que al final, la maquinaria de los partidos ha centrifugado tanto el talento que este cuando aún queda dentro del propio partido vive avergonzado, acobardado y amilanado. Ahora bien, como kamikaze político que soy, los principales responsables de ese centrifugado de talento e inteligencia no son los que ahora conforman la dirección o la conformaron en su momento, sino todos los que con su silencio y por pura conveniencia se han mantenido durante años callados y no se han atrevido a discrepar.
Ahora que no vengan dando lecciones, que ellos tampoco han luchado para que los partidos sean más meritocráticos y menos mediócratas.
Comparteix/Comparte