Fijaos en la imagen de arriba: una fotografía de la Virgen de la Cabeza en procesión, y al lado un cuadro de precios, la tasación en términos monetarios del fervor común y unísono de toda una multitud de romeros y romeras que visitan el Santuario del Cerro del Cabezo, en medio de uno de los parajes naturales más bellos de España.
Inventarse o subir las tasas municipales es uno de los remedios que está más de moda entre los políticos que gobiernan nuestros Ayuntamientos ante la incompetencia de gestionar lo público con eficiencia, equidad y justicia. Más de un sobresueldo eliminaría o algunas asignaciones innecesarias antes de "robar" legalmente el dinero a la gente que difícilmente y cada vez con más contras ganan cada mes. Pero ante esto, siempre escuchamos la misma excusa y la misma gran mentira: estamos sumidos en una profunda crisis que merma la liquidez de nuestras administraciones públicas que deben garantizar la prestación de los servicios más básicos que necesita la sociedad, y ante esto, ¿qué hacen nuestros políticos para que la crisis que generaron los ricos no la paguemos los pobres? NADA, porque a ellos en cuanto pueden les bajan los impuestos, o simplemente no les gravan en la misma proporción y con la misma repercusión que a cualquier ciudadano de a pie.
Dicen que las tasas de la romería de la Virgen de la Cabeza aprobadas por el Equipo de Gobierno del Partido Popular de Andújar con Jesús Estrella a la cabeza, no tienen otro objetivo que el de sufragar los gastos de la limpieza del entorno que el Ayuntamiento debe asumir. Muy bien, ¿y por qué se olvidan de los ingresos que por esta popularísima romería el Ayuntamiento percibe cada año en promoción turística, ocupación de suelo y cientos de aspectos más? De la tarta de los gastos nos obligan comer a todos, pero de la de los ingresos sólo comen unos cuantos agraciados que tienen su sueldo fijo todo el año. La limpieza es un aspecto colateral que se deriva de un evento multitudinario del que Andújar y por ende su Ayuntamiento obtienen grandes beneficios, aparte de fama y prestigio.
"Puede convertirse en una romería clasista porque los que tienen sus casas de cofradía junto al santuario no pagarán nada, y los que vayan a las zonas de acampada tendrán que pagar sin recibir ningún servicio", señala el portavoz socialista, Francisco Huertas.
Por tanto poner puertas al monte PÚBLICO, aparte de ser intolerable e inadmisible, traerá graves consecuencias para el atractivo turístico de la romería y por extensión para la economía local del propio municipio y de la comarca. Tiempo al tiempo. Y ni qué decir tiene, y de eso nosotros sabemos poco, para la fe desinteresada y pasional de un millar de personas que ven cómo sus promesas y súplicas tienen carta de precios.
¡A dónde vamos a llegar!