El comportamiento de la derecha y la izquierda con respecto al nacionalismo en España ha sido repugnante. Han gobernado con el nacionalismo en alianzas políticas que muchas veces era contra natura, pero que estaban sostenidas, únicamente, por el reparto del poder; han comprado sus votos siempre que lo han necesitado; han cerrado los ojos ante abusos de poder, violaciones de la ley y medidas antiespañolas adoptadas por el nacionalismo; han convivido amablemente con la corrupción nacionalista, traducida en el cobro de comisiones, la evasión fiscal y el envilecimiento de los partidos; y han realizado con el nacionalismo vasco y catalán transaciones indignas, cambiando decisiones y políticas de gran calado, que han fortalecido al nacionalismo, por votos y apoyos en el Congreso.
Ahora, cargados de hipocresía y después de una historia reciente marcada por las cesiones y complicidades, los dos grandes partidos políticos de España se enfrentan al lógico deseo independentista de una Cataluña a la que han permitido todo tipo de abusos en el pasado, desde la corrupción hasta el adoctrinamiento antiespañol de sus generaciones jóvenes.
En la vergonzosa historia de convivencia y connivencia con el nacionalismo hay episodios especialmente repugnantes, pero ninguno como el del socialista Zapatero, que abrió definitivamente la caja de los truenos al apoyar un nuevo Estatuto de Cataluña que rompía la igualdad de los pueblos de España, que hacía concesiones a Cataluña que violaban la Constitución, que ni siquiera respondía a una demanda del pueblo, que sólo beneficiaba al nacionalismo y que, siendo una ley básica, fue aprobado, de manera vergonzosa, por apenas un tercio del electorado catalán, quedando así demostrada la escasa calidad de la mal llamada "democracia" en España, el desprecio al ciudadano, el desconocimiento de la verdadera democracia y el abuso de poder practicado por los partidos políticos con impunidad y alevosía..
Los españoles no deberíamos pedir explicaciones a los nacionalistas sino exigir un ajuste de cuentas, con la Constitución y la ley en la mano, al PSOE y PP, únicos responsables que hayamos caído en la ruina económica y en una cruel a infame división de los españoles y del Estado común.
La deriva nacionalista actual de Cataluña es lógica y explicable, si se analiza sin pasión la Historia de Cataluña en los últimos 30 años, plagada de abusos, dejaciones, cobardías, compra de votos y apoyos, corrupción y entreguismo por parte de una clase política indigna y que ha acumulado "méritos" suficientes para ser considerada como una de las peores del mundo occidental. A los políticos es a quienes hay que pedirles cuentas en estos momentos difíciles, cuando una parte importante del Estado quiere desgajarse, respondiendo así al desprecio y al odio que han acumulado durante décadas contra España y, sobre todo, contra la baja estofa de la política española.