“La desaparición de Eleanor Rigby”: Una estrella fugaz

Publicado el 08 octubre 2014 por La Mirada De Ulises

[7/10]   La vida es de color de rosa para Eleanor y Conor, cuando aparecen las espinas que hieren su amor y el mundo se les viene abajo. Incapaces de superar la prueba, ella intenta suicidarse mientras él trata de bucear en el pasado para saber qué hizo mal. La vida adquiere un tono áspero y duro, y parece que aquellos momentos felices se han ido como una estrella fugaz. Son los mismos de entonces o han cambiado, se preguntan los dos jóvenes, a la par que emprenden una huida hacia ninguna parte pero necesaria para madurar. La historia recogida en “La desaparición de Eleanor Rigby” por Ned Benson rebosa romanticismo y dolor, y sus personajes sufren una desaparición que ha dejado en sus almas heridas más hondas que las producidas por un desengaño amoroso. La vida no es fácil pero hay que saber lidiar con las adversidades y aguantar en los malos momentos, algo que los personajes secundarios vienen a decirles de una u otra manera.

Los protagonistas son Jessica Chastain y James McAvoy, y ambos trabajan de manera impecable y con gran frescura y autenticidad, además de demostrar buena química en las escenas que comparten. Sin embargo, son los secundarios quienes compensan el tono melodramático de la pareja y quienes aportan la gravedad necesaria: Viola Davis está insuperable como profesora cínica que está de vuelta de todo pero que conserva el sentido común, mientras que William Hurt sabe dar el tono entrañable y contenido a su papel de padre silencioso… para arrancar al final la mejor escena de la película con el recuerdo-confesión que tiene con su hija Eleanor. Quizá ahí esté la clave de la cinta y la última lección de ese profesor universitario: es preciso aprovechar cada instante de la vida, con lo bueno y lo malo -que frecuentemente llega junto-, porque “la estrella fugaz dura poco tiempo, pero merece la pena mientras se ve”, como le dice a Conor su padre. También merecen una mención especial Nina Arianda y Bill Hader como confidentes de la pareja, con su gracia y desenfado.

El director juega con la dosificación de una información que se ha ido difuminando en la memoria de Eleanor, y de la que los dos se han impuesto no hablar. Ella ha desaparecido de la vida de Conor y actúa como un fantasma sin rumbo, y el pequeño lo ha hecho del matrimonio para dejar un vacío que les separa hasta hacerlos irreconocibles. Es una oscura noche en su vida, a la espera de volver a ver la dichosa estrella fugaz y entender el sentido del dolor y de la muerte. Entonces, con ese prisma, la película adquiere un mayor calado y deja de ser una cinta más sobre el amor que viene y va. Ahora entran en juego la conciencia y el remordimiento, el conocimiento de lo que es la vida real y la fantasía con que habían programado su futuro, y con esos parámetros este drama romántico coge peso y sus personajes evolucionan de manera agridulce pero necesaria, entre la comprensión y el perdón.

En su guión hay cierta irregularidad, quizá por el proceso de síntesis que sufrió en la producción (hay otras dos versiones de la historia, desde el punto de vista de él y de ella), y también porque por momentos parece derivar hacia lo ternurista y lo carente de personalidad. El espectador se preguntará por la desaparición a la que hace referencia el título y por aquella otra a la que se hace alude en estas líneas, y concluirá que son la misma cosa porque una madre lo es solo con el hijo y, cuando lo es, es sobre todo eso… madre; y porque la disolución de la familia es algo parecido a la pérdida del amor para el matrimonio. De ahí la confusión y desconcierto de Eleanor, que desaparece porque deja de ser madre y esposa, y que debe nacer por tercera o cuarta vez para entender un poco más la vida y disfrutar de esas estrellas fugaces que por ella discurren.

Calificación: 7/10

En las imágenes: Fotogramas de “La desaparición de Eleanor Rigby”, película distribuida en España por Wanda Visión © 2014 Unison Films y Dreambridge Films. Todos los derechos reservados.