Hace unos días la noticia no oficial de que el estudio japonés Game Republic había cerrado sus puertas corría como la pólvora por todos los reductos gamer de internet. Por lo que sabemos, a pesar de la no confirmación oficial de dicha noticia por parte de los directos implicados, el sitio web de la compañía ha desaparecido del mapa, las oficinas al parecer han sido abandonadas sin previo aviso e incluso se comenta que el máximo responsable, Yoshiki Okamoto, ha hecho el petate y ha salido cagando leches del país por la incapacidad de asumir todas las deudas pendientes de la compañía.
Recordemos que el estudio se fundó en 2003 con Yoshiki Okamoto a la cabeza tras su salida de Capcom, donde participó activamente en el desarrollo de franquicias que apenas nadie conoce como Street Fighter y Final Fight. Game Republic se estrenó en 2005 con Genji: Dawn of the Samurai para Playstation 2, y tuvo siempre una estrecha relación con Sony, de hecho la mayoría de sus títulos fueron exclusivos para las diferentes consolas de Sony a excepción de algunos juegos para Nintendo DS, como los muy interesantes Dragon Ball Origins y secuela, y sus últimos trabajos que aparecieron también en 360, véase Majin and the Forsaken Kingdom o Knights Contract.
Siempre es una pena que un estudio cierre sus puertas, sobre todo si el cierre se produce en unas condiciones tan extrañas y atropelladas, y más aun si el motivo es el yugo implacable de las exigencias económicas, pero el mercado es muy complicado hoy día. Eso si, de las compañías que hay actualmente llenándose los bolsillos, se me ocurren muchas, muchísimas otras que merecían una muerte lenta entre la ignominia y el oprobio mucho antes que Game Republic. De todos modos puedo llegar a entender, por mucho que me entristezca, las causas del desastre. Por un lado sus juegos no estaban destinados a un público objetivo demasiado numeroso, y por otro, su trayectoria ha sido siempre un poco titubeante, y es que aparte de ir tocando varios géneros sin definirse ni profundizar demasiado en ninguno, tienen en su haber algunos apabullantes truños que precisamente no favorecieron su despegue. Para ilustrar esto que digo, basta con citar a Genji: Days of Blade, uno de los títulos con que se estrenó la Ps3 y en mi opinión, una auténtica bazofia indigerible, indigna de un estudio tan imaginativo como éste.
Pero aun así, valientes y embravecidos, se atrevieron con un poco de todo, hack n’ slash, aventura, incluso RPG por turnos, como el caso del aceptable Brave Story: New Traveler para PSP. Yo sin embargo los recordaré por el encanto infantil y mágico que destilaban juegos como Dragon Ball Origins, Majin and the Forsaken Kingdom y sobre todo, Folklore. Un juego controvertido y quizá objetivamente no demasiado brillante, pero una de mis debilidades personales dentro del catálogo de Ps3, y uno de los juegos más bonitos que he visto pasar esta generación.
En fin, una auténtica pena el incómodo adiós de un estudio que me caía francamente bien. Suerte a sus ex miembros allá donde estén.