La desilusión

Publicado el 30 junio 2021 por Snow30759
 Las ciudades italianas están llenas de tesoros artísticos de valor incalculable para la historia de la humanidad, escondidos entre sus muros o a la intemperie en sus bellas plazas. Ejemplo del arte magistral que floreció en toda la ciudad y la engalana como parte inseparable de su personalidad y alma se halla en la ciudad italiana de Nápoles, específicamente en la Capilla Sansevero y es la asombrosa creación  de Francesco Queirolo. Derroche de talento, esculpido de un mismo bloque de mármol, que otorgó la vida con técnica magistral a una obra increíblemente hermosa y detallista.

 
Un hombre deshace una red que se enrosca en su cuerpo, manteniéndolo prisionero, a sus pies un genio alado con una llama en la frente le guía en su afán de liberarse, señalándole un globo terráqueo que yace junto a las páginas abiertas de una Biblia, en las que se pueden leer el pasaje en que Jesús otorga al ciego la visión. 

 La obra representa la liberación humana del pecado, el hombre

peleando por escapar de la intrincada red que lo aprisiona valiéndose de su intelecto, representado por el infante alado que le señala el camino a seguir, la alusión a la Biblia indica como el hombre es llevado de la oscuridad hacia la luz, como un ciego a quien se le otorga el don de la vista para iluminar su universo sombrío.

"La desilusión" tardó siete años en estar completamente terminada y exhibe un innegable dominio de la técnica de su autor, quien llevó la escultura a niveles que aún hoy dejan boquiabiertos a muchos de quienes presencian su grandeza.

 La obra es la demostración definitiva de la habilidad con el cincel, el artista pasó años puliendo con extremo cuidado el mármol con piedra pómez, temeroso de que en cualquier momento la red pudiera deshacerse en pedazos en sus manos.

Ciertamente es una escultura que exhibe un desquiciante nivel de detalle, llena de virtuosismo y amor de su autor y creador, quien dedicó siete años a ilustrar la desilusión de los seres humanos al escapar de la red de los placeres mundanos, percatándose de que son un mero engaño.