La Deuda pone su punto de mira en el manido tema de la persecución de los judíos por parte de los nazis, pero esta vez se nos presenta a la inversa. El secuestro de Dieter Vogel (más conocido como el doctor Muerte), a manos de tres agentes del Mossad, nos muestra las consecuencias que las acciones del ser humano tienen a lo largo del tiempo, y lo difícil que es establecer nuestra propia justicia. Ese agujero por donde se pierde la voluntad del hombre, es de nuevo recuperado por el paso del tiempo, que se manifiesta como ser supremo ejecutor de las sentencias que vencedores y vencidos no terminan de cerrar. Heridas y sentimientos oscuros, a los que los guionistas dejan un resquicio de luz a través de las leves pinceladas amorosas que adornan el film, y cuya importancia, más que una deuda es una venganza que se cierne sobre sus protagonistas.
El elenco de actores está encabezado por una gran Helen Mirren (Rachel Singer de mayor), divida entre el pasado y el presente, a la que da una magnífica réplica Jessica Chastain en el papel de Rachel Singer de joven, con una poderosa mirada que nos suplica que no dejemos de amarla en la desesperación y el miedo que la atenazan justo antes de ser una víctima más de la gloria de todo un pueblo. Este pecado universal que se perfila a lo largo de toda la película, es el mayor error que atesora la misma a la hora de su plasmación cinematográfica, porque ésta, finalmente se pierde en una mera acción encapsulada dentro de un típico thriller que se deja ver, pero que en casi ningún caso explota para dejarte sin aliento ante la grandeza de los sentimientos universales que se nos plantean.
Reseña de Ángel Silvelo Gabriel.