Un discurso que marcará un hito, un antes y después, para el Partido Popular en España. Algunos analistas políticos piensan que ha sido el discurso que debería haber pronunciado en diciembre en el debate de investidura. Las decisiones anunciadas han sido realmente una imposición, sin margen para otras alternativas. En diciembre existía mucho más margen de maniobra.
Y es que las medidas impuestas a España para recibir la ayuda de hasta 100.000 millones de euros para poder recapitalizar los bancos españoles con problemas de solvencia, van mucho más allá del sistema financiero.
Con las reformas que se aprobarán este viernes por el Consejo de Ministros se formalizará la cesión de soberanía económica a Bruselas, al menos por 15 años. La condicionalidad del apoyo se alarga a muchos de los ámbitos macroeconómicos. La constatación más clara de ello surge también de la boca del presidente cuando reconoce “dije que iba a bajar los impuestos y los estoy subiendo”.
El nuevo escenario que se vislumbra supondrá, de facto, un empobrecimiento del país. Las consecuencias serán similares a las que se hubieran producido tras una devaluación de un 30% de la divisa local, en caso de tenerla. Sin embargo, la percepción de los ciudadanos es mucho más dolorosa que en anteriores ocasiones ya que los recortes se vislumbran mucho más claramente.
A pesar del reconocimiento por parte del presidente: “todo el mundo lo sabe, yo no quería subir el IVA”, Rajoy no ha tenido más remedio que aceptar situar ese impuesto en la media europea. Sabe que hará afectará gravemente al consumo y que retardará la recuperación económica pero ya no tiene capacidad para una defensa de la soberanía nacional.
El aumento de la jornada de trabajo de los funcionarios o la supresión temporal de la paga extraordinaria de Navidad son medidas previamente aplicadas por imperativo comunitario en países como Grecia o Portugal. La supresión de la desgravación por vivienda es quizás donde más se visualiza la falta de autonomía política. Una de las medidas estrellas del programa electoral del PP que a finales de este año deberá desaparecer.
Todo en pos de una meta. Conseguir reconducir el déficit a niveles por debajo del 3%. No gastar más de lo que se ingresa. Para ello hay que aplicar una cirugía muy dura. El objetivo, cambiar, en suma, los hábitos de un país.
Desde Alemania están convencidos que ese es el camino correcto. Ellos lo recorrieron la pasada década tras la crisis económica que trajo su reunificación. Sin embargo, las diferentes culturas existentes (luterana y católica), han conformado mentalidades muy diversas. Está por ver que la misma medicina genere los mismos efectos en dos cuerpos distintos. Por mucho que quieren vivir en la misma casa común.
La oferta del líder del PSOE para consensuar un gran pacto nacional, a imagen y semejanza de los Pactos de la Moncloa, que nos saque de este escenario recesivo retroalimentado es indicativo de la compleja y extrema situación en que se encuentra el país.