Ya pasó la Diada de Catalunya y antes, durante y después mucha gente quedó perfectamente retratada a base de estupideces.
Llevamos cinco años de manifestaciones más que multitudinarias que baten todo tipo de records, y no creo que haya en el mundo un solo país no dictatorial que ante un clamor muy inferior al de la Diada no hubiese al menos intentado solucionar el problema de alguna manera, tal como lo han hecho países tan diversos como Reino Unido, Canadá, Checoeslovaquia y Sudan entre otros.
En España tanto el gobierno como una parte importante de los medios de comunicación y la población que le han dado total apoyo, solo han sabido aplicar leyes a su aire y según su manera de entenderlas desde un Poder Judicial inexistente porque está controlado por el Poder Ejecutivo, sin la más mínima intención de dialogo y pacto alguno, con unos medios de comunicación que dan una versión del problema que no se parece absolutamente en nada a la realidad y se pasan el día mintiendo, difamando e insultando, y unos votantes que por más corrupto que sea el partido en el gobierno, mas barbaridades cometa, más proteja a sus corruptos panameños, tesoreros y demás, y por su desastrosa gestión la tasa de paro todavía esté en el 20% a pesar de haber bajado los salarios y haber transformado la mayor parte del empleo en precario, y a pesar de haber aumentado espectacularmente la deuda pública, mientras continúe tratando el asunto de la independencia de Catalunya exactamente igual como lo haría Isabel la Católica, se olvidan de lo demás y les votan más y más y cuando se descubre que actúan de manera ruin, ilegal, asquerosa y sumamente escandalosa contra políticos catalanes todavía les votan mucho más. Es evidente que así no se soluciona un problema sino que se empeora mucho. Primero causaron el problema, después lo empeoraron, en mi opinión todo hecho a propósito, y al final…, vaya usted a saber.
Los países que, al contrario que España, su principal característica no es la profunda estupidez, para abordar el problema primero han procurado conocer sus causas y después han intentado darle solución, la mayor parte de las veces de manera exitosa. Este procedimiento es de perogrullo y es lo básico que debe hacer alguien que REALMENTE quiere solucionar un problema. En España ni gobierno, ni medios de comunicación ni buena parte de la ciudadanía tienen el más mínimo interés en conocer la realidad de lo que ocurre en Catalunya, incluso diría que les importa un bledo, y en cambio teorizan sobre hechos que quizás ocurrieron alguna vez en otro planeta, pero no en este y muchísimo menos en Catalunya. La razón de tal barbaridad es que no se trata el problema como el de un territorio que quiere independizarse sino como una colonia que siempre ha sido problemática y encima hablan distinto y raro, razón por la que se la odia irracional y profundamente aunque no puede prescindirse de ella porque rompen la sagrada patria pero sobre todo porque aportan una parte importante de los ingresos públicos, que cometen la inmensa infidelidad y osadía de querer desconectar de la metrópoli, y por tanto sus razones no importan y lo que el Estado debe hacer es infringirles un tremendo castigo que les obligue a cumplir su obligación: obedecer, callar y pagar.
Los países que, al contrario que España, su principal característica no es la profunda estupidez, han acabado solucionando el problema con un referéndum a pesar que no hay ni un solo país en el mundo cuya Constitución prevea la independencia de parte de su territorio (excepto un par de estados en USA), pero han autorizado el referéndum a pesar de no estar contemplado en sus leyes para dar solución al problema, es decir, en una situación IDENTICA a la española se han decidido por el referéndum que ha dado solución al problema. En España, como país cuya otra característica básica es la mentira, se han inventado que la Constitución prohíbe el referendum, cuando en realidad no lo contempla, y por esta razón no lo puede haber porque lo prohíbe la Ley, inmensa falsedad que mantienen todos los partidos excepto Podemos que adopta una postura ambigua, hoy es que si, mañana será que no y pasado ya veremos.
En la Diada los ridículos han sido muchos y sonados, empezando por el mentiroso gobierno y la caverna mediática que hablan de fracaso porque no se han alcanzado las cifras del año anterior, con lo que se ha producido un hecho sumamente curioso que demuestra una vez más que la mentira debería estar representada en la bandera de España: las mismas cifras que se dieron como falsas por sumamente exageradas después de la Diada 2015 se utilizan ahora como veraces para compararlas con las de este año, como si tal comparación fuese muy importante cuando se manifestaron alrededor de un millón de personas en cinco localizaciones distintas, y cuando los que rebajan las cifras son incapaces de hacer algo que sea una ínfima y ridícula porción de lo que ocurre en Catalunya cada 11 de septiembre. La caverna mediática ha llenado los periódicos de Madrid de insultos, ceguera que impide ver la realidad y claras demostraciones de que las intenciones de solucionar el problema de otra manera que no sea por la fuerza y a lo bestia no existen. Los insultos son ridículos, sobre todo cuando se refieren a un millón de personas, pero hay montones de maneras de hacer el ridículo y desde la Diada casi todas han aparecido en las páginas de los periódicos de Madrid. Solo un ejemplo, en uno de los editoriales de El País del lunes 12 aventuraban una cifra total de manifestantes de 275.000, a esta burrada en Inglés le llaman wishful thinking.
La señora Arrimadas había asegurado que la manifestación fracasaría y espero que todas sus previsiones tengan el mismo éxito impresionante. C’ montó una paella en Premia de Mar como alternativa a la manifestación donde dicen que acudieron 600 personas, pero resulta que conozco bien el lugar donde la celebraron , un parque público saliendo a la izquierda de la estación de cercanías, y a duras penas cabrían la mitad, pero claro, los mentirosos son los que organizaron la manifestación independista. Entre bocado y bocado Arrimadas acusó a Puigdemont de alimentar la confrontación y desde Vigo Rivera dijo que la manifestación de la Diada se utilizaba para separar los catalanes entre sí. Estas manifestaciones las vomitan los líderes de un partido que debería sustituir la C por la H de hipocresía. Un partido que ha montado junto con el PP una tremenda campaña contra el sistema educativo catalán, la inmersión lingüística, en base a un montón de mentiras que ocultan que se trata de un método aplicado en todo el mundo sin el más mínimo problema en varios casos similares al catalán, y para completar el cuadro de su fariseísmo estos días el partido que se vende como enemigo máximo de la corrupción, pero que ya se ha asociado con varios corruptos, está apoyando al PP en su intento de negarse a que el Parlamento controle el gobierno en funciones, en especial en el caso de Guindos y Soria.
El PP también tuvo un gran éxito que por poco no alcanzó la friolera de 100 asistentes y donde García Albiol dijo las estupideces a que nos tiene acostumbrados, aunque tuvieron un detalle: Sanchez Camacho también acudió pero afortunadamente no hizo declaraciones.
Los de Sociedad Civil Catalana montaron un kiosco de notables dimensiones en la plaza Universidad para marcar distancias incluso físicas con la manifestación, pero aparte cuatro paseantes que se acercaron a ver que era aquello no se acercó nadie más.
Pero uno de los más sonados ridículos fue el de Angel Ros, Alcalde socialista de Lleida que cifró la participación en la manifestación de su ciudad en 25.000, cuando el paseo del lateral del canal del rio Segre estaba a rebosar, y ni contando solo uno de cada cuatro asistentes salían los números del Alcalde, aunque claro que quizás se ha contagiado de sus socios, los fariseos de C’.
Quizás todavía hay tiempo de dar una solución razonable al problema y nada me complacería más, pero para ello el gobierno y buena parte de los políticos, periodistas y ciudadanos de España deberían dejar de hacer el idiota, transformarse en británicos o canadienses, y empezar a aplicar el sentido común al problema, y hay pocas cosas en el mundo más difíciles que esta.
Como que nunca debe perderse el sentido del humor, adjunto el chiste de Batllori de La Vanguardia del lunes 12, que como siempre describe el problema a la perfección en cuatro rasgos.