En las sociedades socialistas los políticos lo tienen todo y el pueblo casi nada. En la URSS, las dachas (casas de lujo), los alimentos de calidad, el dinero y una lluvia de privilegios eran exclusivos de las clases dirigentes: cuadros del partido, militantes, funcionarios, militares, miembros de la inteligencia, policías represores y chivatos degenerados, de todos los tipos y calañas.
Aquella chusma con poder sólo supo crear pobreza en sus países y esclavitud, sufrimiento y muerte para el pueblo. La verdad y la libertad fueron asesinadas y después les llegó el turno a los disidentes. Finalmente también cayeron los que pensaban libremente y eran molestos para el régimen. Y los que molestaban demasiado eran eliminados.
En España todavía no hemos llegado a ese extremo, pero se está avanzando con paso firme hacia la dictadura de los señoritos rojos, siguiendo la siniestra hoja de ruta que idearon los estrategas del maldito comunismo asesino: cambio de las leyes, degradación y de la sociedad, desmoralización, mentiras, eliminación del honor, el esfuerzo, la decencia y otros valores, destrucción de la familia, que siempre es el pilar de la solvencia social, estímulo de la pobreza y otras suciedades y canalladas siempre orientadas a debilitar la resistencia y la dignidad de seres a los que el gobierno necesita convertir en esclavos capados.
Los privilegios para los gobernantes que establece el sanchismo, el cambio de las leyes que les estorban, sus mentiras reiteradas y la demolición de los valores y pilares que sostienen la sociedad española son parte de la sucia y miserable migración hacia la tiranía, que encabeza el "pastor" Pedro Sánchez, con sus rebaños de ovejas siguiendo sus caprichos, mandatos y consignas.
En Cuba, los "señoritos" son los castristas, que sólo comparten el poder con los militares y los chivatos. Entre los tres grandes grupos, miembros del partido, militares y chivatos al servicio del partido, se reparten el pastel, mientras el resto del pueblo es sometido a hambre, humillaciones y vejaciones para minar su fortaleza y envilecerlos poco a poco. En China, Venezuela, Nicaragua y otros países donde se ha clavado la garra socialista, el resultado es siempre el mismo: avance hacia la esclavitud, la pobreza y la degeneración.
La política ya es el España la carrera más rentable y fácil. Con extraordinaria rapidez y sin tener que rendir cuentas por sus resultados, los políticos son los nuevos ricos poderosos en la sociedad corrompida de España. A un político no se le exige nada, ni idiomas, ni títulos ni solvencia moral, ni experiencia. Sólo se le pide lealtad al líder, obediencia y disposición para participar, sin escrúpulos morales, en la gran orgía del poder, los privilegios y la rapiña.
A la hora de votar, aunque usted se sienta pobre y marginado, no cometa el error de votar a los "señoritos rojos", codiciosos de dinero, ávidos de poder, privilegios, ventajas y lujos e incapaces de hacer feliz al pueblo.
Francisco Rubiales