La cara del empresario que se ha convertido en presidente de los Estados Unidos, ocupa la portada de todos los periódicos de los cinco continentes. Pero no es un rostro cualquiera, es la cara de un machista, xenófobo, racista. En resumen, es la obviedad de que en el pleno siglo XXI es posible una dictadura en uno de los países que hasta ahora eran considerados de los más liberales. Es increíble ver como más del 50% de la población estadounidense, eligió a este presidente como representante de su país, y lógicamente sabiendo de mucho antes las medidas que iba a tomar.
A todos nos sorprendió como no le tembló la mano en firmar un tratado que vetaba la entrada a los Estados Unidos de 6 países, todos de origen musulmán. Pero este tratado también huele, ya que uno de los principales países que más mandan terroristas a otros países son los Emiratos Árabes, país que no ha sufrido dicho veto, cosa que hace pensar que detrás de este tratado no solo hay sentimientos racistas e ideológicos, sino que también existen intereses económicos, políticos y sociales, intereses que al presidente no le conviene romper.
Pero este presidente no solo ha conseguido poner a Estados Unidos en el punto de mira mundial, sino que ha provocado ni más ni menos que la separación del país, en dos bandos totalmente enfrentados. Y es que estamos cansados de ver como en todo el país salen miles de personas en manifestaciones en contra del presidente y de sus medidas, mientras que la otra mitad de la población le apoya desde su casa sin miramientos. Y no hay que olvidar que razones como estas son las que llevan a un país a una dura guerra civil.
Y es por eso que estas manifestaciones no solo se han dado en el país de origen, sino en todo el mundo, como en Inglaterra, Alemania o España, donde miles de colectivos antirracismo y feministas han salido a la calle indignados con el nuevo presidente de los Estados Unidos, también conocido como “el dictador Trump’’.