La diferencia entre Cansancio Mental y Agotamiento Femenino.

Por Mamá Golondrina Yolanda Fortes @MamaGolondrina

Como mujeres, parece que somos las eternas responsables de todo y de todos y eso, tiene consecuencias. Las positivas son que nos convertimos en unas expertas en gestión del tiempo y resolución de conflictos pero las negativas hacen mella en nuestro estado anímico y mental.

Hablar de agotamiento femenino es hacer referencia a la mujer que se hace cargo de todo y que sus tareas y compromisos, tanto sociales como personales, familiares y laborales, son infinitos. Todo esto, deriva en un punto en el que “ya no podemos más”… ni con lo que tenemos entre manos ni con nosotras mismas…

… no podemos salir de cama, no podemos con nuestro día a día, el agotamiento no tiene fin y la noches se llenan de lágrimas y lamentos silenciosos.

… acabamos irritadas, desanimadas, lo que nos convierte en una eternas quejicas que, poco a poco, se van apagando a sí mismas, sus relaciones, encubriendo necesidades reales.

La mayoría de las veces echamos la culpa al tiempo, al cambio de estación, a la regla o a la crisis/ritmo social. Las vitaminas no hacen efecto, el ejercicio tampoco y nadie parece interesarse, realmente, de lo que, como mujer, nos pasa.

Y acabamos pensando que no estamos a la altura de la maternidad, del trabajo, de la pareja, de las exigencias culturales que tan de moda están en la actualidad. Y nos esforzamos aún más, y asumimos aún más responsabillidades, y nos autoexigimos aún más hasta que explotas y te diagnostican una profunda depresión que te impide salir de cama…

…y no entiendes como has llegado hasta ese punto.

Tú no. Tú no te lo puedes permitir.

El cansancio mental, por el contrario, y como nos cuenta Miriam Subirana, hace referencia a la mente fatigada, que provoca dispersión, falta de atención y de claridad. Es una fatiga que provoca pereza, disminuyendo nuestra capacidad resolutiva. Si cada individuo generamos 50.000 pensamientos al día, muchos de los cuales son mecánicos y repetitivos, entonces, nos agotamos y no vamos a ninguna parte. Damos vueltas a las cosas, una y otra vez, sobre cosas que no podemos cambiar.

Es cansino organizarlo todo, supervisarlo todo: reuniones, encuentros, cumpleaños, visitas, horarios… Aferrarnos a un plan considerando que todo lo planificado es inamovible, dejando de escuchar las señales  o los imprevistos que surgen, sin más. Queremos cambiar la realidad y adaptarla a nuestras ideas y no al revés.

Hemos dejado de escuchar que nuestro cuerpo nos pide descanso y que nuestra mente nos pide estar libre de conflictos por momentos. Hemos dejado de sentir esas necesidades reales…

… hemos pasado a hablar con nosotras mismas, llegando al extremo de tener luchas internas sobre lo que es y  lo que nos gustaría que fuese…