Revista Opinión

La dimisión de Pedro Sánchez, desacreditado y contestado por más de la mitad de los españoles, es una necesidad

Publicado el 24 mayo 2020 por Franky
Pedro Sánchez tiene que dimitir. En España se dan todas las condiciones objetivas para que el gobierno dimita: desprestigio nacional e internacional, fracaso, rechazo, debilidad, divorcio con la ciudadanía, aislamiento internacional, amenaza de colapso económico y ruptura de las alianzas que integran su mayoría parlamentaria. La protesta contra su gobierno crece y España se está crispando y haciéndose ingobernable, sólo porque el presidente no quiere someterse a las reglas de la democracia, según las cuales, cuando el fracaso es rotundo, las mayorías se resquebrajan y la protesta es masiva, un dirigente democrático tiene que dar un paso atrás y dejar su sitio a alguien que pueda restaurar lo que él ha roto. Pero Sánchez es un chavista sin escrúpulos y sin un sólo valor democrático, que tiene más de bolivariano descarado que de demócrata porque le resbalan las manifestaciones en contra, está aliado permanentemente con la mentira y la esencia de su personalidad es una ambición desmedida y enfermiza de poder. --- La dimisión de Pedro Sánchez, desacreditado y contestado por más de la mitad de los españoles, es una necesidad Pedro Sánchez está decidido a resistir en la Moncloa, pese a que su poder se resquebraja y a que sufre el rechazo creciente de millones de españoles. Su resistencia a ultranza es ya una maldición para España, un país que, bajo el mandato de Sánchez, se rompe, se empobrece y se crispa hasta situarse al borde del conflicto civil. Sánchez ya gobierna como un espectro, sin el afecto de sus conciudadanos y sin una mayoría sólida que le sostenga en el Parlamento. Su resistencia a ultranza en el poder y el rechazo que padece no lo convierten en asurpador, pero sí es un déspota desacreditado y sin suficiente legitimidad, cuya única salida es una desesperada huida hacia adelante que siempre ocasionará daños enormes a una España fracturada y sin liderazgo.

Tiene en contra a la Corona, al grueso de las Fuerzas Armadas, a la paronal, a las grandes empresas, a una parte importante y creciente de la ciudadanía, a sus aliados internacionales y a la mayor parte de las grandes instituciones y foros del planeta, sin olvidar la enemistad creciente de Estados Unidos, cuyas sanciones a los productos españoles y ruptura de negocios comunes está causando a España daños de gran calado.

Sanchez, rodeado de problemas y de fracaso, es un pobre diablo obsesionado por resistir en medio del torbellino de rechazo que le envuelve, debilita y oprime.

Esa constante escapada hacia el futuro le lleva a fijar sus únicas esperanzas de poder en el marketing, las mentiras y nuevas medidas populistas y electoralistas. Tiene puesta gran esperanza en la próxima, recién anunciada este sábado: la aprobación inminente, vía decreto, del "ingreso mínimo vital", una ayuda a las familias más desprotegidas y pobres que comenzará a cobrarse en junio y beneficiará a cerca de 850.000 hogares.

La gran esperanza del acosado Pedro Sánchez es que esa renta mínima le de los votos y apoyos suficientes para contrarrestar el rechazo y la protesta que le agobian en el presente y resistir en el poder lo que le queda de legislatura.

Tiene fracturado el gobierno en varios compartimentos, cada día más estancos. Está el bando comunista de Pablo Iglesias, el moderado y pro europeo de Nadia Calviño y el de Ivan Redondo, el gurú personal del presidente, este último sin ideología y dominado por el pragmatismo mas feroz, equiparable a una máquina diseñada para comprar votos y votantes con dinero público.

Calviño, ministra de economía y niña mimada de Europa y de las grandes instituciones mundiales, la única baza que tiene el gobierno para presentarse con solvencia en las instituciones y foros internacionales, está a punto de dimitir y ya lo ha advertido. Le ha dicho a Iglesias y a Sánchez, tras el último choque por la derogación de la reforma laboral, que «Ni una más». La vicepresidenta está al límite de aguantar las salidas de tono del vicepresidente y las deslealtades de su líder y del PSOE y no está dispuesta a aguantar más en el gobierno, cada día más rechazado por los españoles, por la economía y por sus aliados y socios internacionales.

Francisco Rubiales


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