Durante ya algún tiempo, estamos viendo que el director de proyectos está sufriendo una profesionalización importante del rol, tal es así que rara es la empresa que no tenga al menos un Director de Proyectos, desde las pequeñas empresas familiares hasta las de carácter multinacional.
Hasta hace nada, un director de proyecto era un perfil técnico (arquitecto, ingeniero,…) que había ascendido dentro de la compañía, hasta alcanzar posiciones importantes de gestión. Las empresas, cada vez más tienen factores a considerar dentro de su estrategia de negocio: factores económicos, sociales, fiscales, medio ambientales,… y consecuentemente, sus proyectos y la dirección de los mismos también, palabras no mías, sino de Norm Fjeldheim, en su etapa como vicepresidente y CIO de Qualcomm.
Y esto nos lleva a que la Dirección de Proyectos se ha abierto paso en empresas de diferente índole, no las clásicas de carácter ingenieril o industrial, ahora es más frecuente verlo en ámbitos financieros, educativos, energéticos, hospitalarios,… llegando incluso a las Administraciones Públicas.
Según el informe anual Pulse of the Profession 2018 del PMI, las empresas que tienen en sus filas, ya sean por contratación directa o indirecta un Gestor de Proyectos, tienen unas tasas de éxito en sus proyectos del 92% frente al 32% de las que no los tienen. Y este porcentaje de éxito, es debido a que independientemente del método que usemos predictivo, agile o un híbrido, las compañías que utilizan algún tipo de enfoque formal de gestión de proyectos, cumplen con éxito sus objetivos.
Las organizaciones se enfrentan a una mayor competencia y una interrupción constante. Ven que ningún factor individual impulsa el éxito. Las organizaciones inteligentes entienden que las prácticas de gestión de proyectos probadas conducen a un mayor éxito y menos desperdicios.
Las empresas que quieren mantener y aumentar su competitividad hoy en día están optando por la implantación de Oficinas de Dirección de Proyectos, bien en su propio seno o bien mediante la externalización del servicio. Esto está creando una demanda de profesionales con formación en Dirección de Proyectos.Es importante recalcar que las Oficinas de Dirección de Proyectos tienen un papel crucial en la generación de valor para las empresas. Son las responsables de alinear con las estrategias corporativas, los proyectos, programas y portafolios, asegurándose la materialización de los beneficios. Tomando en cuenta el estudio anteriormente mencionado del PMI en el cual nos muestran que las empresas que mantienen su Oficina de Dirección de Proyectos alineada con su estrategia empresarial, han demostrado un 20% más de proyectos completados con éxito y la tasa de proyectos con problemas para llegar al alcance definido es un 50% menor.
Como podemos entender, en estas compañías, el activo más importante de una Oficina de Dirección de Proyectos son las personas que la componen. Lo que diferencia a un líder ejecutivo de un director de proyecto es la forma en que perciben el éxito de la organización y su actuación a la hora de formular las estrategias y priorizar y financiar proyectos. Según el Pulseof the Profession 2018, un Director de Proyectos alcanza una tasa de satisfacción del cliente un 24% mayor, mejora en un 24% la identificación y mitigación de riesgos, obtiene un 52% más de éxito en proyectos complejos y un 8% más de beneficios con respecto a un líder ejecutivo.
Como ya he mencionado en otro post del blog, las habilidadesque un Project Manager debe reunir tres características clave: liderazgo, negocio y competencia técnicaen Dirección de Proyectos. Según el informe anual Pulse of the Profession 2018 del Project Management Institute, las empresas de alto rendimiento, desperdician 21 veces menos dinero que las de bajo rendimiento.
Así que replanteo el título del post, ¿La dirección de proyectos es una profesión de futuro?, dime lo que piensas, algunos estudios ya nos dan pistas al respecto
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