Quizás muchos desconozcan que coincidiendo con la fiesta del Patrocinio de Nuestra Señora, antaño el pueblo de Cantillana celebraba su fiesta principal en honor de la Divina Pastora, siendo el mes de noviembre el marco en el que tuvieron su inicio la función, novena y rosarios siguiendo un esquema que en la primera mitad del siglo XIX se traslada al mes de Septiembre haciéndolo coincidir con la Fiesta de la Sacrosanta Natividad de la Virgen, el día de la Pastora, y convirtiéndose en prototipo para otras fiestas marianas.
La Iglesia dedica el segundo domingo de Noviembre a conmemorar el Patrocinio de Nuestra Señora. La Iglesia ha invocado a la Virgen María "con los títulos de Abogada, Auxiliadora, Socorro, Mediadora" ya que su función maternal perdura sin cesar en la economía de la gracia y "con su múltiple intercesión continúa obteniéndonos los dones de la salvación eterna" (Lumen Gentium, nº 62).
Juan en su evangelio nos relata cómo Jesús, cuando iba a morir, nos hizo entrega a todos los cristianos de María como madre en la figura del discípulo amado (Jn. 19, 26-27) con estas palabras: "Ahí tienes a tu madre". Desde este momento los fieles están llamados con Juan a acoger a María Santísima, amándola e imitándola y experimentando su especial ternura materna.
Esta filiación con María es camino privilegiado para que se encuentren los fieles con Jesús y una ayuda eficaz para avanzar y vivir en plenitud la vida cristiana. En el título de Patrocinio se resalta especialmente esta maternidad espiritual de María. La madre de Dios es la madre de los fieles: madre de la Iglesia y de todos sus miembros.
Patrocinio significa también protección y amparo. En María encuentran los fieles una madre que protege y gracia y amparo en vida y en muerte, en las tentaciones y luchas diarias. Ella es, pues, protección, amparo, auxilio, mediadora, abogada, modelo, estímulo, estrella, norte y guía.
Algunas congregaciones religiosas, en acción de gracias por la intercesión mariana, introdujeron en sus calendarios propios una fiesta del Patrocinio de la Virgen sobre su instituto. Es el caso de los dominicos. Como afirma el Maestro General fray Humberto de Romans: "La Virgen María fue una grande ayuda para la fundación de la Orden y se espera que la lleve a buen fin" (Opera, II, 70-71). Vemos así como la Orden de Predicadores reconocía desde sus inicios la protección de la Virgen.
El Risco de la Divina Pastora, como se
instalaba para la fiesta del Patrocinio durante
el siglo XVIII y los primeros años del siglo XIX.
Pero esta fiesta de noviembre, en España fue iniciativa de la monarquía. El Rey Felipe IV, recordando los favores que a lo largo de los siglos habían recibido sus antecesores por mediación especial del patrocinio de la Virgen María y en medio del aluvión de males que afligía a España por entonces, acordó poner su Corona bajo el Patrocinio de la Santísima Virgen.
Habiendo acudido a la Santa Sede, accedió Alejandro VII Chigi, el 28 de julio de 1656, a que se estableciese la fiesta del Patrocinio de Nuestra Señora en un domingo de noviembre. El Breve que publicó el arzobispo de Toledo, don Baltasar de Moscoso y Sandoval, basta para dar una idea exacta de esta festividad puramente española y su especial origen. La Real Cédula en que se comunicó este Breve a todas las autoridades, encargando su más puntual cumplimiento, decía así: "El Rey. En la devoción que en todos mis Reinos se tiene a la Virgen Santísima, y en particular con que yo acudo en mis necesidades a implorar su auxilio, cabe mi confianza de que en los aprietos mayores ha de ser nuestro amparo y defensa; y en demostración de mi afecto y devoción, he resuelto que en todos mis Reinos se reciba por Patrona y Protectora, señalando un día, el que pareciere, para que en todas las ciudades, villas y lugares de ellos se hagan novenarios, habiendo todos los días Misas solemnes con sermones, de manera que sea con toda festividad, y asistiendo mis Virreyes y gobernadores y Ministros, por lo menos un día, haciéndose procesiones generales en todas partes, con las imágenes de mayor devoción de los lugares, para que con gran solemnidad y conmoción del pueblo se celebre esta fiesta".
En un primer momento, la fiesta de la Divina Pastora de Cantillana se celebraba, no el 8 de Septiembre, sino coincidiendo con la fiesta del Patrocinio (el segundo domingo de Noviembre); Así consta en los documentos más antiguos de la hermandad, que remontan al siglo XVIII, la celebración de una función solemne el día del Patrocinio en honor de la Divina Pastora, función que según consta documentalmente sufragaba la Hermandad Sacramental.
En la octava de esta fiesta ya se celebraba la novena en sufragio de los difuntos, que ininterrumpidamente se ha venido celebrando en esas mismas fechas. Pata cuyos cultos se instalaba ya el aparato escénico del simpar Risco. Muchos de sus enseres se describen ya en el inventario de 1807: “…ocho borregos más catorce bichos…” cuya redacción delata un uso ya habitual y una denominación: “El Risco”, consolidada ya en aquel tiempo.
Como era costumbre, desde los tiempos fundacionales, coincidiendo con estos cultos: Función y Novena de ánimas, saldría el Santo Rosario presidido por el Simpecado primitivo de la Divina Pastora e invocándola los fieles con las avemarías en sufragio de las ánimas del purgatorio, en lo que se convierte en el esquema cultual de lo que luego serán las fiestas mayores de Septiembre, y por ende, las fiestas marianas de Cantillana, que beben de ese esquema cuando a principios del siglo XIX y el resto de este siglo, la fiesta de la Pastora se traslada al 8 de Septiembre junto con la Novena, durante la octava, y los rosarios. Ya en la primera mitad del siglo XIX aparece reseñada las dos novenas: la de ánimas que continúo celebrándose en Noviembre, y la de Septiembre en la octava de la Natividad.
Se desconoce cuál puede ser el origen exacto de la celebración de la fiesta principal de la Divina Pastora en la festividad del Patrocinio, ni porque iniciado el siglo XIX, se deja de celebrar, cuando la fiesta mayor se traslada al 8 de Septiembre. Todo indica que el cambio de fecha se debió a que con el auge tras la aprobación de las reglas pareció más propia la fecha aún veraniega, de la Virgen de Septiembre, el día 8, de gran tradición en importancia en la Iglesia Católica. Se deja de celebrar así, la función en el día del Patrocinio aunque se continuó celebrando y hasta nuestros días, aquella primera novena de ánimas, así se le conoce, en los primero días de noviembre.
La Divina Pastora, cuyo Patrocinio siempre
ha gozado el pueblo de Cantillana.
La Divina Pastora
tiene dos nombres:
Pastora y Patrocinio
¡qué dulces nombres!
El hecho de celebrar las fiestas de la Divina Pastora coincidiendo con la festividad del Patrocinio de María, fiesta netamente española, auspiciada por los Austrias, y que se celebraba con toda solemnidad en todas las tierras españolas, se debe al mandato real de festejar un domingo de noviembre la protección y patronazgo de la Santísima Virgen sobre la Corona y el Pueblo Español, ofreciendo misas solemnes y procesiones con las imágenes de la Virgen de mayor devoción. Se da además las circunstancias de que fray Isidoro de Sevilla, mentor de la Virgen, como Pastora de las almas y fundador de su devoción en Cantillana tenía gran predilección, precisamente, por la fiesta del Patrocinio.
En el fundamento de esta fiesta (la protección, los cuidados, los desvelos, el patronazgo, y el amparo de la Santísima Virgen sobre los hijos de la Iglesia), veía Fray Isidoro la vocación del nuevo título mariano. La Pastora que protege, cuida, y patrocina maternalmente al rebaño de su hijo Jesucristo.
El Padre Isidoro, deseó ardientemente morir en esta señalada fecha invocando el auxilio de su protectora y asistido por el amparo de su celestial Pastora. Así ocurrió en efecto, el venerable capuchino murió con fama de santidad, en la víspera del Patrocinio, musitando entre sus labios: “¡Padre Dios!¡Pastora mía!”
Es por tanto el día de hoy, día señalado de la historia Pastoreña y lleno de reminiscencias que engrandecen la historia de nuestra devoción, tengamos pues presente que antaño fue el día de la Pastora, elevemos nuestras oraciones por los difuntos pastoreños de todas las épocas, especialmente por nuestro fundador que nos dejó bajo tan excelsa protección e invoquemos una vez más el auxilio y Patrocinio de la Pastora de nuestras almas para la Iglesia, para España, para nuestro Pueblo y especialmente para nuestra Hermandad.
Bajo tu amparo nos acogemos
Divina Pastora de las almas,
no desoigas nuestras suplicas
en las necesidades que te presentamos antes bien,
libramos siempre de todos los peligros
¡Virgen gloriosa y bendita!